Al conciliar el sueño, las personas con acúfenos escucharán zumbidos, chasquidos o silbidos, ruidos que no son percibidos en el entorno. Si bien no es una enfermedad, sí un síntoma que puede indicar desde algo tan simple como cerumen obstruyendo el canal auditivo hasta el traumatismo acústico que produce el ruido de conciertos o el uso de audífonos. Quizá podrían indicar también problemas cardiacos, tumores cerebrales, consecuencias de uso de algunos medicamentos como la aspirina e incluso señales de sordera.

El origen de los acúfenos se encuentra en los circuitos neuronales, específicamente de la cóclea, la cual transforma el estímulo acústico en señales eléctricas que son interpretadas por el cerebro. Su mal funcionamiento crea la ilusión de sonido cuando no lo hay. El tinnitus, como también se conoce, se presenta en un oído o ambos. La intensidad aumenta en la noche o en ausencia de actividad, generando estrés, insomnio o depresión.

Los acúfenos se clasifican en: objetivos, que son aquellos zumbidos que pueden ser percibidos por un especialista y cuya causa se relaciona con problemas en los vasos sanguíneos, y subjetivos, que sólo puede escuchar quien los padece. Este es el tipo más frecuente.

El acúfeno afecta a hombres y mujeres por igual. Al ser un síntoma, se diagnosticará con base en el historial médico. En casos severos, el otorrinolaringólogo realizará una otoscopía para explorar ambos tímpanos o hará un examen de audición. Aunque no hay cura, los audífonos especiales podrían controlar el zumbido, además de la terapia de reentrenamiento o aplicaciones para celular que ayudan a manejar el ruido.