Transexualidad romana
Teleusa y Legdo eran un matrimonio pobre. Ella estaba embarazada, pero él sabía que si el bebé resultaba ser niña, no tendría para pagar una dote, así que decidió que si nacía una niña, la mataría. El día que dio a luz, Teleusa vio que tenía una hija y se negó a la idea de matarla. En ese momento, se le apareció la diosa Isis y le aconsejó que le mintiera a su esposo diciéndole que era un niño.
Así, esa niña se llamó Ifis y fue criada como varón. Cuando creció, sus padres arreglaron su matrimonio con Yante, una joven que se enamoró de Ifis apenas lo conoció. Ifis, que sabía su realidad, pidió ayuda a la diosa Juno, mientras que su madre pidió a Isis, la diosa que años antes había salvado a su hija de la muerte. Isis la escuchó y convirtió a Ifis en un hombre, para que así pudiera casarse.
Esta es solo una de las múltiples representaciones del amor entre dos mujeres en la antigua roma, la cual alcanza un “final feliz” porque las diosas intervienen para “arreglar” todo al convertirlo en un amor heterosexual.
Pero por otro lado, las imágenes de personajes que transitan de lo masculino a lo femenino no gozaban de la misma aceptación (o más bien, tolerancia) de parte de la sociedad de la antigua Roma.
Por ejemplo, el emperador Heliogábalo, que fue descrito por el historiador Edward Gibbon como una persona “afecta a los más repugnantes de los placeres” y “afecto a copiar el vestir y los modales del sexo femenino”. Aunque esta descripción corresponde con los preceptos del siglo XVIII, cuando fue escrita, tampoco es falso decir que en la historia antigua, Heliogábalo fue considerado un regente “desviado” y “depravado”.