Transexualidad en la infancia — letraese letra ese

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Transexualidad en la infancia


“¿Por qué no me llamo como mis primas?”, repetía constantemente Sofía a su mamá, a quien solía plantearle ese y otros cuestionamientos como “¿cuándo se le caería el pene?” o se emocionaba por ocupar todo aquello que pareciera un vestido o ropa de mujer. Una situación desconcertante para su madre, que pensó en que sería un chico homosexual, pero después se dieron cuenta de que su situación era diferente, pues era una niña trans y, por lo tanto, su identidad de género no correspondía con su cuerpo.

Tras pedir apoyo de especialistas, se percató de la complejidad del tema y de que Sofía quería ir disfrazada  de personajes femeninos a las fiestas, y de que sólo estaba a gusto cuando tenía una identidad social totalmente femenina. Incluso trató de mantenerla en la escuela con ayuda de algunos docentes, pero resultaba complejo mantener el secreto. Los cuestionamientos y la situación le provocaban estrés y aislamiento social. Y ni siquiera una recomendación en materia de derechos humanos le ayudó a cursar tranquilamente el jardín de niños.

Considerando que tendría poca ayuda en Aguascalientes, donde residían Sofía y su mamá, comenzaron a solicitar ayuda a organizaciones de la sociedad civil para que las apoyaran. Entre las sugerencias recibidas estaba que se litigara el reconocimiento de la identidad de la menor sin que tuviera que ser sometida a peritajes judiciales o psicológicos.

La mayoría de los casos se ganaban. Incluso, dos años antes, en 2015, en la Ciudad de México, se celebró una audiencia para el cambio de identidad de un menor de 17 años, quien en todo momento tuvo el apoyo de su padre y de su madre y de autoridades gubernamentales como la entonces Procuraduría General de Justicia del DF y el DIF, que supervisaron el respeto a todos los derechos de la persona menor de edad.

Pero el caso de Sofía era diferente porque apenas tenía seis años y no querían que viviera un proceso judicial, sino que, al igual que las personas adultas, pudiera modificar su documentación legal con un simple trámite administrativo. En conjunto con la organización Litigio Estratégico en Derechos Sexuales y Reproductivos, se logró rectificar su documentación sin llevar a cabo un juicio, un hecho histórico sin precedentes en México.

El panorama solía ser complejo para muchas niñas y niños trans como Luis, quien durante su adolescencia se enfrentó a obstáculos como que en la lista de su grupo escolar le llamaran con un nombre con el que no se identificaba, y no le dejaran entrar a un baño en donde se sintiera cómodo, o hacer ejercicio al lado de amigos con los que se sintiera identificado y le protegieran de violencias y de bullying o acoso en el plantel escolar.

 

La vivencia de niños y niñas trans es una realidad que no puede negarse. Las leyes del país han tenido que adaptarse a estas experiencias que, lejos de ser un trastorno, son muestras de la diversidad humana.

 

Él y su mamá querían cambiar esa realidad. Deseaban que él contara con documentos que acreditaran su identidad sin cuestionamientos, pero los obstáculos a sortear eran muchos. En primer lugar, pagar un juicio en el que se le realizaran a Luis peritajes psiquiátricos para determinar que no tuviera un trastorno mental y se le sometiera a interrogatorios por parte de un juez. Aunado a que su padre y su madre también deberían ser analizados psicológicamente, y tendrían que presentarse a declarar varios testigos para que se avalara su forma de ser.

Todo lo anterior fue considerado como una afrenta a los derechos de Luis y su familia decidió interponer un amparo para que él no tuviera que vivir esa situación. De igual manera, les esperanzaba una iniciativa de ley presentada en el Congreso de la Ciudad de México para permitir a las personas trans menores de edad el reconocimiento de su identidad. Ésta nunca se aprobó. Entretanto, el ya cada vez más cercano a la adultez chico sufría ataques de estrés y de ansiedad por la falta de documentos legales, pues mientras se discutía su amparo, se acercaba el momento de iniciar el proceso de registro para la universidad, y él quería hacerlo con su identidad.

Después de más de dos años de vericuetos administrativos y judiciales, por fin, Luis pudo recibir el acta de nacimiento en la que se le reconocía su identidad. Él mismo ha descrito a ese día como uno de los más grandes acontecimientos de su vida: el día que tuvo en sus manos un papel en el que se asentaba que se llamaba Luis y era del género masculino.

Avances

Para la mamá de Luis y abogada, Tania Morales, fundadora de Infancias Trans, los dos últimos años han sido de avances, detonados por un decreto emitido en 2020 por el gobierno del estado de Jalisco como un acto administrativo, dando la posibilidad de reconocer la identidad de género de todas las personas trans sin límite de edad.

De acuerdo con la especialista, con este decreto se determinó que cualquier persona podía acceder al trámite en Jalisco, sin el imperativo de tener que ser acompañada por su padre o su madre o un tutor. En última instancia, podía hacerlo con el respaldo de la Procuraduría del Menor. Todas estas medidas respondían a las recomendaciones internacionales emitidas por la Organización de Estados Americanos.

