Menstruar sin impuestos — letraese letra ese

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Menstruar sin impuestos


Es el primer día de clases para el alumnado del primer año de preparatoria. El coordinador de los grupos ha pasado, salón por salón, a presentarse y dar indicaciones generales sobre las instalaciones, las clases y la disciplina. Sólo falta un tema por tocar, pero para ellos hay que hacer algunos ajustes. El coordinador llama a una profesora, quien a su vez, pide a los hombres que salgan del salón. Cuando quedan sólo mujeres en el aula, la maestra informa que cada una debe llevar una toalla sanitaria y entregarla a la enfermera del servicio médico, para que así haya una reserva en caso de que alguna joven llegue a necesitar usarla durante el ciclo escolar. Terminado el aviso, los hombres regresan al salón y las chicas empiezan a pensar, en silencio, cómo harán, en el momento necesario, para transportar eso a través del patio de la escuela sin que los demás se den cuenta.

Es una escena de hace 25 o 30 años, pero en realidad sigue sucediendo hoy en día en diversos puntos del territorio nacional. La menstruación ha sido un tema tabú, algo sucio, vergonzoso, o cuando menos, privado y de lo que no se habla. Algo natural pero que debe esconderse, porque hay un estigma que pesa sobre él.

Es por todo ese tabú que hablar de dignificar la menstruación parecía un disparate, hasta que un sector de la socidedad comenzó a alzar la voz para denunciar que el estigma de la menstruación está coartando derechos tan importantes como la salud y la educación para las niñas y las mujeres.

Las reglas sobre la mesa

Pareciera un lugar común decir que la menstruación "es natural", pero al momento de hablarlo se suele excluir a los niños, como tratando de "protegerlos" de los detalles "escabrosos" que, a veces, ni las propias mujeres quieren oír..

Y aunque en prácticamente todas las sociedades del mundo son las mujeres mayores las que instruyen a las más pequeñas sobre qué hacer y cómo manejar su menstruación, la realidad es que tampoco transmiten mucha información sobre el proceso, lo que es normal, lo que no y cómo puede gestionarse ese periodo de una mejor manera..

Fue apenas en 2021 que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) lanzó un par de Manuales sobre Salud e Higiene Menstrual, uno para niños, niñas y adolescentes, y otro dirigido a facilitadores o facilitadoras, como es el personal docente.

El objetivo de poner el tema sobre la mesa no era sólo hablar de los aspectos biológicos relacionados con la menstruación, sino también de las implicaciones sociales y de derechos humanos que este proceso tiene para la salud, el bienestar y el desarrollo de mujeres y niñas (además de otras personas que menstrúan y que no se identifican con el género femenino, como pueden ser los hombres trans y las personas de género no binario).

El UNICEF acuñó el concepto de "salud e higiene menstrual" (SHM), y afirma que éste "abarca aspectos del manejo de la higiene menstrual y otros factores como la salud, el bienestar, la igualdad de género, la educación, el empoderamiento de niñas y mujeres adolescentes y sus derechos".

 

El periodo menstrual está dejando de ser visto como un asunto exclusivamente médico para convertirse en un tema de derechos humanos. El concepto de menstruación digna pretende encausar las políticas públicas para acabar con las inequidades de género derivadas de la menstruación.

 

La menstruación y los derechos humanos

En los entornos urbanos, los productos de gestión menstrual como las toallas desechables, los tampones o incluso las copas son artículos al alcance de la mano. Sin embargo, si pensamos en un entorno rural, las limitaciones para manejar la menstruación se vuelven claras.

Si pensamos en una niña de 11 años que acude a la escuela primaria y que está teniendo sus primeras menstruaciones, en primer lugar, dependerá totalmente de sus padres para obtener toallas desechables (ni pensar en utilizar tampones porque o no están disponibles o se contraponen con el precepto de la virginidad).

Organizaciones civiles agrupadas en la iniciativa Menstruación Digna México han calculado que los productos de gestión menstrual pueden constituir hasta el 5 por ciento del ingreso mensual de una familia que vive en pobreza, lo cual implicaría un gasto muy elevado que no es viable costear.

Esa misma niña que no tiene acceso a los productos en cuestión, muy probablemente tampoco tenga acceso a instalaciones sanitarias adecuadas en su escuela, como baños, lavabos o siquiera agua corriente.

Lo que estas carencias provocan, en conjunto, es que muchas niñas prefieran no ir a la escuela los días que dura su menstruación, para evitar la incomodidad y el riesgo de mancharse y que "todo el mundo sepa" que están menstruando. Si una menstruación promedio dura 3 días, y el ciclo escolar tiene 10 meses, esa niña perdería 30 días de escuela por el simple hecho de menstruar.

