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LA PRIMERA CAZA DEL VENADO

Hubert Matiúwàa

La caza permitió a nuestro pueblo sobrevivir. Para cazar hay que conocer el territorio, sus múltiples identidades, situar lugares de riesgo y nombrarlos para el saber de la memoria colectiva, conocer el tiempo de las nubes que engendran lluvia, la crecida de los ríos, las formas de la noche con las estrellas, el movimiento del aire. El venado es el que marca el territorio, sus huellas son el conocimiento del lugar que permite sostener la vida, para cazarlo. Hay que convertirse en hombre-venado, sentir como él, conocer sus miedos, su fortaleza y sabiduría. Algunos cazadores se convierten y se van al monte (nagòò xanuú). El padre de los venados los recibe, les pone un cuerno en la cabeza, los manda a buscar alimento para los huérfanos y los venados que lastimaron (locura, lo llama la ciencia occidental). Un cazador sabe que se caza a sí mismo, por eso debe conocer el profundo respeto de la vida. Para los mè’phàà, la primera caza del venado la hacen el sol y la luna, es la caza que permitió el movimiento que generó la vida y la memoria. Nuestro pueblo lo narra de la siguiente manera:

“La señora Gùmba kùùn ñèè vivía cerca de un río, un día encontró a dos niños en un nido, los recogió y crió como si fueran suyos, los llamó Gòn’ (Luna) y Àkhà’ (Sol). Les enseñó a tejer la ropa del armadillo, el ocelote, el colibrí y de todos los animales. Los niños crecieron y quisieron ayudar para llevar alimento a la casa, idearon instrumentos para cazar. Su mamá les dijo: ‘Por nada del mundo cacen al gran venado’. Les surgió la curiosidad, vigilaron a su mamá, quien todas las mañanas salía con tortillas, se dieron cuenta que alimentaba a un gran venado macho, después de comer ella se ponía para que el venado la montara. Ellos se preguntaron si ese era su padre, Gòn’ se tocó la cabeza y le dijo a su hermano: ‘Yo no tengo cuernos ni cola, ese no es nuestro papá’. Àkhà’ contestó: ‘Yo tampoco’. Regresaron a casa, hicieron una lanza llamada xkùdú, salieron al monte, llamaron al venado como lo hacía ella: ‘¡Ayà rá xtá bàdxan!’. Cuando salió lo mataron y le sacaron la piel, lo llenaron de abejas para simular el latido de su corazón. La señora Gùmba kùùn ñèè al día siguiente llevó comida al venado, tarareaba ‘vàxi ku taku, vàxi ku taku’. Le gritó ‘¡Ni’kha rá dxó’!’. No le respondieron. Se adentró en el monte para buscarlo, divisó su silueta en una loma, al llegar le dijo: ‘¡Te estoy hablando, viejo cara larga! ¡Oreja tiesa! ¿Qué no me escuchas?’. Le dio un manotazo hasta tumbarlo, salieron las abejas y la picaron. Sus hijos al ver que no regresaba fueron a buscarla, la encontraron desmayada. Arrepentidos por lo que hicieron, construyeron una pequeña casa en forma de matriz en donde la metieron para sacarle el veneno y curarla. Esa casa la llamaron ñèè (temazcal), pero todo fue inútil. Con la muerte de nuestro padre venado y nuestra madre Gùmba kùùn ñèè, la luna y el sol caminaron desamparados por el mundo, hicieron cosas buenas y malas. La luna enseñó el agua a nuestro pueblo, el sol levantó el fuego de la tierra, un día llegaron a la casa del cielo donde un señor les dio trabajo, ahí siguen hasta hoy, trabajando para cuidar nuestra vida”.1

En las zonas donde se cuenta esta historia se hace la ceremonia del temazcal. Si una mujer está embarazada, se tiene que presentar a Gùmba kùùn ñèè, ella es la que cuidó a nuestros abuelos sol y luna, está encargada de la salud y de la educación de los niños desde el vientre. Se dice que si un niño tiene marcas en la oreja es porque fue desobediente con ella. Ella es símbolo del agua, el venado del territorio-bosque, el sol y la luna del tiempo. El venado es amante, no esposo, refiere a dos territorialidades distintas: la condición humana y el territorio que da las condiciones para que la vida se reproduzca. En los pueblos mè’phàà a los niños que nacen fuera del matrimonio se les conoce como àda’ xaná (hijo del bosque). Aún se guarda en la memoria que el bosque permite que la sexualidad se desarrolle.

