Se rompen récords negativos: más calor, más incendios, menos salud — ecologica
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Se rompen récords negativos: más calor, más incendios, menos salud

Después que el año anterior se rompió récords de temperatura, este 2024 va por el mismo camino. Por ejemplo, enero fue el más cálido desde que existen registros, según informó el Servicio Copernicus de Cambio Climático (C3S).

Esto quiere decir que el pasado enero del estuvo 0.70 °C por encima de la media de 1991-2020 para este mes; y 0.12 °C por encima de la temperatura del anterior enero más cálido, el cual se registró en 2020. Asimismo, fue 1.66 °C más cálido que la media para el mismo mes en el periodo 1850-1900.

Si bien El Niño comenzó a debilitarse en el Pacífico ecuatorial, las temperaturas del mar se mantuvieron en un nivel inusualmente alto, reportó C3S. Y eso trajo consigo afectaciones: mientras el hemisferio norte vivió uno de sus inviernos más suaves, el hemisferio sur está lidiando con un fuerte verano.

En Sudamérica, los meses de enero y febrero estuvieron marcados por olas de calor, aumento de casos de dengue e incendios forestales.

En el parque nacional Los Alerces, en la provincia de Chubut en Argentina, el fuego afectó una amplia zona boscosa de 7 mil 500 hectáreas, aproximadamente. Para controlarlo, se requirieron aviones hidrantes, helicópteros y brigadistas de varias provincias.

Otras áreas silvestres afectadas fueron el parque nacional Nahuel Huapi (el incendio Arroyo Cretón-Brazo Tristeza consumió unas 585 hectáreas) y el parque nacional Lanín. Y en las cercanías del río Pilcomayo ocurrió un incendio que consumió mil 169 hectáreas.

En la Patagonia, la intensidad de los vientos favoreció la propagación de las llamas. Lo mismo sucedió en los bosques montañosos cercanos a Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana en Chile, donde los fuertes vientos desplazaron con rapidez el fuego.

El área reducida a cenizas fue de más de 29 mil hectáreas. Estos incendios destruyeron más de 7 mil viviendas y dejaron sin luz, agua y bajo una nube de humo a una de las zonas más pobladas de Chile. Además, causaron la muerte de al menos 132 personas, mientras decenas siguen desaparecidas.

“Se trata del incendio forestal más mortífero del mundo desde el de Australia en 2009”, señalaron los científicos del World Weather Attribution (WWA).

Si bien los fuertes vientos y las altas temperaturas contribuyeron a los incendios forestales, no fueron los únicos factores. “La meteorología es un factor importante en los incendios forestales, aunque los cambios en la vegetación (combustible), los factores de ignición y las estrategias de gestión de incendios también influyen”, destacó el WWA en su más reciente análisis.

La prolongada sequía en Chile desecó la vegetación, facilitando la existencia de combustible para los incendios. Los investigadores también mencionaron que los grandes monocultivos de pinos y eucaliptos, que se han plantado en las últimas décadas, aumentaron el riesgo tanto de ignición como de propagación del fuego en muchas regiones.

También está el tema del ordenamiento territorial. Una de las zonas más golpeadas corresponde a un asentamiento superpoblado que se instaló sin previa planificación en un terreno de difícil acceso y, debido a su cercanía con la costa y la capital, allí viven familias de clase media y baja, incluso en precarios.

“En toda la zona estudiada, el riesgo de incendio está aumentando notablemente debido a las actuales prácticas de gestión del territorio, como la expansión de las zonas de interfaz urbano-forestal (incluido el crecimiento de asentamientos informales en zonas forestales) y la conversión generalizada de plantaciones autóctonas a foráneas y monocultivos”, se lee en el estudio.

Tras analizar lo sucedido, los investigadores del WWA consideraron que “las inversiones existentes en prevención de incendios y medidas de adaptación, unidas a la percepción de bajo riesgo entre los residentes de las zonas propensas a los incendios, han demostrado una eficacia limitada para mitigar adecuadamente el riesgo de incendios”.

De hecho, y según la Corporación Nacional Forestal de Chile (CONAF), más del 99 por ciento de los incendios forestales ocurren a causa de la negligencia humana. Por ello, las campañas de prevención podrían ayudar a la concientización y propiciar acciones a nivel comunitario.

Un ejemplo de esto es el programa piloto de Villa Botania, una pequeña localidad cercana a Quilpué, que –si bien se vio rodeada por las llamas– apenas sufrió daños. La comunidad venía plantando vegetación autóctona y resistente al fuego a la vez que crearon cortafuegos.

“Las medidas para hacer frente al importante riesgo de incendio deberían incluir una mejor ordenación del territorio; una mayor coordinación, asignación de recursos y participación de la comunidad en la prevención y adaptación a los incendios; y campañas de concientización”, recomendó el WWA.

La vegetación exótica también estuvo detrás de los incendios forestales que afectaron a Bogotá, en Colombia. Eucaliptos, pinos y retamos espinosos son especies presentes en la cadena montañosa que limita la ciudad al este, donde se localizó parte de las llamas.

