Volcán Xinantécatl y valle de Toluca, testigos del cambio climático
Patricia Vega Villavicencio
–¿Qué hace cuándo no llueve?
–Pues voy aquí a la montaña blanca. Subo caminando, tomo un poco de agua en un pequeño envase de PET y bajo a mi milpa.
–¿Y qué hace con esa agua? ¿riega?
–¡No, joven!, no se puede regar, es agua prestada. Hago un agujero en medio de mi parcela, la entierro y tapo de nuevo. Y cuando vienen las lluvias, la vuelvo a sacar y se la devuelvo a la montaña sagrada. La vuelvo a depositar en la laguna de la Luna o la del Sol, dependiendo de donde la haya recuperado.
El anterior relato pertenece a un campesino de 80 años, habitante del municipio de Santa María Rayón, estado de México, y compartido por el arqueólogo Rubén Nieto Hernández, investigador de los vestigios en la cuenca del Alto Lerma, adscrito a la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex).
Podría argüirse que la práctica del anciano es provinciana, o como Rubén Nieto dice, rememorando a Alfredo López Austin: “se trata de una labor anclada en un pasado remoto”.
Desde el siglo XIX, el escritor Henry David Thoreau señalaba que los habitantes del creciente proceso civilizatorio eran en realidad lo contrario “esencialmente provincianos, porque no adoramos la verdad sino el reflejo de la verdad; porque estamos pervertidos y limitados por una devoción exclusiva al negocio y al comercio y a las fábricas... y cosas semejantes, que son solo medios y no fines”, adoradores que están acelerando el calentamiento de la Tierra.
Ese provincianismo mental, junto con una carencia de respeto hacia los recursos naturales, ha llevado a modificar el clima del valle de Toluca y, por supuesto, el del volcán Xinantécatl, zonas clave en el abastecimiento y contribución de agua, vida y gran parte de la dinámica de la Ciudad de México.
El valle de Toluca, zona geográfica a 2 mil 660 metros sobre el nivel del mar, junto con el volcán Nevado de Toluca (4 mil 600 msnm), la cuarta formación más alta del país asentada en la cuenca Lerma, la más grande de México (2016: 13), son un gran termómetro que registra importantes variaciones de temperatura.
A mitad del siglo XX, el clima frío de Toluca llegaba por debajo de los 14 grados Celsius, mientras que la temperatura del Xinantécatl era glacial (2016: 25).
Registros del Museo Observatorio Meteorológico Universitario “Juan Bárcenas” de la UAEMex, a cargo de Juan Pérez Domínguez, revelan que el 15 de enero de 1985 se tuvo la temperatura mínima más extrema de la segunda mitad del siglo XX de menos 15 grados Celsius; pero a la fecha este mínimo no se ha vuelto a presentar.
En la segunda mitad del siglo pasado hubo décadas en las que las temperaturas mínimas eran de 10, 11 e incluso 14 grados bajo cero. Al observar la tendencia de las primeras décadas del siglo XXI, es notable que las temperaturas mínimas no rebasan los menos cuatro grados Celsius.
Respecto a las variaciones en las temperaturas altas, el geógrafo Emilio Padilla Rangel, adscrito al Museo mexiquense, menciona que en 1986 el récord de la temperatura más alta fue de 28.1 grados Celsius, y en lo que va de 2024, la temperatura más alta ha sido de 28.3 grados. En 26 años se volvió a asentar un nuevo récord de elevación de temperaturas.
El aumento es de apenas dos décimas, pero es evidente que existe una tendencia a las temperaturas cálidas y a la reducción de las frías.
Hablar del clima de Toluca lleva necesariamente a observar el coloso porque la cuenca del río Lerma forma parte del Sistema Volcánico Transversal. La cuenca está integrada por 32 municipios del estado de México, con una extensión de 535 mil hectáreas que, en 1994 eran en un 50 por ciento, terrenos forestales de pino, oyamel, encino y bosques mixtos con una variedad de plantas y animales silvestres (GEM, 1994: 67).
