COLONIALISMO INTERNO DE NUEVA GENERACIÓN / 263 — ojarasca Ojarasca
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COLONIALISMO INTERNO DE NUEVA GENERACIÓN / 263

EN EL ACTUAL PANORAMA POLÍTICO Y SOCIAL de Latinoamérica, parecería que sólo México y Bolivia ahí la llevan, puestos contra el paisaje en ruinas del neoliberalismo desfondado que avanzó por la derecha impregnado del peor fascismo, ineficiente y corrupto como siempre, con particular empuje en Brasil, bajo la influencia atroz de Estados Unidos y la acción desestabilizadora y golpista de las altas burguesías locales. En tanto, Haití y Honduras, naciones hermanas, están destrozadas y a nadie le importa. Venezuela recibe el trato de “infra-país” árabe y con ello el gobierno de Donald Trump introduce en América un fantasma nuevo, y temible: las guerras por recursos, sin ningún respeto por los pueblos ni sus soberanías. Hoy el petróleo, mañana ¿el agua?, ¿el oro?, ¿el viento?

Prosperan los discursos de odio, el racismo descarado, el sexismo violento. Tanto que han avanzado las mujeres del continente en proyectos, acciones, conquistas y transformaciones profundas, hoy enfrentan en Argentina, Chile, Colombia, Brasil o Estados Unidos a los mastodontes que allí gobiernan, mientras los feminicidios y los mil agravios que acechan a diario a todas sólo aumentan, y en esto México no va a la saga de los peores.

El cambio de gobierno en diciembre ciertamente conmocionó al país y sacudió las estructuras del Estado. Con un discurso social heredero de Lula, Kirchner, Chávez y Correa, pero sobre todo de Luis Echeverría, ha creado una expectativa favorable en grandes capas de la población, incluso aquellas con peso en lo que en tiempos de redes llamamos todavía “opinión pública”. Con abundante legitimidad electoral, el discurso de Andrés Manuel López Obrador se enfoca en “el pueblo”, “los pobres”, “la gente”, descalifica a los científicos que disienten en algo específico, sataniza a la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales (que no son lo mismo), pone en tela de juicio a los artistas e intelectuales como una casta privilegiada y parásita, ignorando que en México la creación artística atraviesa un periodo excepcional, como ningún otro país del continente: cine, artes plásticas legales e ilegales, foto, literatura, música, teatro. Quizá estamos demasiado cerca para ver el conjunto, demasiado peleados unos con otros, entre la arrogancia y la ignorancia. Un ingrediente poderoso es la presencia de creadores de los pueblos originarios. Pero esto no sucede “gracias” a la acción estatal, que podría resultar ahora un estorbo en relación a las artes y la cultura.

Entre lo ganado y lo perdido en esta Cuarta Transformación del México imaginario, una cosa queda en claro: no se respetarán los territorios de los pueblos originarios, mucho menos se reconocerán sus autonomías ni sus demandas de autogobierno y determinación propia en sus lugares físicos e intangibles. A base de promesas generalizadoras y desarrollistas, el gobierno central atropella los derechos de las comunidades, los pueblos, las organizaciones, las resistencias, las regiones, con “soluciones” vicarias, como las “consultas”. A reserva de discutir el procedimiento en sí, de acuerdo a los nuevos estándares legales, el presidente impone consultas irregulares, con dados cargados al servicio de los inversionistas de siempre, dispuesto a diluirlas en grandes áreas no afectadas directamente, y cucharear los resultados. Cada nueva consulta la irregularidad es más palmaria, del aeropuerto en Texcoco al Tren Maya, y ahora la Termoeléctrica y los ductos que impactarán especialmente comunidades de Morelos cuyo “no” fue silenciado y mayoriteado por la tozudez presidencial. Y los pueblos pagaron con sangre. El asesinato de Samir Flores forma parte del proceso de avasallamiento de esas comunidades, inconformes por muy buenas razones.

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