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El parecer de la Comisión Europea sobre la COP26

La Unión Europea, que reúne a los principales países de ese continente, apoyó el consenso alcanzado tras dos semanas de intensas negociaciones. La presidenta de la Comisión Europea –una de las siete instituciones que conforman la Unión Europea–, Ursula von der Leyen, dijo: “Hemos avanzado en los tres objetivos que nos fijamos al inicio de la COP26:

  • Conseguir compromisos de reducción de emisiones para mantener al alcance el límite de calentamiento global de 1.5 grados Celsius.
  • Alcanzar el objetivo de 100 mil millones de dólares anuales de financiación climática para los países en desarrollo y vulnerables.
  • Conseguir un acuerdo sobre el reglamento de París. Esto nos hace confiar en que podemos ofrecer un espacio seguro y próspero para la humanidad en este planeta. Pero no habrá tiempo para relajarse: aún queda un duro trabajo por delante”.

En el marco del Acuerdo de París, 195 países acordaron mantener el cambio de la temperatura media mundial por debajo de 2 °C y lo más cerca posible de 1.5 °C.

Antes de la COP26, el planeta iba camino de un peligroso calentamiento global de 2.7 °C.

Basándose en los nuevos anuncios realizados durante la conferencia, los expertos estiman que a estamos en camino de entre 1.8 °C y 2.4 °C de calentamiento. En las conclusiones de Glasgow, las partes acordaron revisar sus compromisos, según sea necesario, antes de finales de 2022 para ubicar al mundo en la senda de los 1.5 °C de calentamiento global.

La COP26 también completó las negociaciones técnicas sobre el llamado Libro de reglas del Acuerdo de París, que fija los requisitos de transparencia e información para que todas las partes hagan un seguimiento de los avances respecto a sus objetivos de reducción de emisiones.

El Libro de reglas también incluye los mecanismos del Artículo 6, que establecen el funcionamiento de los mercados internacionales de carbono para apoyar una mayor cooperación mundial en la reducción de emisiones.

Antiguos compromisos de la Unión Europea

El 1 de noviembre, la presidenta de la Unión Europea prometió mil millones de euros para el Compromiso de Financiación Forestal Global. Un día después, anunció una Asociación para la Transición Energética Justa con Sudáfrica y lanzó oficialmente el Compromiso Mundial sobre el Metano, una iniciativa conjunta de la Unión Europea y Estados Unidos.

Esta iniciativa ha movilizado a más de 100 países para reducir sus emisiones colectivas de metano en al menos un 30 por ciento para 2030, en comparación con los niveles de 2020.

El 9 de noviembre, anunció una nueva promesa de financiación de 100 millones de euros para el Fondo de Adaptación al Cambio Climático. Se trata de la mayor promesa para el Fondo de Adaptación hecha por los donantes en la COP26.

Aspectos clave alcanzados

  • Se insta a los países desarrollados a duplicar los fondos para los países en desarrollo para ayudarles a adaptarse al cambio climático.
  • Se solicita a los países a actualizar a más tardar el año entrante sus metas de reducción de carbono para 2030.
  • Se hace un llamado para reducir gradualmente “el uso del carbón como fuente de energía y los subsidios a los combustibles fósiles ineficientes”.
  • Se hace énfasis en la necesidad de “aumentar significativamente el apoyo” a los países en desarrollo más allá de los 100 mil millones al año.
  • Se establecerá un diálogo para examinar el tema de dinero a cambio del daño que el cambio climático ya ha causado.


Otros compromisos importantes de la cumbre

  • Estados Unidos y China se comprometieron a impulsar la cooperación en temas climáticos a lo largo de la próxima década. Acordaron tomar medidas en varios temas, como emisiones de metano, transición hacia energía limpia y la descarbonización. La declaración conjunta dice que ambas partes evocarán su firme compromiso de trabajar juntos para lograr la meta de incremento máximo de temperatura de 1.5 grados.
  • Los líderes de más de 100 países, que representan casi el 85 por ciento de los bosques del mundo, prometieron frenar la deforestación para 2030. De ello ofrecemos los detalles en un texto especial.
  • Cien países acordaron establecer un programa para reducir 30 por ciento de las actuales emisiones de metano para 2030.
  • Más de 40 países –incluidos los principales consumidores de carbón como Polonia, Vietnam y Chile– acordaron reducir el uso de dicho combustible, que por primera vez de forma explícita se nombra como raíz de las causas del calentamiento global.
  • Cerca de 450 organizaciones financieras, que controlan 130 billones de dólares, acordaron respaldar tecnología “limpia”, como la energía renovable, y financiamiento directo para quienes se alejen de los combustibles fósiles.