Fue en noviembre de 1994 cuando el entonces gobernador del estado de México, Emilio Chuayffet Chemor, se veía a sí mismo como “héroe ecológico”, a través de estas palabras: “Dentro de cuatro años diez meses, cuando deje de ser gobernador del estado, una de las satisfacciones más grandes que me llevaré es haberle dado al río Lerma otra vez vida, alma y, sobre todo, haberle restituido esta tradición, que no es otra cosa que cultura preservada a través de los siglos” (GEM, 1994: 3).
La realidad fue que el cuerpo de agua se siguió contaminando y el hedor que perciben los automovilistas de la carretera México-Toluca delató la negligencia y contradicciones de los tomadores de decisiones o su apenas incipiente participación para frenar el deterioro.
Por un lado, se intentaba rescatar una cuenca, pero por otro se permitía que las islas de calor aumentaran con el desmedido crecimiento urbano.
Veintisiete años después de su creación, desapareció la Comisión Coordinadora para la Recuperación Ecológica de la Cuenca del Río Lerma por su limitada capacidad para enfrentar al gigante del deterioro de la cuenca: el desarrollo urbano, así como por duplicidad de funciones, según el dictamen final de marzo de 2021.
La cuenca Lerma experimentó una aglomeración de asentamientos humanos, industriales y comerciales que hoy llegan al nivel de megalópolis, dado que el valle de Toluca prácticamente conecta con el valle de México y otras nueve metrópolis, según documentó el investigador de la Universidad Autónoma del Estado de México, Felipe González Ortiz, en su libro Construir la biocrópolis.
El crecimiento poblacional total en 23 municipios del estado de México, asentados en la cuenca del Lerma, en los últimos 30 años, fue de 101.52 por ciento, indica el experto (2024: 48, 49) y señala que los grupos poblacionales de la región al habitar y residir los espacios del valle, lo hacen bajo sus propias normas y las del mercado inmobiliario, “sin potenciar el peligro y mantener la vida”.
Museos para cambiar conciencias
El freno al deterioro ambiental en la cuenca del Lerma, según los arqueólogos Yoko Sugiura y Rubén Nieto Hernández, solo puede generarse a través de un cambio de conciencia generacional. Por ello, en enero de 2023 se inauguró el Museo de las Culturas Lacustres en San Mateo Atenco, un proyecto que llevó varios años en desarrollarse.
Este recinto se suma a los museos municipales mexiquense de San Antonio La Isla, Ocoyoacac y Tenango para anteponer la importancia, defensa y cuidado de la cultura lacustre en uno de los más importantes centros de abastecimiento de agua para la Ciudad de México.
Fuentes consultadas
Gobierno del Estado de México (GEM) (1994), Memoria de la primera reunión de evaluación de los avances para la recuperación ecológica de la cuenca alta del Río Lerma. 19 de noviembre.
González Ortiz, Felipe (2024), Construir la biocrópolis. Habitar/residir en las escalas urbanas del Valle de Toluca, Secretaría de Investigación y Estudios Avanzados, UAEMEX, Toluca.
Sugiura, Yoko y Rubén Nieto Hernández (2016), “Desarrollo histórico de las sociedades prehispánicas de la cuenca del alto Lerma, a partir de los hallazgos arqueológicos” en Yoko Sugiura, José Antonio Álvarez Lobato y Elizabeth Zepeda Valderde, La cuenca del alto Lerma. Ayer y hoy: su historia y su etnografía. Fondo Editorial del Estado de México, El Colegio Mexiquense, Toluca.
Thoreau, Henry David (2009), “Una vida sin principios”, en Desobediencia civil y otros escritos, Biblioteca Pensamiento Crítico, Editorial Tecnos, México.
Patricia Vega Villavicencio
Correo-e: pvegav@uaemex.mx