Después de lo ocurrido en Jalisco, hubo una serie de cambios en las ciudades de origen de muchos de las y los niños que estaban realizando sus rectificaciones de documentación, pues pedían a los registros civiles donde se les había registrado que resguardaran sus actas primigenias. En algunos casos fue fácil, pero en otros se tuvo que hacer amparos, aunque esto ayudo al empuje del tema en todas las entidades federativas, comentó la también activista.

Una de las primeras respuestas fue la de la Ciudad de México, donde, en 2021, se emitió un decreto para que personas de entre 12 y 17 años, pudieran realizar la rectificación de su acta de nacimiento a manera de trámite administrativo. Si bien la capital mexicana había sido pionera en la materia, sus leyes no aplicaban a personas trans menores de edad.

Al final del mismo año, Oaxaca se convirtió en el primer estado en legislar en la materia a través del Congreso local para garantizar el derecho a la identidad de personas trans de 12 años en adelante. En marzo de este año, Sinaloa fue la segunda entidad en hacerlo.

De igual manera, la Secretaría de Relaciones Exteriores ha propuesto e impulsado que en los consulados mexicanos de todo el mundo se reconozca la identidad de género de todas las personas.

 

En cinco estados del país se reconoce legalmente la identidad de género de las personas trans menores de edad. En Oaxaca y Sinaloa se han modificado las leyes locales. En la Ciudad de México y Jalisco se han emitido decretos, y en Puebla, por orden de la Suprema Corte, se deben rectificar sus documentos.

 

Nada que curar

“No hay nada que curar, la experiencia trans no es una enfermedad, sino una realidad que da cuenta de la diversidad humana. Las infancias y las adolescencias trans saben quiénes son y comprenden su lugar en el mundo, no son homogéneas, son diversas y construyen su identidad, independientemente de cualquier tratamiento médico o norma legal. La identidad de género de las niñas, niños y niñes trans es tan valiosa como cualquier otra por lo que merece la misma protección constitucional”, fueron las palabras del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, al argumentar sobre la inconstitucionalidad de las modificaciones al Código Civil de Puebla en materia de reconocimiento de las identidades de las personas trans, como parte de la Ley Agnes Torres, en memoria de la activista asesinada en la localidad en 2012.

La discusión en el máximo tribunal de justicia ocurrió en marzo pasado como producto de la reforma al artículo 875 Ter, fracción II, del Código poblano que exigía tener 18 años cumplidos para solicitar el levantamiento de una nueva acta de nacimiento. Al respecto, la Comisión Nacional de Derechos Humanos consideró que la medida vulneraba el derecho a la identidad de género de las infancias y adolescencias trans.

Como parte de la resolución, por primera vez en la historia, se establecieron ciertos parámetros para la atención al sector infantil y adolescente de las poblaciones trans como ser un trámite ágil, expedito, gratuito, sencillo y eficaz, basado en el consentimiento libre e informado de la niña, niño o adolescente, y diseñado con perspectiva interseccional; permitir rectificar su nombre y demás componentes de su identidad mediante la emisión de un acta nueva, sin verse obligadas a detentar otra identidad que no representa su individualidad; efectuarse a través de tutores o bien, a través de un representante legal, con la voluntad expresa de la persona menor de edad; incluir la asistencia de la Procuraduría de los derechos de la infancia; ser confidencial; no alterar la titularidad de los derechos y las obligaciones jurídicas contraídas previamente.

Camino por andar

En al menos 18 estados de la República Mexicana se tienen procedimientos para la rectificación de documentos de personas trans mayores de 18 años, pero hay que reformar la mayoría de los códigos civiles de estas localidades porque no contemplaron a las infancias y juventudes trans, asegura Tania, para explicar que aún restan bastantes pendientes en la materia, siendo el primero, asegurarse que en las 14 entidades donde restan realizarse las reformas correspondientes, se debe asegurar que los cambios propuestos incluyan a las poblaciones menores de edad, además de comenzar a gestionar los cambios en aquellos lugares donde ya se reconoce el derecho a la identidad de las personas trans, pero sólo para mayores de edad.

El otro reto, asegura la jurista, es la armonización de los trámites en cada uno de los estados, pues en algunos es muy rápido, y en otros, pueden pasar hasta seis meses, además de cambiar los procedimientos para la documentación escolar, pues es muy lenta y con muchas trabas.

Con una cara de satisfacción, no duda en responder que el panorama actual es muy diferente al que vivió mientras lograba la rectificación de la documentación de Luis, pues no había muchos antecedentes a nivel nacional e internacional, además de que, ahora, convertida en activista, se ha percatado de que hay familias que tienen claro cuáles son los derechos de sus hijos e hijas; las generaciones de adolescentes se asumen y muestran públicamente y conocen sus derechos.

Las realidades están cambiando para muchas personas trans, pues ya no viven en soledad su experiencia de vida, cuentan con el respaldo de sus familias, que a la vez, están buscando a otras familias que viven el mismo proceso, generándose redes de apoyo y de empatía, asegura Morales.

En el caso de ella y de Luis, el cambio también fue sustancial, pues ella se convirtió en una férrea defensora de los derechos de las personas tras menores de edad, y él, en un activista y cuestionador de las masculinidades y otras construcciones de género, que vive plenamente, y está llegando a la adultez temprana con mucho ímpetu e ideas para seguir cambiando las realidades de las personas trans.

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