A continuación un relato de la caza del venado, que contó el hijo de un cazador de quien a su vez su abuelo era cazador. En las tres generaciones, ellos fueron merecedores de la piedra del venado, piedra que sólo encuentran aquellas personas que tienen el permiso de cazar para el àkùùn júbà (señor del bosque). Quien posee la piedra, tiene el poder de llamar a los venados, dar alimento y esperanza a la familia, es símbolo de alianza con el señor del bosque. La piedra siempre debe estar con el cazador. Por respeto se le da a beber la primera sangre de la caza. En el ritual de la cabeza del venado se le entrega cuentas de cada vida:

“Antes de cazar mi papá reza a la lumbre y a la piedra del venado porque es la que tiene comunicación con el padre de los venados. En una bolsa lleva la piedra y una tijera envueltas en un pañuelo, la tijera sirve para cortar las hierbas del monte y encontrar al venado. No se debe llevar dinero, cigarros, cerillos y pasadores, el dinero hace creer al padre de los venados que comprará a su hijo. Eso no está permitido, un hijo no se vende; si sigues las reglas de respeto él te da a su hijo, con la condición de que lo trates como a un hermano y sirva solamente para comer con tu familia. En la caza no debes llevar nada que te dé ventaja, como botas o muchas balas, reloj.

“Hay dos maneras de cazar: la que se hace con rifle y perros, para esto se tiene que conocer meses antes el único lugar de escape del venado y es ahí donde se le caza. El cazador debe saber interpretar cuál es ese lugar, el venado nunca deja su casa, da círculos, pero siempre vuelve. La caza prolongada se hace en tiempo de lluvias, tarda hasta 15 días, en ésta mi padre hace trampas conocidas como ni’tú. Él debe guardar ayuno; no debe tener sexo, comer picante, cebolla, ajo, aguardiente, todas las cosas que tienen olor. Su ayuno empieza a partir del día en que pone la trampa. Lo hace en 7 días, o 14 días.

“Antes de eso, mi padre busca las huellas del venado, se tarda semanas vigilando los lugares donde frecuenta, debe tener mucho cuidado de no alterar nada, el venado huele el peligro y al menor cambio en su camino cambia de rutina, también él sabe leer nuestras huellas. En el lugar más adecuado se pone la trampa, que consiste en hacer con lianas (ruma bi’xa) una especie de cuerda amarrada a un palo de ocho metros de alto, en el suelo se escarba un agujero de tres manos de profundidad y una mano de ancho, encima se ponen un nudo y una horqueta que sirve para fijar el nudo, se tapa con hojas, cuando el venado pasa mete su pata en ese hoyo e inmediatamente la horqueta se chispa y el nudo jala para arriba, haciendo que el venado quede colgado.

“Cuando mi papá mata al venado, lo traemos cargando. Antes de llegar a la casa me dice que vaya avisar a mi mamá, ella prepara lo necesario para dar la bienvenida al venado, junta copal, la cadena de flores, hace tortillas pequeñas que llamamos tortilla del venado. Cuando termina de preparar me dice que vaya avisarle a mi papá. Cuando llega mi papá, mi mamá se acerca a la puerta para recibir el venado, si es hembra le pone la cadenas de flores en el cuello, si es macho hace una corona en sus cuernos, lo ahúma con copal, lo acuestan en un costal, mi papá mete las tortillas en la boca del vendado, le mete siete o 14 en cada quijada, dependiendo de los días que guardó ayuno y del sexo del venado. Mi papá le dice: Gracias por venir a mi casa, tu papá no mezquinó tu vida, tuvo consideración a mis hijos, no llegaste en la pobreza, aquí estas flores, aquí está la tortilla, esto vas a comer porque viniste a donde vivo con mi mujer, con mis hijos, con mi gente. Le vas a decir a tu padre, el señor que vive en los cerros, que esto te regalamos, aquí te dimos de comer, te quisimos, te recibimos bien y te cuidamos, esto te regalamos. Para que le digas a tu padre que cuando venga tu hermano, también encontraremos qué darle, aquí hay regalos que dan nuestros hijos, que da mi esposa, que te dan mis hermanos, tú nuestro dijam’.2 Cuando vuelvas a tu casa dirás a tu padre que llegaste bien, para que cuando yo vaya a buscar a tu hermano que no brinque, que no corra mucho, que se acerque, que venga a la casa. Pasará un año cuando te vayas, cuando entreguemos tu hueso, habrá humo, habrá sangre, habrá velas, habrá dinero para que lleves y le enseñes a tu padre, que aquí te queremos como a un hermano.”

