Entre el gusto y la emoción — letraese letra ese

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Entre el gusto y la emoción


El ser objeto del deseo de otras personas es un aspecto presente a lo largo de la historia de la humanidad. Un asunto de interés para la mayoría de las personas. De múltiples maneras se han establecido formas de llamar la atención de otros seres en diferentes tiempos y espacios, estableciéndose muchos valores y cualidades distintas para que surja el interés de una persona por otra. Desde una plática, un ritual o ciertas interacciones hasta la posibilidad de seleccionar algún prospecto a la distancia, mediante la descarga de una aplicación y dando un click.

Lo anterior, en medio de tiempos de aislamiento social, de distanciamiento de los unos con los otros, no sólo motivado por la pandemia de COVID-19, sino por un sistema económico potencializador de la individualidad, en el que las nociones de colectividad se extravían a favor de la acumulación de elementos a favor de cada individuo, sin realizar un ejercicio de autoconciencia en correspondencia con el otro o la otra y con una mirada centrada en el beneficio de cada quien.

De reciente manufactura, el filósofo francés Gilles Lipovetsky ha publicado su libro Gustar y emocionar. Ensayo sobre la sociedad de seducción (Anagrama, 2020), para analizar las complejidades del fenómeno de la seducción y la atracción por otra persona a lo largo de la historia de Occidente, pero da un paso más y propone que esta constante seducción se ha trasladado a otros campos y espacios, alejados de las relaciones interpersonales, para ser la esencia del consumo, ese deseo de poseer algún objeto o mercancía, derivado del valor que el propio mercado le ha creado.

Seducir y ser seducido

Una de las primeras preguntas que se plantea el sociólogo francés es si existe o no un imperativo con respecto al gustar o no a otras personas o hasta qué punto se ha llegado en nuestras sociedades para dar realce a la seducción por sobre otros aspectos y otras cosas, privilegiándole o menguándole, tratando de entender si hay una metamorfosis en la idea propia del que una persona busque atraer a otras personas o simplemente ha sido un instinto o una inquietud perviviente y sin un impacto trascendental.

Lo anterior, motiva al también autor de De la ligereza a realizar un viaje por diferentes sociedades a lo largo del tiempo para ir comprendiendo la configuración y la relevancia que ha tenido el tema de la seducción en diversos momentos y etapas históricas, observando que múltiples expresiones culturales como la ornamentación del cuerpo, a través de tatuajes, escarificaciones o perforaciones, entre otras; el diseño de la vestimenta, ya sea que recubra o no ciertas partes del cuerpo, enfatizar alguna forma corporal o privilegiar o resaltar alguna tonalidad de piel; el uso de ciertos elementos como uniformes, distintivos, broches, medallas, armaduras, armas, entre otros; la asunción de determinados roles, como el de una persona seductora pero sin una aparente sexualidad ejercida o el de una aparente sexual desinhibida que se termina recatando, o la ejecución de ciertas acciones, como la participación en rituales colectivos, en festividades o en otros espacios comunitarios, e incluso, el vínculo de la búsqueda de la atracción del otro con el pensamiento mágico son parte de las innumerables expresiones culturales surgidas como producto de esa efervescencia por el despertar la atracción de otra persona.

 

Gustar y emocionar. Ensayo sobre la sociedad de seducción, analiza las complejidades del fenómeno de la seducción y la atracción por otra persona a lo largo de la historia de Occidente, así como su papel en las dinámicas del consumo actual.

 

Algo que encuentra el vocero de la idea de que nuestras sociedades están colmadas del individualismo, generándose, de cierta manera, un vacío al carecerse de vínculos sociales, es que las formas de seducción podrían haber sido múltiples y variadas, y lo siguen siendo hasta el día de hoy, pues se ha pasado del amor caballeresco al flirteo y a la digitalización de las posibilidades de seducción, pero, en todos los casos, ha estado bajo control.