 

Declaración sobre los bosques y el uso de la Tierra

Nosotros, los líderes de 141 países acordamos:

Enfatizar las funciones críticas e interdependientes de los bosques de todo tipo, la diversidad biológica y el uso sostenible de la Tierra para permitir que el mundo cumpla sus objetivos de desarrollo sostenible; ayudar a lograr un equilibrio entre las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero y la eliminación por los sumideros; adaptarse al cambio climático, y mantener otros servicios de los ecosistemas.

Reafirmamos nuestros respectivos compromisos, colectivos e individuales, con la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Acuerdo de París, la Convención sobre la Diversidad Biológica, la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y otras iniciativas relevantes.

Reafirmamos nuestros respectivos compromisos con el uso sostenible de la Tierra y con la conservación, protección, manejo sostenible y restauración de los bosques y otros ecosistemas terrestres.

Reconocer que para cumplir con nuestros objetivos de uso de la Tierra, clima, biodiversidad y desarrollo sostenible, tanto a nivel mundial como nacional, se requerirán más acciones transformadoras en las áreas interconectadas de producción y consumo sostenibles; desarrollo de infraestructura; comercio; finanzas e inversiones, y apoyo a los pequeños agricultores, los pueblos indígenas y las comunidades locales que dependen de los bosques para su sustento y tienen un papel clave en su gestión.

Por lo tanto, nos comprometemos a trabajar colectivamente para detener y revertir la pérdida de bosques y la degradación de la Tierra para 2030, al mismo tiempo que se ofrece un desarrollo sostenible y se promueve una transformación rural inclusiva.

Fortaleceremos nuestros esfuerzos compartidos para:

  • Conservar los bosques y otros ecosistemas terrestres y acelerar su restauración.
  • Facilitar políticas de comercio y desarrollo, a nivel internacional y nacional, que promuevan el desarrollo sostenible y la producción y el consumo sostenibles de productos básicos, que redunden en beneficio mutuo de los países y que no impulsen la deforestación y la degradación de la Tierra.
  • Reducir la vulnerabilidad, generar resiliencia y mejorar los medios de vida rurales, incluso mediante el empoderamiento de las comunidades, el desarrollo de una agricultura rentable y sostenible y el reconocimiento de los múltiples valores de los bosques, al tiempo que se reconocen los derechos de los pueblos indígenas, así como de las comunidades locales, de conformidad con las normas pertinentes. Legislación nacional e instrumentos internacionales, según corresponda.
  • Implementar y, si es necesario, rediseñar políticas y programas agrícolas para incentivar la agricultura sostenible, promover la seguridad alimentaria y beneficiar al medio ambiente.
  • Reafirmar los compromisos financieros internacionales y aumentar significativamente la financiación y la inversión de una amplia variedad de fuentes públicas y privadas, mejorando al mismo tiempo su eficacia y accesibilidad para permitir la agricultura sostenible, la ordenación forestal sostenible, la conservación y restauración de bosques y el apoyo a los pueblos indígenas y las comunidades locales.
  • Facilitar la alineación de los flujos financieros con los objetivos internacionales para revertir la pérdida y degradación de los bosques, al tiempo que se garantiza la implementación de políticas y sistemas sólidos para acelerar la transición hacia una economía que sea resiliente y promueva los bosques, el uso sostenible de la tierra, la biodiversidad y los objetivos climáticos.

Instamos a todos los líderes a unir fuerzas en una transición de uso de la Tierra sostenible. Esto es esencial para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, incluida la reducción de la vulnerabilidad a los impactos del cambio climático y mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de los 2 °C y continuar los esfuerzos para limitarlo a 1.5 °C. Juntos podemos tener éxito en la lucha contra el cambio climático, lograr un crecimiento resiliente e inclusivo y detener y revertir la pérdida de bosques y la degradación de la tierra.