"Contar con disponibilidad y acceso a agua segura, que los baños o letrinas estén en las mejores condiciones y que haya acceso a materiales para la menstruación es fundamental para tener una vida digna y para el cumplimiento de los derechos humanos", afirma el UNICEF, y agrega que la menstruación hace más profunda la brecha de género al ser un factor de diferencia de oportunidades entre niños y niñas.

Menstruación digna

Michoacán fue, en marzo de 2021, el primer estado mexicano en apr0bar una serie de reformas a la Ley Estatal de Educación para alcanzar una menstruación digna. Los cambios legales se enfocan en reconocer el derecho de las niñas y jóvenes a contar tanto con los insumos como con las condiciones que les permitan llevar sus periodos menstruales con dignidad.

Los cambios a partir de esta reforma implican: garantizar y fomentar la educación menstrual, enfatizar la salur sexual y reproductiva para promover una sexualidad más responsable, y entregar productos de gestión menstrual de manera gratuita en todas las escuelas públicas de la entidad. El texto del dictamen aclaró que estas garantías se brindarán a todas las "niñas, mujeres y personas menstruantes que lo requieran", reconociendo así, al mismo tiempo, la existencia de la diversidad sexogenérica en las comunidades escolares.

A nivel federal, en el mismo año 2020 se propuso una iniciativa similar para reformar la Ley General de Educación, impulsada por el colectivo Menstruación Digna México y las legisladoras de la Comisión de Equidad de Género de la Cámara de Diputados. Sin embargo, tal iniciativa no prosperó.

Pero las mujeres feministas integradas en el colectivo no desistieron, y plantearon incluir en la Miscelánea Fiscal 2020 la implementación de la tasa cero para los productos de gestión menstrual, al considerarlos artículos de primera necesidad, igual que los alimentos y los medicamentos.

La propuesta se sustentó en el hecho de que la menstruación no es una elección ni una decisión, sino un proceso biológico que forma parte de la vida de las personas de sexo femenino. Por tanto, contar con herramientas que les permitan gestionar su menstruación les hace posible continuar con sus actividades cotidianas, en lugar de tener que interrumpirlas.

La iniciativa fue aprobada y desde este 2022, los productos como toallas menstruales, tampones y copas no están gravados con IVA, lo cual, a decir de las activistas, ayuda a cerrar la brecha de género que se veía agudizada por un impuesto que las mujeres debían pagar por menstruar.

 

Desde el primer día de este 2022, los productos de gestión menstrual, como toallas desechables, tampones y copas no están gravados con IVA, lo cual, a decir de las activistas, ayuda a cerrar la brecha de género que se veía profundizada por un impuesto que las mujeres debían pagar por menstruar.

 

Aunque fue un buen avance, consideraron las activistas y legisladoras, todavía queda pendiente la reforma a la Ley General de Educación para garantizar que niñas y jóvenes tengan acceso gratuito a esos insumos en todas las escuelas públicas del país.

"¿Entonces quieren que les dejen de cobrar impuestos por el solo hecho de ser mujeres?", cuestionaron muchos hombres (y también muchas mujeres) en la arena inclemente de las redes sociales. Las activistas respondieron que no, que simplemente se trata de ofrecer un acceso justo a productos de primera necesidad que claramente afectaban financieramente a las mujeres y otras personas menstruantes que debían comprarlos.

De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad, la brecha salarial de género en el país es de 13 por ciento, es decir, los hombres ganan 13 por ciento más que las mujeres por el mismo trabajo, por lo que a un ingreso ya de por sí castigado había que agregarle un impuesto sesgado.

Algunos internautas incluso demandaron que, en ese caso, se dieran condones gratis para los hombres que lo requerían. Quizás no recordaron que esto ya sucede: hay condones gratuitos en todas las instancias de salud pública, y además están los condones comerciales que se pueden comprar si el hombre así lo prefiere. Sería el mismo caso con los productos menstruales: quienes puedan y quieran, pueden comprarlos de manera habitual, y quienes no tengan acceso a ellos, podrían obtenerlos gratis.

El Siguiente paso

Ahora que el tema se ha puesto a discusión, tanto legisladoras como activistas feministas quieren dar un siguiente paso. A finales de febrero pasado, la senadora Verónica Delgadillo, del partido Movimiento Ciudadano, presentó una iniciativa para tener derecho a un día de descanso en el caso de las mujeres que tengan complicaciones importantes debido a la menstruación, como dolor de cabeza, mareos y hasta desmayos.

El objetivo final es, en todo caso, reconocer que el sangrado menstrual es también un tema de interés público, contrario a lo que se ha enseñado a niñas y adolescentes desde hace siglos y en todas las culturas.

El primer paso es romper el tabú y acabar con la idea de que es sólo un tema de mujeres para verlo como un asunto de derechos humanos, que debería dejar de poner a las mujeres y niñas en desventaja.

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