La amenaza misógina — letraese letra ese

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La amenaza misógina


Joey es un joven de Florida, Estados Unidos. En 2018, a los 23 años, no tenía empleo ni iba a la escuela. Pasaba sus días frente a la computadora, fumando y haciendo videoconferencias con otros hombres como él. Joey se asume como “incel”, término acuñado en inglés para referirse a un “célibe involuntario”, es decir, un hombre heterosexual que, ya en la edad adulta, nunca ha tenido relaciones sexuales.

En una entrevista en video, concedida en ese año a la revista Vice, este muchacho delgado, de brillantes ojos azules, comenta que ser incel es “simplemente algo que eres”, es decir, una condición dada que se basa esencialmente en dos factores: el aspecto físico y la situación mental, que provocan que las mujeres los rechacen como potenciales parejas, principalmente sexuales.

Subjetivamente, no parece haber nada malo con la apariencia de Joey, pero en el terreno mental ha sido diagnosticado con agorafobia, trastorno obsesivo compulsivo, ansiedad social y paranoia social. Es por eso que pasa la mayor parte del tiempo en su habitación, charlando con otros incels sobre su frustración por no poder tener relaciones sexuales con mujeres. Muchos de ellos hablan sobre el odio que les tienen a ellas, y sobre formas de vengarse de su rechazo, que es lo único que han conocido en la vida. “Es como cuando has tratado muchas veces, pero has fracasado”, explica Joey.

Una subcultura sombría

A primera vista podría parecer que el celibato involuntario es algo por lo cual condolerse. Estos hombres, poco agraciados físicamente o lidiando con problemas mentales, sufren por no obtener la aceptación femenina y se ven obligados a mantenerse vírgenes sin desearlo. Sin embargo, en la subcultura incel esto se traduce en profundos estados depresivos y, en última instancia, en misoginia, odio y violencia.

Muchos hombres (y evidentemente, también mujeres, pero ese no es el tema aquí) han sido rechazados desde tiempos inmemoriales, pero hasta hace poco habían tenido que vivir solos con su frustración. En cambio hoy, en la era de Internet, tienen la opción de encontrarse con otros como ellos.

Las redes sociales más populares, como Facebook, Twitter e Instagram, no son los espacios preferidos de los incels, pues prefieren más privacidad para tejer sus lazos. Por eso eligen sitios web donde pueden interactuar a través de foros temáticos y con buen grado de anonimato, tales como 4chan o Reddit. Ahí no necesitan aportar más datos que un apodo y un correo electrónico de contacto, y pueden expresar sus ideas libremente, en un ambiente donde las condiciones de uso son más relajadas (y donde la empresa se tarda más tiempo en localizar el contenido prohibido). Pero también ha sido el caso de que, cuando sus grupos son detectados y cerrados por las plataformas, abren sus propios sitios web, como incels.me o incels.co.

 

Más allá de un submundo virtual donde pueden fantasear con vengarse de las crueles mujeres, los incels se han convertido en una amenaza real de violencia.

 

“En un gran porcentaje, hacen bromas sobre matar a las mujeres”, reconoce Joey, y habla de “ellos” como si él no se hubiera autonombrado incel unos minutos antes. Sin embargo, considera que “ellos” no son violentos, sino que más bien son “hombres dóciles” que viven con mucha frustración, y que “cuando atacan” es porque han acumulado demasiada presión y ésta explota de manera violenta.

Sin embargo, varias investigaciones periodísticas han documentado que los foros incels están plagados de comentarios donde los participantes fantasean con asesinar, torturar o violar mujeres, y otros tantos en los que describen el acoso o los abusos sexuales que han podido cometer contra algunas de ellas, acciones que son celebradas por sus correligionarios.

Para estos hombres, las mujeres son las únicas culpables de su celibato involuntario. Las consideran engreídas, arrogantes e interesadas en usar su cuerpo (su sexualidad) como una moneda de cambio para obtener una mejor posición en la sociedad. Como los incels están convencidos de que ellos no tienen nada que ofrecer (ni atractivo sexual ni compañía interesante ni dinero), generan rencor por esta “forma de funcionar de las mujeres”, y las desprecian al punto de desear acabar con ellas.

Cabe decir que el pensamiento feminista es un importante blanco del odio incel, ya que este grupo cree que el feminismo les da a las mujeres el poder de “hacer lo que quieran” con los hombres, desde no valorar las atenciones que éstos tienen con ellas hasta utilizarlos y dominarlos con tal de conseguir lo que desean, para luego desecharlos sin darles la “compensación correspondiente”, que sería el sexo.

El universo incel

Los incels, entonces, no son más unas "almas solitarias”. Han formado una comunidad virtual en la que se apoyan y fortalecen su ideología, que además, tiene toda una estructura.

Ellos clasifican a las personas del mundo con un criterio central: la belleza física. Así, los hombres se dividen en tres principales categorías. La primera son los “Chad”, que son los hombres físicamente agraciados que cumplen con el estereotipo del chico popular de la escuela, deportista y conquistador, que no necesita esforzarse para conquistar a las mujeres, pues ellas lo buscan. Según esta teoría, los Chad son sólo el 20% de los hombres, es decir, sólo la quinta parte de los varones “se llevan” todas las mujeres, y el resto está destinado al rechazo.