Cabe señalar que entre los firmantes se encuentran los países donde la deforestación es un problema muy grave: Brasil, Colombia, Perú, el área centroamericana, Venezuela, Colombia y México.

El porcentaje de bosque cubierto por los países signantes, suma 90, 94 por ciento de los existentes en el planeta. Esto representa 14 millones 252 mil 996 millas cuadradas.

Obstáculos a la cooperación entre Estados Unidos y China

Pese a lo acordado en Glasgow sobre cooperar para alcanzar metas positivas en torno al clima, cabe recordar que el presidente estadounidense, Joe Biden, no logró que el Congreso de su país aprobara su ambiciosa iniciativa de electricidad a partir de energías renovables. Esto debilita su capacidad de presionar a otros países hacia reducciones de emisiones.

Por otra parte, la relación de la gran potencia y China se resintió aun más tras la creación de Aukus, un pacto militar anunciado en septiembre por Estados Unidos, Reino Unido y Australia, que es interpretado por analistas como un intento de contrarrestar los avances de China. Por su parte, David Tyfield, profesor del Centro Ambiental de la Universidad de Lancaster en Inglaterra, advierte que si China no descarboniza su economía no vamos a vencer el cambio climático.

Pekín puede tener otro gran impacto en la lucha contra el cambio climático, según el experto.

“China es desde hace tiempo la fábrica del mundo y tiene un papel central en los circuitos de producción de economías alrededor del planeta. Esto significa que los esfuerzos de descarbonización que realice tendrán un impacto desproporcionado en industrias enteras y en todas las economías nacionales asociadas con esas industrias.”

Pero Tyfield advierte que las emisiones chinas no deben servir para que otros países abdiquen de su responsabilidad y demonicen al gigante asiático. “Los países de la OCDE combinados tienen un porcentaje similar al de China. Y los países ricos no tienen como China el problema de desarrollarse y descarbonizar en forma simultánea”.

Y aunque China es ahora el mayor emisor de CO2, el panorama es diferente cuando se habla de emisiones acumuladas históricamente, un punto importante para los reclamos de justicia climática. El CO2 emitido hace siglos sigue calentando hoy en día el planeta. Al considerar emisiones históricas, Estados Unidos con un 20 por ciento supera ampliamente a China con un 11 por ciento, según una investigación del sitio Carbon Brief.

Por ejemplo, Brasil tiene hoy emisiones per cápita de 9.5 toneladas de CO2 y metas de reducción para cerca de cinco toneladas para 2030. Pero las emisiones del gigante sudamericano vienen creciendo hace muchos años y fue uno de los pocos países cuyas emisiones aumentaron durante la pandemia en 2020 por la desforestación en la Amazonia y las emisiones de la agricultura”.

Otra mirada sobre la COP26

El Pacto Climático de Glasgow es histórico porque por primera vez los líderes de casi 200 países llegaron a un acuerdo para comenzar a reducir los combustibles fósiles, especialmente el carbón, que es el más contaminante.

Sin embargo, la propuesta inicial, del 10 de noviembre, no hablaba de reducir sino de eliminar el carbón. Pero todo cambió por la presión principalmente de China e India, los dos países que más producen carbón en el mundo. Esto hizo que la versión final quedara en una “reducción progresiva de la energía de carbón y la eliminación gradual de los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles”.

Otro de los temas que cambió en el acuerdo final se refiere a las finanzas climáticas. Las naciones insulares propusieron que se creara un mecanismo separado para financiar la restauración por las pérdidas y daños causados por el cambio climático.

El G77, coalición de la ONU de 134 países en desarrollo, más China, respaldó la propuesta. Pero Estados Unidos y la Unión Europea se opusieron. El motivo: el temor de que las naciones en desarrollo puedan exigir indemnizaciones por las contaminaciones históricas que las más ricas han producido con su industrialización. Todo quedó en un “diálogo de Glasgow” para debatir durante los próximos dos años la forma de conceder ese financiamiento.

El G77 manifestó su decepción pues “nuestra gente ya está experimentando una avalancha creciente de pérdidas y daños causados por el cambio climático. Escuchamos un reconocimiento generalizado de esta injusticia, pero hubo un fracaso para abordarlo”.