Un control que se sustentó en el pensamiento crítico en la época antigua; después con la moda hacia finales de la Edad Media, y por último, con el privilegio del amor como principio legítimo de las relaciones matrimoniales. Sin embargo, en las últimas décadas, al privilegiarse al individuo por sobre todas las cosas, se le otorga un carácter soberano a esas “atracciones personales”, saliéndose de lo normado por muchos siglos, siendo lo principal que la persona construya su propio estilo y su propio cuerpo, y no sólo guste a los demás, sino también a sí misma, ocupando todas las posibilidades disponibles en un gran mercado.

Gustar y emocionar

A lo largo de su obra, Lipovetsky advierte sobre el privilegio que se la ha dado al cuerpo en las últimas décadas, en su ensayo sobre la ligereza analiza la predilección actual por los cuerpos ligeros, aquellos que demuestran una optimización de la condición de salud de la persona; una frescura, al intentar equiparse con los cuerpos jóvenes, y son reflejo de un estilo de vida totalmente enfocado a la glorificación de las tallas reducidas.

En estos momentos, asume el pensador galo, se vive en un periodo de seducción soberana, caracterizado por el reconocimiento del derecho a poner en valor los propios encantos, erotizar la apariencia, eliminar lo imperfecto, cambiar la forma del cuerpo en cualquier momento y edad, mejorar continuamente con el objetivo de gustar a las otras personas, pero, con más ahínco, a sí mismo.

Esos anhelos son captados por un capitalismo que a partir de la década de los setenta rompe sus esquemas anteriores e inicia una etapa en la que el mercado adquiere un carácter sacro, al convertirse en el regulador de muchos aspectos de la vida política y personal. Por lo que, a todos esos deseos de perfección continua, les brinda los insumos necesarios para conseguirla.

Ahora todo es posible dependiendo de los recursos financieros de cada persona, pero ese no termina siendo un obstáculo para alguien que ha sido seducido por las bondades de los mecanismos económicos. Porque las labores de seducción contemporáneas ya no sólo están enfocadas a las relaciones interpersonales, que de cierta manera, se han sometido a esta vorágine de la inmediatez dictada por los nuevos tiempos, y en realidad, dejan poco tiempo a la labor de seducción, pues más bien se aspira a sólo seleccionar algún “producto” disponible en los sitios de oferta, sino que están presentes en la política, en la comunicación, en la economía, y en prácticamente, cualquier espacio.

 

Se seduce a la persona para que guste y para que se guste a sí misma. Y se han encontrado espacios como las redes sociales, donde esa posibilidad de gustarse y ser gustado es parte del código de convivencia.

 

Seducción-mundo

Por lo tanto, vivimos en un seducción-mundo, en el que la seducción ha pasado a ser el aditamento principal de la economía, y por ende, todas sus esferas, por lo que hay un énfasis en el captar la atención de las personas, así como sus emociones y sus deseos, prometiéndoles la posibilidad de convertir en realidad todo aquello anhelado.

Así, se resquebrajan las ideologías, las colectividades, e incluso las instituciones, poniéndose de relieve al consumo y a las relaciones que pueden surgir alrededor de él. Se seduce a la persona para que guste y para que se guste a sí misma. Y ha encontrado espacios como las redes sociales, donde esa posibilidad de gustarse y ser gustado es parte del código de convivencia.

Pero ¿no hay ningún indicio de otras posibilidades de seducción? A diferencia de otros momentos, Lipovetsky considera que este intento de convencimiento del otro a través del gusto también es un detonante de la creatividad, pues en este instante, más que en ninguno otro, las personas también desean ser seducidas en sus sentidos. Incluso, en contraste con otras etapas, la creatividad está siendo altamente valorada, por lo que se habla de economías creativas, sustentadas en las posibilidades de generar propuestas seductoras para esparcir la mente y vivir experiencias únicas.

Y es justo en esa explosión de la valoración de la creatividad que hay posibilidades de contemplar otras posibilidades de seducción que hagan contrapeso a las formas seductoras actuales que no conducen hacia un futuro deseable y no piensan en el bienestar colectivo ni en el entorno ambiental ni en una armonía. Opciones que se alejen de la lógica mercantil vigente e impulsen la participación activa y el progreso personal y colectivo, se centren en las facultades humanas y en el enriquecimiento de las experiencias conjuntas e individuales.

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