El ritmo al que adoptamos las energías renovables ¿es suficiente? — ecologica
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El ritmo al que adoptamos las energías renovables ¿es suficiente?

Ana Lepure

El mundo está experimentando en menor o mayor medida diversos efectos del cambio climático como sequías más prolongadas o fenómenos naturales como huracanes de mayor intensidad, así como un deshielo de glaciares sin precedente.

Más de 190 países han firmado el Acuerdo de París, que no es otra cosa que comprometerse a implementar políticas públicas que contribuyan a reducir las emisiones de gases efecto invernadero (GEI), en términos de bióxido de carbono equivalente (CO2e), y con ello limitar el aumento de la temperatura promedio global a 1.5 grados Celsius.

La producción de energía que se demanda en todos los sectores de la economía es una de las principales fuentes de CO2e; por ello es necesario trabajar en la transición a sistemas energéticos bajos en carbono.

En 2019, las emisiones a nivel global se estabilizaron luego de dos años de aumento, contabilizando 33 mil 200 millones de toneladas (33.2 giga toneladas) en ese año. Dicha estabilización en las emisiones se debe al papel cada vez más importante de las fuentes de energía renovables (principalmente eólica y solar fotovoltaica), el cambio de combustible del carbón al gas natural y una mayor producción de energía nuclear.

El avance en la eficiencia energética también tuvo un impacto importante en la reducción del crecimiento de las emisiones en 2019.

Si bien en 2020 se observó una reducción histórica en las emisiones globales de 5.8 por ciento respecto a 2019, ello se debió a que muchas economías se contrajeron debido a las medidas de confinamiento establecidas para enfrentar la pandemia por Covid-19.

A pesar de esta caída récord, a nivel global estamos lejos de hacer lo suficiente para lograr una transición energética limpia clara y decisiva.

En 2020, la Organización de las Naciones Unidas reportó en su informe sobre la brecha de las emisiones que los niveles de ambición en el Acuerdo de París deben aumentarse cinco veces para limitar el calentamiento a un 1.5 °C, y al menos triplicarse para encaminar al mundo a la trayectoria de 2 °C (ver gráfico del Climate Action Tracker).

Sin embargo, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (AIE) el mundo puede cumplir con los tres objetivos de desarrollo sostenible (ODS) relacionados con la energía.

En su escenario de desarrollo sostenible (SDS) plasma que esto se puede lograr con tecnologías disponibles hoy y medidas económicamente viables en materia de energías renovables y eficiencia energética.

Para el caso de las energías renovables los pronósticos son alentadores. En el 2020 fue la única fuente de energía cuya demanda creció, mientras que el consumo de los otros combustibles disminuyó.

Solo en 2020, la capacidad instalada se incrementó en 45 por ciento, el mayor crecimiento en los pasados 20 años. Además, se espera que en los siguientes años el crecimiento global de capacidad instalada para la producción de energía sea en 90 por ciento para fuentes renovables.

Cuantos más combustibles fósiles sean utilizados en nuestros sistemas energéticos mayor es la producción de CO2. Por ejemplo, el sistema eléctrico nacional de México emite casi media tonelada de dióxido de carbono (0.494 tCO2e/MWh) por cada MWh consumido.

La transición energética limpia no solo implica transitar a sistemas bajos en carbono, sino también hacer un uso eficiente de la energía, reduciendo la necesidad y aumentando la eficiencia. Cuanto más eficiente sea su uso, o evitemos su uso, menos necesidad habrá de producir más energía.

La eficiencia energética ha mejorado en años recientes, pero a niveles muy por debajo de los necesarios para alcanzar los ODS. Hasta 2019, la tasa de avance de la eficiencia energética (medida en términos de intensidad energética) había ido mejorando, aunque no con la velocidad esperada para llegar al escenario SDS de la AIE. En 2019, la tasa global de mejora fue de 1.6 por ciento respecto a 2018, pero debajo del promedio de mejora entre 2010 y 2017, que fue de 2.2 por ciento, y muy por debajo de la tasa promedio anual necesaria y posible, de acuerdo con el escenario de desarrollo sustentable de la AIE, que es de 3.6 por ciento.

Como ya se comentó, se puede acelerar la transición energética aprovechando la tecnología actual, recortando subsidios a combustibles fósiles y dirigiéndolos a los renovables, así como cumpliendo estrictos estándares de eficiencia energética.

Sabemos a dónde necesitamos, y podemos, llegar. Pero se requieren cambios estructurales reales y contundentes tanto en los sistemas de producción de energía como en los patrones de consumo que tenemos en conjunto para lograr la transición energética.

Todo ello en un marco que garantice que las personas estén en el centro de las transiciones a energía limpia en todo el mundo, y así, asegurar el acceso universal a servicios energéticos de calidad y reducir la inequidad al contar con sistemas energéticos inclusivos y socialmente equilibrados.

Ana Lepure
Especialista en políticas de eficiencia energética