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UN MAESTRO RURAL DISPUTA LA PRESIDENCIA DE PERÚ

WALTER VARGAS DÍAZ

En medio de profundas desigualdades atizadas por la crisis sanitaria, y cerrando un quinquenio de sucesivos conflictos políticos, las elecciones nacionales en Perú han arrojado un resultado histórico. Pedro Castillo, un maestro de escuela pública, campesino y sindicalista, obtuvo el primer lugar de preferencias electorales en la primera vuelta (19%) y enfrentará en el balotaje a Keiko Fujimori (13%), hija del dictador neoliberal Alberto Fujimori, quien purga prisión por crímenes de lesa humanidad y corrupción y a quien ha prometido excarcelar vía indulto político.

La irrupción del maestro Pedro Castillo, candidato presidencial del partido de izquierda Perú Libre, vuelve a poner a la orden del día la indignación en las zonas populares y rurales del país frente a tres décadas de neoliberalismo y frustraciones nacionales. Levanta como eje de su programa la convocatoria a una Asamblea Constituyente mixta, con representación popular directa, así como la revisión de los contratos de inversión con las empresas transnacionales que han afectado los derechos de los pueblos y la capacidad fiscal del Estado, para hacer frente a las actuales necesidades públicas en salud y educación.

 

De dónde emerge Pedro Castillo

Pedro Castillo es originario de la provincia de Chota (Cajamarca), cuna de las rondas campesinas en Perú, organizaciones autónomas de seguridad comunitaria nacidas en la década de 1970 que han devenido en fuerzas sociales movilizadas contra la depredación minera en el norte del país. Castillo ha integrado las rondas de Puña, de ahí su sensibilidad con el Perú profundo y, por supuesto, su compromiso de no autorizar los megaproyectos mineros depredadores de Conga y Tía María, así como poner en marcha una nueva reforma agraria.

Pero Castillo adquiere notoriedad pública como dirigente sindical. Durante 2017, fue el vocero de una masiva huelga nacional de docentes de escuelas públicas que duró 75 días, reclamando mejoras salariales y estabilidad laboral. Esta masiva protesta, realizada contra la voluntad de la dirigencia oficial del sindicato nacional docente (SUTEP), enfrentó también la estigmatización del gobierno y los medios de comunicación, que pretendían motejar a los huelguistas como tontos útiles de un supuesto e inexistente resurgimiento de organizaciones subversivas del pasado.

La potencialidad de este movimiento es uno de los sustentos políticos y sociales de la candidatura del profesor Castillo. El otro sostén es el partido Perú Libre, organización construida en torno a bases regionales en el centro y sur del país, con un ideario socialista, bajo el liderazgo de Vladimir Cerrón, médico de profesión formado en Cuba, que ejerció hace algunos años el cargo de presidente regional de Junin.

Sobre la base de una campaña electoral sencilla, fuera de las redes sociales limeñas, pero recorriendo pueblos y plazas del interior del país; Castillo fue aumentando la adhesión ciudadana a su candidatura, centrada en la reivindicación de los excluidos por el neoliberalismo y los desafectos del sistema político. Él mismo es uno de ellos. Hoy en día los analistas mediáticos y propagandistas neoliberales lamentan “no haber visto” este crecimiento a tiempo para detenerlo. De forma casi invisible a los grandes medios de comunicación, la candidatura de Castillo dio el gran salto dos o tres semanas antes de la votación, superando incluso a otra candidata izquierdista mejor posicionada mediáticamente: Verónica Mendoza.

 

Un mapa relevante: la votación en territorios de conflictos mineros

De acuerdo con los resultados oficiales, en diez de las once provincias andinas que concentran los más grandes y conflictivos proyectos mineros, Perú Libre obtuvo el primer lugar de preferencias electorales sobre las otras 17 candidaturas presidenciales. Estas provincias pertenecen a las regiones de Ancash, Apurímac, Arequipa, Cajamarca, Cusco, Junín, Moquegua y Tacna. Se trata de territorios donde operan empresas mineras transnacionales que provienen de Estados Unidos, Canadá, China, Suiza, entre otros, incluyendo al Grupo México.

Esta tendencia constata la debilidad del mito neoliberal de que la megaminería es sinónimo de desarrollo. Los pueblos de estos territorios más bien han optado en sentido contrario: la revisión de los contratos con las empresas transnacionales, la vuelta de tuerca en el esquema redistributivo y la nacionalización de los recursos estratégicos. Un enfoque que Evo Morales ha considerado similar al de la ruta seguida por Bolivia, aunque Castillo ha destacado que su propuesta tiene identidad propia y que la minería se realizará “hasta donde la naturaleza y la población lo permitan”. Sin duda, resolver esta tensión con el capitalismo extractivista es un reto fundamental en el proceso de cambios que se avecina, el cual dependerá —en buena  parte— de la articulación autónoma de los pueblos y comunidades indígenas a las decisiones de poder.

 

Una Asamblea Constituyente con olor a pueblo

Perú Libre propone la realización de un referéndum ciudadano para convocar a una Asamblea Constituyente que estaría basada —mayoritariamente— en una composición popular directa. En términos de Castillo, a ella accederán “personas que están abajo en el pueblo, las que sienten que han perdido todo”. De acuerdo con esta propuesta, el 60% de la Asamblea Constituyente estaría compuesto por organizaciones populares y representantes de trabajadores, y el 40% por partidos políticos y constitucionalistas.

Es una propuesta que desafía directamente a la institucionalidad que las élites empresariales y políticas han construido en el país, pero cuya viabilidad está amenazada por un congreso electo de mayorías derechistas. Por tanto, esta alternativa profundamente transformadora debería sostenerse en los movimientos sociales y organizaciones de trabajadores y trabajadoras que han desplegado resistencias y luchas frente al poder económico y político de la oligarquía neoliberal. Aún más, este escenario social constituyente es un espacio de disputa popular para las luchas que por lo pronto aparecen invisibilizadas en el programa de Castillo, como las reivindicaciones de igualdad de género y diversidad sexual.

Lo que se viene El balotaje a realizarse el 6 de junio ha abierto un escenario de confrontación política sin tregua. Tras el fujimorismo se concentra políticamente el bloque de poder económico dominante, beneficiario del modelo primario exportador, la privatización de derechos sociales y la megacorrupción empresarial. Definitivamente, la segunda vuelta será un plebiscito sobre la continuidad del modelo neoliberal o el inicio del cambio. Aún más, esta última opción sólo será posible si el gobierno del Bicentenario de la Independencia, que propone Pedro Castillo, se convierte en un instrumento de lucha de los pueblos y no sucumbe en la institucionalidad capturada por los poderes salvajes del sistema.

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Walter Varga s Díaz, abogado peruano, Escuela Saúl Cantoral.

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