¿Residuos de plaguicidas en los alimentos? — ecologica
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¿Residuos de plaguicidas en los alimentos?

Los plaguicidas son productos químicos que se utilizan en la agricultura para proteger los cultivos contra insectos, hongos, malezas y otras plagas. Además de usarse en la agricultura se emplean para controlar vectores de enfermedades tropicales, como los mosquitos, y así proteger la salud pública.

Sin embargo, los plaguicidas también son potencialmente tóxicos para los seres humanos. Pueden tener efectos perjudiciales para la salud, por ejemplo, provocar cáncer o acarrear consecuencias para los sistemas reproductivo, inmunitario o nervioso.

Antes de que se autorice su uso, los plaguicidas deben estudiarse a fin de determinar todos sus posibles efectos para la salud, y los resultados deben ser analizados por expertos que evalúen cualquier riesgo que los productos puedan entrañar para las personas.

Peligro y riesgo: ¿cuál es la diferencia?*

Los productos químicos peligrosos, como los plaguicidas, se pueden clasificar, según estudios científicos de sus efectos potenciales para la salud, en cancerígenos (pueden provocar cáncer), neurotóxicos (pueden dañar el cerebro) o teratógenos (pueden dañar al feto).

Este proceso de clasificación, denominado “identificación de los peligros” es el primer paso en la “evaluación de los riesgos”. Un ejemplo de identificación de los peligros es la clasificación de las sustancias conforme a su carcinogenicidad para los seres humanos realizada por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), el organismo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) especializado en el cáncer.

El mismo producto químico puede tener efectos diferentes según la dosis; es decir, dependiendo de la cantidad del producto a la que se expone una persona. También puede depender de la vía por la cual se produce la exposición, por ejemplo, ingestión, inhalación o inyección.

¿Por qué tiene la OMS dos procesos bien definidos de “identificación de los peligros” y “evaluación de los riesgos”?*

La “identificación de los peligros” –en particular la clasificación de sustancias por su carcinogenicidad realizada por el CIIC– es el primer paso en el proceso de “evaluación de los riesgos”. La clasificación de un agente entre los que conllevan peligro cancerígeno es una indicación importante de que un determinado nivel de exposición, por ejemplo, derivada del trabajo, el medio ambiente o los alimentos, podría aumentar el riesgo de cáncer.

Con la evaluación de los riesgos provenientes de los residuos de plaguicidas en los alimentos, como la efectuada por la Reunión Conjunta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la OMS sobre Residuos de Plaguicidas (JMPR), se establece un nivel de ingesta seguro.

Los gobiernos y los gestores internacionales de riesgos, como la Comisión del Codex Alimentarius, utilizan la ingesta diaria admisible para establecer los límites máximos de residuos de plaguicidas en los alimentos. Las autoridades nacionales se encargan de hacer cumplir estos límites máximos para que la cantidad de plaguicidas a los que están expuestos los consumidores en los alimentos que ingieren a lo largo de su vida no tenga efectos perjudiciales para su salud.

La identificación de los peligros realizada por el CIIC y la evaluación de los riesgos efectuada por la JMPR son complementarias.

Por ejemplo, el CIIC puede hallar, en estudios científicos, nuevas pruebas sobre la carcinogenicidad de una sustancia química y, cuando es necesario, la JMPR evalúa o revalúa la inocuidad de esa sustancia en la forma en que se la utilice en los alimentos.

*Preguntas y respuestas para los lectores las ofrece la Organización Mundial de la Salud