No podemos ser inocentes: los cambios profundos llegarán para quedarse siempre que a nivel global avancemos en la misma línea, y por eso resulta más fundamental que nunca abrir espacios para alinear ideas y capacidades para el control ciudadano de las decisiones y de la transformación.
El relator de la ONU menciona cómo la contaminación química es una pandemia silenciosa de enfermedades, discapacidades y muertes que violan los derechos humanos y que obedecen a políticas de Estado que perpetúan la discriminación y la explotación, siendo las más afectadas, como siempre, las comunidades más pobres.
La iniciativa de ley nace con el vicio de incluir el aprovechamiento energético de los residuos que es una contradicción de fondo. Es necesario que la ley contemple objetivos y metas estratégicas para la transición hacia una economía circular. Igualmente objetivos de largo plazo y el cumplimiento de los compromisos adquiridos.
Desde principios de 2019, diversas organizaciones de la sociedad civil hemos trabajado para lograr una reforma a la ley de residuos del país (Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos o LGPGIR), como forma de hacer frente a la contaminación por plásticos.
A pesar del mandato de Basilea de reducir los movimientos transfronterizos de residuos peligrosos y plásticos y de reciclar lo más cercano al lugar de la generación de desechos, datos de las organizaciones civiles mexicanas muestran que no hay un control de la entrada de la basura plástica a nuestro país.
La creciente producción del plástico es combustible para la crisis climática, en la que día a día experimentamos a través de cambios bruscos de temperaturas, altas sensaciones térmicas, aumento del nivel del mar, inundaciones, sequías, entre otras consecuencias propias del cambio climático.
El ritmo con el que las empresas actualmente extraen combustibles fósiles para fabricar más envases de plástico socava cualquier esfuerzo; es por ello que se necesita un cambio en el sistema de producción y consumo para resolver de raíz el problema del plástico.
Contra los plásticos tóxicos: la economía circular