Lo que más preocupa a los expertos es que estas especies son consideradas “pirófilas” por su afinidad al fuego. “Cuando ocurre un incendio se ven beneficiadas en su reproducción y empiezan a tomar áreas más grandes, desplazando a la vegetación nativa”, explicó Arnold García Samaca, biólogo del Grupo de Investigación y Docencia en Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas (Ecolmod) de la Universidad Nacional de Colombia, a la Agencia de noticias, AFP.

“Estas plantas han hecho que los Cerros Orientales sean más propensos a incendios por la cantidad de material vegetal que almacenan en el suelo, que muchas veces no cuenta con microorganismos idóneos para degradar tal vegetación exótica”, continuó el investigador.

Esa hojarasca se extiende como un colchón vegetal en las montañas y su desecación le convierte en combustible, más en meses de calor extremo y condiciones secas.

Ahora el temor es que los incendios se extiendan a las regiones del Amazonas y el Pacífico. Sobre todo porque la cuenca del Amazonas ya presenta una vulnerabilidad: la excepcional sequía experimentada en el 2023.

A mediados del año pasado, la cuenca del Amazonas experimentó una intensa sequía por las bajas precipitaciones y el calor persistente. Los ríos en algunas regiones presentaron sus niveles más bajos en más de 120 años, lo que afectó a millones de personas. Las comunidades ribereñas fueron las más afectadas por la pérdida de cultivos e ingresos, problemas de salud, escasez de alimentos y agua potable.

Según los científicos del WWA, el cambio climático hizo que esta sequía agrícola fuera aproximadamente 30 veces más probable en junio-noviembre de 2023. El Niño, un fenómeno climático natural que generalmente trae condiciones secas a la región, tuvo una influencia mucho menor.

Calor y dengue

Las alertas sanitarias se están enfocando en padecimientos relacionados al calor. Con las altas temperaturas se intensificó el dengue. Brasil, por ejemplo, registró 345 mil 235 casos probables en las primeras cinco semanas del año, casi cuatro veces más infecciones que en el mismo periodo en 2023 (93 mil 298 casos). “Las temperaturas récord de finales del año pasado, con el fenómeno de El Niño, son un factor nuevo y determinante para explicar este aumento de casos”, dijo a la agencia de noticias AFP, Fábio Baccheretti, presidente del Consejo Nacional de Secretarios de Salud.

El dengue, enfermedad causada por un virus transmitido por el mosquito Aedes aegypti, causa de 100 a 400 millones de infecciones al año en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud.

El dengue solía distribuirse desde México hasta Paraguay y el norte de Chile, en un rango altitudinal que no superaba los 2 mil 200 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, y según OMS, desde 1950 vienen presentándose condiciones favorecidas por el incremento de la temperatura que han propiciado la ampliación del rango de distribución del mosquito Aedes aegypti y, con él, la dispersión de la enfermedad.

“Estamos viendo que el dengue se está propagando en áreas que antes estaban libres en Brasil, por lo que debemos seguir de cerca este fenómeno”, advirtió Baccheretti.

Esto se debe a que “temperaturas más elevadas favorecen la reproducción de los vectores y reducen el periodo de maduración de los microorganismos patógenos en su interior”, señaló la OMS en su informe Cambio Climático y Salud Humana: riesgos y respuestas.

Entre 1970 y 1995, el número anual de epidemias de dengue se correlacionó positivamente con condiciones de mayor calor y humedad. En este sentido, y según proyecciones de la OMS, se calcula que 3 mil 900 millones de personas de 128 países están en riesgo de infección por dengue.

Otro factor que influye en las olas de calor

La planificación urbana desempeña un papel crucial en la vulnerabilidad frente a las olas de calor. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que lo ideal es que las ciudades cuenten con, al menos, 10-15 m2 de área verde por habitante algo que no se cumple, menos con una descontrolada expansión urbana.

La planificación urbana ante las olas de calor

La planificación y el diseño urbano son vitales para prever situaciones climáticas adversas. Pero el principal problema radica en que la planificación de las ciudades no va de la mano con su expansión natural y el resultado es el crecimiento de asentamientos humanos no planificados. Esto genera hacinamiento, bajo porcentaje de espacios públicos y de cultivo de vegetación que ayude a controlar la alta temperatura superficial que producen las olas de calor.

Medidas clave para contrarrestar el problema

Es importante desarrollar proyectos urbanos de mitigación de calor como refugios públicos, espacios de sombra, corredores verdes y otros. Además, hace falta mejorar la gestión pública y controlar la depredación del suelo urbano, para mantener un equilibrio entre el espacio natural y el espacio físico generado por el hombre.

Diseño urbano para mitigar el aumento de las temperaturas

Sí; existen estrategias pasivas; sin embargo, antes de proponer alguna, es importante realizar un diagnóstico y análisis urbano. Es necesario estudiar el recorrido solar, la proveniencia de los vientos y las propiedades físicas de absorción y transferencia térmica de los materiales que se utilizan en el diseño. Asimismo, hay que aumentar el número de espacios públicos en sombra, dentro de las ciudades, para generar microclimas que produzcan un equilibrio térmico en los barrios.

La importancia de la infraestructura verde en las áreas urbanas

Esta cumple un papel esencial en el control térmico de las ciudades, por la generación de sombra en el espacio urbano y porque ayuda a controlar la contaminación del ambiente.

Ana Sofía de María Salazar Gallo