"Manos a la cuenca" — ojarasca Ojarasca
Usted está aquí: Inicio / Reportaje / "Manos a la cuenca"

"Manos a la cuenca"

Itzam Pineda Rebolledo

Encuentro en Atenco por el lago, la vida y la libertad

San Salvador Atenco

Las estampas del otoño se perciben en la región oriente de la Cuenca de Texcoco; y antes que los tonos pajizos reclamen por completo el horizon­te de la planicie lacustre, las zonas todavía inun­dadas por el tardío temporal de este año atraen a cien­tos de aves migratorias. Garzas, patos y chichicuilotes se agrupan a la orilla de manchones de agua y contras­tan sus vivos colores con el gris de los pasos a desnivel, aún en construcción y de la ominosa barda perimetral que separa al agonizante aeropuerto de los campos de labor. En la plaza histórica de San Salvador Atenco, un día teñida de rojo por la represión, una gran lona fue dispuesta este fin de noviembre para recibir a las dece­nas de mujeres y hombres entusiasmados por la idea de rescatar juntos el antiguo lago. El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) lucha como siempre contra la desmovilización; esta vez adivinan que su origen pue­de estar en la sensación que produce la victoria por la cancelación de la obra en su territorio. Pero la consigna es verdadera: no están solos. Hoy cosechan la alianza que con generosidad sembraron por lustros a lo largo y ancho del país, y más allá de las fronteras.

Poco a poco fueron llegando la mañana sabatina el 24 de noviembre, al Segundo Encuentro del Lago. Una joven generación toma la estafeta de la voz del movimiento. Muchos miembros del Frente no pudieron asistir con puntualidad a la apertura de los trabajos del encuentro. Algunos cocinan, muchos preparan ya la tie­rra para el siguiente año, otros seguían de guardia en la casa de la compañera Nieves, amenazada de muerte por no abandonar su hogar para permitir el avance de una autopista.

Un diagnóstico general de lo acontecido, un balance de lo conquistado en el largo trayecto de 17 años de resistencia y un análisis de las formas de la lucha fue lo primero que escuchamos los asistentes. La palabra suave, joven, humilde pero argumentada retumbó en las paredes del edificio municipal y alentó al inicio de un diálogo que se enfocó en lo que sigue ahora.

Analizar la situación política general del país, cons­truir formas para recuperar a los compañeros presos políticos pertenecientes a tantos movimientos, discutir la situación de diversas regiones y la resistencia contra los megaproyectos en México, y comenzar la reflexión colectiva sobre la recuperación de la Cuenca, fueron los temas que propusieron los organizadores. Al momento de la separación de la plenaria para la discusión por mesas, formaban ya parte del encuentro vecinos de las comunidades afectadas de toda la región, estudiantes universitarios, maestros, y miembros de múltiples orga­nizaciones sociales y asociaciones civiles que desde el norte y el sur del país lograron llegar a la cita.

La dimensión de la batalla ganada (por segunda oca­sión) contra el proyecto aeroportuario, se dimensiona en este encuentro en el horizonte de la larga duración pero también en la urgencia que nos impone la coyuntu­ra. La centenaria empresa colonial de la desecación del lago, el empeño rapaz de una rancia clase político/em­presarial enquistada en el control del Estado y el contex­to neoliberal que causa múltiples heridas a los territorios de los pueblos enmarcan la mayoría de las reflexiones. No hay duda que la posibilidad del momento abierto, la alegría que se respira se deben a la perseverancia de la resistencia de los pueblos. Su lucha pasó por momentos muy difíciles en los últimos cuatro años, de ahí la admira­ción colectiva por el tesón con el que continuaron a pesar de lo pequeñas que se miraban las esperanzas.

Pero lejos de la tranquilidad y la confianza de lo que significa haber parado al monstruo, el Encuentro se centró en la continuidad de la lucha. Primero porque el conflicto y la disputa por el territorio continúa caliente. El anuncio de la cancelación del NAICM y algunas victo­rias también conseguidas en tribunales no han devuelto las parcelas despojadas a los campesinos. Las adver­tencias hostiles de los nuevos representantes del Gru­po Aeroportuario de que continuarán la construcción, el revestimiento de los ríos que no detiene Conagua, la voracidad inmobiliaria que por supuesto no se arredró, ni quitó sus ojos de las inmediaciones del polígono del proyecto y la necedad de los grupos políticos locales de dividir con dinero a las comunidades mantienen en alerta constante a los defensores del lago.

Y es que para adelante, luego del enfrentamiento a todas estas urgencias, se ve también otro reto. Conven­cer al nuevo grupo gobernante de que es indispensa­ble un cambio en la forma de tomar decisiones sobre los territorios de los pueblos. El cuestionamiento más serio a la reciente consulta sobre los proyectos de Ló­pez Obrador no proviene de la derecha y sus voceros, sino de quienes en la larga lucha contra el despojo y la discriminación mantienen la convicción de que las alter­nativas para las regiones tienen que venir encausadas por la voz de los pueblos como principales constructo­res de su destino. “Dejar de construir de arriba hacia abajo” como lo enunció un asistente. La idea, que tam­bién cuestiona la continuidad de los megaproyectos, condensa los acuerdos entre la diversidad de miradas reunida. Se trata de un adhesivo social que le da fuerza a la lucha y que encontrará fácilmente hermanamientos con la conciencia de muchas y muchos que no llegaron. Si el nuevo gobierno no vislumbra que esta concepción rebasa con mucho al conflicto en Texcoco, y que en gran medida explica el apoyo masivo a su existencia, cometerá un error histórico.

Desde la orilla del lago las cosas se miran así: todos le debemos a esta cuenca y la tarea hoy es restituir, re­cuperar y restaurar. Las tres R versión texcocana son más que tres. El rescate del lago, de los ríos y de los montes debe ir acompañado de la reconstrucción co­munitaria, de la recuperación de los lazos solidarios, de la revaloración de la historia y la cultura de los pueblos como néctar para la refundación regional y para el naci­miento de un proyecto colectivo y propio, de progreso alternativo, justo y comunitario.

Marta Pérez, incansable luchadora del Frente de Pue­blos, machete en mano a modo de puntero laser, explica en uno de sus maravillosos mapas la razón histórica, geo­gráfica y cultural de la defensa del territorio y su pers­pectiva futura: “Así como convergen los ríos, tienen que converger todos los conocimientos para enfrentar este daño inconmensurable”. La invitación se abrió para todos los que reivindicamos ese #YoPrefieroElLago y los jóve­nes, que desde distintos puntos se presentaron a este en­cuentro, fueron los primeros en aceptarla. Varios de ellos, quienes con frescura, creatividad, mucha habilidad técni­ca y sacrificio lograron posicionar la consigna que le ganó con argumentos al discurso del dinero, ahora responden: manos a la cuenca.

comentarios de blog provistos por Disqus