Después de las palabras se pela el venado, se le saca el corazón, la lengua, los hígados, riñones, se ponen en una olla a hervir, se saca las tortillas de la quijada y se ponen en dos totomoxtle que deben tener el mismo número. La carne que se puso a hervir debe estar media cocida, se corta en pequeños pedazos, se echa en un plato con las tortillas, se le entrega a la lumbre y se le dice: “Tú lumbre, vives todos los días en la casa, sabes dónde viven mis hijos, mis hermanos, sabes todo lo que nos hace falta para comer, tú que vas en todos los lados, en los árboles, en el cerro, en el cielo, sobre el río, le vas a decir al papá de los venados que aquí llegó su hijo, que lo tratamos bien, le dirás que mande otro de sus hijos, que no mande uno, que sean dos, que sean tres, que sean cinco, que sean un ciento. Aquí hay lo que encontramos padre lumbre, poquito vas a comer, aquí la carne de tu hijo, para que sigas calentando la casa donde vivimos, donde vino nuestro dijamí’”

. La carne del venado no la pueden comer los pollos ni el gato, se guardan los huesos, la cabeza. Después de un año se tienen que entregar en una cueva, se preparan flores contadas, velas, chilote, aguardiente, algodón, y se busca un chivo que servirá de sacrificio para acompañar los huesos. Se ponen las cabezas del venado en hileras, se enreda con algodón cada cabeza, y se mete en la cuenca de los ojos, se pone la cadena de flores, todo en un lecho que se llama xkanite’ , se riega con polvo de espejo y se pide para que no haga enfermedad, sangrado de nariz, calentura y que la gente no se vuelva loca y los cazadores se vayan al monte, se piden nuevos años, por la vida y el destino ”.3

El venado es un hermano, los cuentos de la memoria oral dan cuenta, por esa razón los cazadores no deben dejar un venado herido, porque violentan la relación entre el padre de los venados. Está estrictamente prohibido comerlo con tu amante, así se relata en una historia de origen “donde el padre de los venados le dice a un cazador que su esposa juega con su amante la carne que él caza y eso hace que el hueso de los venados tarde mucho en reencarnar y los heridos en curarse. El padre del venado dio muerte a los que jugaban la carne de su hijo e hizo una nueva alianza con el cazador”. Los hombres venado son dos territorialidades que se sustentan en una relación recíproca, dan fundamento a varias realidades alternas de la ética y la moral, a partir de su carne hay prohibiciones o esperanzas, el venado representa el conocimiento de nuestro territorio y un regulador de las relaciones humanas.

La caza que en un principio generó vida, hoy causa la muerte. Grupos del crimen organizado buscan a familias de cazadores para convertirlos en sicarios; cuando se niegan son ejecutados. Estas nuevas relaciones traen consigo un rompimiento de la concepción de la vida y la muerte dentro de la comunidad. Ante la ola de violencia perdemos saberes que nos permiten cuidar y defender el territorio. Se vuelve necesario pensar simbólicamente en la caza que dé aliento a nuestro pueblo, como antes lo hizo el venado. Escuchar el lenguaje de los otros con quienes habitamos para crear esperanza y respetar la vida. El camino del venado es el camino de la defensa del territorio, el regreso a la memoria ancestral. La primera caza del venado la hacen el sol y la luna, que a la vez son el tiempo. Es la caza que genera la vida y da fundamento a nuestra ética, la última caza es la que hace la humanidad para exterminarse, generando la muerte y la pérdida del sentido de nuestro hacer y estar en el tiempo.

1 Calleja Gálvez Valentina (2016). Entrevista de audio. El Obispo, municipio de Malinaltepec, Guerrero.

2 Expresión que se usa para referirse a algo que es de la misma especie, por ejemplo; cuando dos hongos son idénticos en su aspecto físico, se sabe que una es comestible y la otra no, se dice que una es familiar de la otra, su dijamí’.

3 Martínez Santiago Guillermo (2016). Entrevista de audio, Zilacayota municipio de Acatepec, Guerrero.

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