Las mentiras en beneficio de las trasnacionales de agroquímicos — ecologica
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Las mentiras en beneficio de las trasnacionales de agroquímicos

“Es hora de derrumbar el mito de que los plaguicidas son necesarios para alimentar al mundo”. La utilización masiva e inadecuada de algunos insecticidas y herbicidas provoca la muerte por intoxicación de miles de personas al año, especialmente en países en desarrollo. En consecuencia, es necesario poner en marcha “un proceso global para la transición hacia una producción agrícola y alimentaria más segura y saludable”. Éstas son las principales conclusiones de un estudio elaborado para la Organización de las Naciones Unidas por Hilal Elver y Baskut Tuncak, dos de sus mejores expertos en productos tóxicos y derechos humanos en materia de alimentación.

El documento redactado por estos relatores especiales de la ONU fue presentado ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en una sesión celebrada en Ginebra.

El tratamiento masivo con insecticidas químicos tiene muchas limitaciones y efectos secundarios. Hilal Elver y Baskut Tuncak proponen un nuevo tratado global para regular y eliminar el uso de plaguicidas peligrosos en la agricultura y avanzar hacia prácticas agrícolas sostenibles.

“El uso excesivo de plaguicidas es muy peligroso para la salud humana y el medio ambiente; además es engañoso afirmar que estos productos químicos son vitales para garantizar la seguridad alimentaria”.

Los relatores especiales señalaron que las investigaciones demuestran que los plaguicidas son responsables de unas 200 mil muertes por intoxicación aguda cada año. Casi el 99 por ciento de estas muertes ocurre en países en desarrollo, donde la salud, la seguridad y las regulaciones ambientales son más débiles.

Efectos secundarios

Los insecticidas neonicotinoides están relacionados con la muerte masiva de abejas de la miel. Además de las muertes directas, la exposición crónica a los plaguicidas se ha relacionado con el cáncer, enfermedades como Alzheimer y Parkinson, alteraciones hormonales, trastornos del desarrollo y esterilidad.

Los trabajadores agrícolas, las comunidades que viven cerca de las plantaciones, las comunidades indígenas, las mujeres embarazadas y los niños son particularmente vulnerables a la exposición a los plaguicidas y requieren protecciones especiales, indica el estudio encargado por la Organización de las Naciones Unidas. Los expertos destacaron en particular la obligación de los Estados de proteger los derechos de los infantes contra dichas sustancias. Señalaron el elevado número de niños muertos o afectados por alimentos contaminados con este tipo de productos químicos de síntesis, en particular por intoxicación accidental, la prevalencia de enfermedades y discapacidades relacionadas con la exposición crónica a una edad temprana, y los informes sobre la exposición a plaguicidas peligrosos de niños que trabajan en la siembra de alimentos. Y en las cadenas de suministro, que es una de las peores formas de trabajo infantil.

Los expertos advierten que ciertos plaguicidas pueden persistir en el medio ambiente durante décadas y representan una amenaza para todo el sistema ecológico del que depende la producción de alimentos.

“El uso excesivo de plaguicidas contaminan las fuentes de agua y el suelo, causando pérdida de biodiversidad, destruyendo a los enemigos naturales de las plagas y reduciendo el valor nutricional de los alimentos. El impacto de este uso excesivo también impone costos asombrosos en las economías nacionales de todo el mundo”, concluyen los relatores especiales de la ONU.

En uno de los apartados dedicados a los efectos ambientales, los expertos recuerdan que el uso de plaguicidas neonicotinoides es particularmente preocupante porque están relacionados con la muerte de las abejas de la miel en diversas zonas del mundo.

Este tipo de problemas es especialmente grave si se recuerda que aproximadamente el 70 por ciento de las especies de cultivos que alimentan a los humanos dependen de la polinización de insectos.

Los países en desarrollo son los más afectados por el mal uso de plaguicidas.

Aun reconociendo que ciertos tratados internacionales ofrecen actualmente protección contra el uso de unos pocos plaguicidas, los autores de este estudio subrayan que aún no existe un tratado global para regular la gran mayoría de ellos a lo largo de su ciclo de vida, dejando una brecha crítica en el marco de protección de los derechos humanos.

“Sin una reglamentación armonizada y estricta sobre la producción, la venta y los niveles aceptables de uso de plaguicidas, la carga de los efectos negativos de los plaguicidas es sentida por las comunidades pobres y vulnerables en los países que tienen mecanismos de cumplimiento menos estrictos”, destacan los relatores de la ONU.