La segunda categoría son los “normies” (diminutivo de “normales”, en inglés), que se refiere a hombres que no son ni guapos ni feos, y que a veces se utiliza para excluir a hombres que no son considerados como “incels válidos". Así lo explica la antropóloga colombiana María José Vargas Romero, en su investigación titulada “La construcción de masculinidades mediante el lenguaje de la comunidad incel”. Y la tercera categoría son ellos mismos, los incels.

En cuanto a las mujeres, sólo consideran dos tipos. El primero son las “Stacy”, las mujeres atractivas con cuerpos esculturales, que únicamente se relacionan con los Chad. El segundo tipo son las Becky, aquellas mujeres menos atractivas, que incluso se visten de forma discreta porque tratan de ocultar que no son tan bellas como las Stacy. En esta organización del mundo, ni las Stacy ni las Becky se involucrarían jamás con un incel. Sería posible que las Becky entablaran relaciones con un normie, pero solamente si éste tiene el suficiente estatus social (principalmente económico) para compensar su carencia de atractivo físico.

Frente a este panorama, los incels podrían dividirse en dos posturas. Una de ellas cree que es posible alcanzar a una mujer si se llega a dominar el juego de la seducción, todo con tal de cumplir el objetivo de tener relaciones sexuales. La segunda postura es más pesimista, pues afirma que para entrar al juego de las relaciones es necesario ser favorecido genéticamente, pues si eres feo, jamás tendrás sexo ni relaciones amorosas, por lo que deducen que la felicidad es inalcanzable para la mayoría de los hombres.

 

Según Joey, joven incel de 23 años, compartir el espacio virtual con sus correligionarios es divertido, es mejor que estar en el mundo real, donde no siente que exista realmente. Sin embargo, en los años recientes cuatro de sus amigos se han suicidado.

 

Un riesgo real

Más allá de un submundo virtual donde pueden fantasear con vengarse de las crueles mujeres, los incels se han convertido en una amenaza real de violencia. Según la cadena de noticias CBS, el Servicio Secreto de Estados Unidos publicó, a mediados de marzo, un reporte sobre la "creciente amenaza terrorista incel".

El documento de 26 páginas señala que la intervención temprana y las evaluaciones de comportamientos que pueden ser amenazas serían la diferencia entre la vida y la muerte para las mujeres que pudieran ser objeto de los ataques incel. Además, concluye que mientras no haya un perfil del individuo que planearía o ejecutaría estos atentados, los investigadores deben considerar los potenciales objetivos cuando están buscando frustrar un ataque, ya que estos hombres usualmente estudian varios objetivos antes de tomar una decisión.

El primer ataque vinculado oficialmente a la comunidad incel fue perpetrado en 2014 por el estadunidense Elliot Rodger, un joven de 22 años que apuñaló y disparó a decenas de personas en los alrededores de la Universidad de California en Santa Bárbara. El saldo fue de trece personas heridas y siete fallecidas, incluyendo a Rodger, quien se suicidó.

Un día antes del ataque, el joven había publicado un video donde explicaba que por alguna razón no era sexualmente atractivo para las mujeres, por lo que estaba deseoso de castigarlas por rechazarlo, y de lastimar también a hombres sexualmente activos, puesto que llevaban una vida mejor que la suya.

Además, Rodger dejó un documento de más de 140 páginas titulado "My twisted world" (Mi mundo retorcido), donde cuenta su vida y sus razones para odiar a ciertos hombres y a las mujeres. Cabe decir que este documento ha sido abrazado por la comunidad incel como un manifiesto, y que el joven ha sido glorificado por sus congéneres como un mártir de la causa.

Otros episodio violento se dio en Toronto, Canadá, en 2018, cuando Alek Manissian aceleró en una camioneta rentada contra un grupo de peatones, dejando como consecuencia 15 personas heridas y 10 muertas. Aunque el episodio sucedió cuando en Toronto se celebraba una reunión de ministros de seguridad del Grupo de los 7, las acciones de Manissian estaban claramente vinculadas al movimiento al que pertenecía, pues antes del hecho había publicado en su perfil de Facebook la frase "La rebelión incel apenas comienza".

También en América Latina se han suscitado ataques de este tipo. En 2019, Guillherme Taucci Monteiro y Luiz Henrique de Castro, de 17 y 25 años de edad, respectivamente, ingresaron a su antigua escuela en Sao Paulo, Brasil, y abrieron fuego contra los estudiantes. Ocho personas murieron y a ellas se sumaron los atacantes, que se suicidaron. Al rastrear su actividad en línea, se encontró que frecuentaban sitios dedicados a la misoginia, donde compartían con hombres incel.

Son sólo ejemplos de la violencia real y no fantasiosa que pueden llegar a alcanzar estos individuos. Ya sea por una genuina "identidad", por las dificultades individuales para relacionarse, por ciertos trastornos mentales o por el ambiente social que polariza a quienes apoyan la equidad de género y a quienes la detestan, lo cierto es que los grupos incels siguen creciendo bajo el anonimato de la web. Si bien no es un grupo terrorista como tal, sí parece otorgar el pretexto perfecto para asesinatos en masa en nombre del castigo a las mujeres.

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