Combustibles fósiles

Cabe señalar que aunque se hace referencia en los acuerdos a los combustibles fósiles, se suavizó su contenido por las presiones de los países productores como Australia y Arabia Saudí. La decisión provocó muchas críticas.

Críticas a los resultados

Según un análisis de Climate Action Tracker, las “contribuciones nacionales determinadas” presentadas a tiempo se traducirían en un aumento de las temperaturas de 2.4 grados a los largo del siglo, rebajadas a 2.1 grados si se cumplen los objetivos de neutralidad de carbono en 2050.El propósito de Alok Sharma de (doblar la curva de los 2 grados) en Glasgow se habría quedado pues fuera del alcance. De ahí su llamada a los países a subir la ambición en 2022 y revisar anualmente sus planes.

Los grupos ecologistas criticaron los frutos de la COP26 por no haber logrado sus objetivos. Amigos de la Tierra la calificó incluso como “la gran escapada de los países desarrollados”. “Después de una serie de anuncios altisonantes y llenos de agujeros, los países ricos quieren cerrar un acuerdo que pase la responsabilidad del recorte de emisiones a los países en desarrollo, sin facilitar el dinero que necesitan para dejar atrás los combustibles fósiles”, dijo Sara Shaw, portavoz de Justicia Climática.

Cansin Leylim, del grupo 350.org, que se sumó a la manifestación de representantes de la sociedad civil en el interior de la cumbre, hizo también una lectura negativa de lo logrado: “No estamos en la dirección para mantener las temperaturas por debajo de 1.5 grados, y no se garantiza el apoyo suficiente de los países responsables a los países vulnerables. A menos que las negociaciones acaben con un compromiso para eliminar y dejar de financiar los combustibles fósiles, y garantizar las ayudas para una transición global justa, habremos cruzado las líneas rojas”.

El peligro sobre las comunidades indígenas

En cuanto al tema de la compensación de emisiones de carbono los grupos ambientalistas son muy críticos. Para Greenpeace y otras importantes organizaciones, existe el peligro de que las comunidades indígenas se vean desposeídas de su entorno, que grandes compañías o países del primer mundo lo controlen como un medio de compensar sus emisiones contaminantes.

Se podría contaminar en el primer mundo a cambio de mantener esos bosques en países desfavorecidos. Algo que, a su vez, requiere “mercantilizar” tierras que las comunidades locales requieren para su subsistencia, según denunciaron los grupos indígenas.

No podemos permitir que las naciones ricas y las corporaciones mercantilicen la naturaleza y compren tierras en países pobres para compensaciones (de las emisiones de carbono), para así poder seguir contaminando la atmósfera”, dijo Chris Greenberg, editor de Greenpeace Internacional en Nueva York.

“Estos pactos de cuarto trasero hechos de un día para otro, en pasillos repletos con 500 lobistas de los combustibles fósiles, son una traición a los jóvenes y las personas indígenas que continuarán luchando para detener las estafas de las compensaciones y mantener los 1.5 °C vivos”, critica Casson, en referencia al objetivo, marcado en París en 2015, de evitar que la temperatura global media se incremente por encima de ese límite. El argumento es que, sin diferenciar entre emisiones “cero netas” y emisiones “cero reales”, no se podría lograr ese objetivo.

Comentario final

La cumbre que estaba llamada a ser la definitiva y la que marcase el camino para afrontar una década crítica no consiguió cerrar un acuerdo a la altura del reto al que se enfrenta la humanidad. En un mundo ideal, los casi 200 países que conforman el Acuerdo de París habrían sellado un pacto donde se recogiese, con todo lujo de detalles y sin escatimar en recursos, lo indispensable para mitigar y adaptarse a los efectos del cambio climático desde ya, así como los pasos que se deben seguir para afrontar los daños y pérdidas de las naciones que menos recursos tienen (y que menos han contribuido a la crisis climática). Sin embargo, esta utopía no se ha logrado ni en las últimas 25 cumbres del clima ni en esta que termina.

Lo más probable es que esta COP sea recordada por ser aquella que se aplazó un año por culpa de una pandemia. Podría haber sido un París 2.0., con compromisos renovados y acordes a los últimos hallazgos científicos, pero una vez más la reticencia de muchos países a dejar atrás un sistema que se derrumba a cámara lenta no lo ha hecho posible.