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ENSEÑANZAS DE LAS MUJERES ZAPATISTAS PARA LA AUTOGESTIÓN DEL SIGLO XXI

MIRIAM EDITH LÓPEZ GONZÁLEZ Y RUBELIA ALZATE MONTOYA

Han pasado más de dos décadas de la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en México. Que también trajeron la búsqueda de la descolonización de los pueblos originarios y de algunos sujetos indígenas y campesinos que han propiciado algunas bases sólidas para la creación de una autosuficiencia económica, política, educativa, cultural, social y democrática de estos sectores del país. Que incluso antes de la llegada del neoliberalismo ya eran violentados y desplazados por los gobiernos de esas épocas.

Cabe mencionar que la lucha del zapatismo enseñó a las mujeres y hombres de la intelectualidad mexicana de las ciencias sociales de los años 90, y hasta la de ahora, a no romantizar un movimiento social que sea proveniente de campesinos o indígenas. Las enseñanzas que nos han dejado los zapatistas trascienden las formas que se pueden aprender en la academia, ya que sus causas sociales van más allá de defender el territorio, pues llegan a la praxis de defender la vida.

Y ahora, 2021, es importante mostrar la lucha del zapatismo, ya que es muy relevante este proceso histórico de justicia social en las mujeres indígenas y campesinas que se asumen y pertenecen al zapatismo.

Referir enseñanzas de la autogestión en las mujeres zapatistas implica ubicarse en el zapatismo como organización; una característica básica de este movimiento es la interacción de la voluntad de todos los sujetos que la integran (mujeres y hombres) con la estructura económica en su connotación amplia, es decir, se trata de la praxis, como en su momento lo llegó a plantear Gramsci en El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Aquí el elemento subjetivo y objetivo se integran, los sujetos se posicionan de su mundo objetivo, de la naturaleza en todo su contexto, porque a cada una y uno corresponde ese todo: “para todos todo, nada para nosotros”, consigna zapatista que deja ver el carácter colectivo de la organización.

Bajo esta perspectiva, el zapatismo se contrapone al régimen capitalista, que niega de manera contundente a las y los dueños de la tierra la posibilidad de recuperarla; esta negación ocurre con la apropiación del trabajo y su reducción a una mercancía. Ello sucede cuando los componentes reales del proceso de trabajo y las condiciones concretas del trabajador se ocultan y se imponen a cambio los modos de la célula económica de la sociedad burguesa: la mercancía y sus formas abstractas.

En estas circunstancias, las trabajadoras y trabajadores son desvinculados de la posibilidad de organización autogestiva y corresponde a ellas y ellos destruir la “hidra capitalista”; esta tarea la han emprendido las y los zapatistas. El sistema a eliminar posee contradicciones inherentes a su proceso de acumulación que se contraponen a la perspectiva de universalización generalizada y constante. De tales contradicciones nos da razón el proceso histórico. Por ejemplo, Karl Marx en El Capital mencionaba: “Si por un lado las fases pre-burguesas se presentan como supuestos puramente históricos, o sea abolidos, por el otro las contradicciones actuales de la producción se presentan como aboliéndose a sí mismas y por lo tanto como poniendo los supuestos históricos para un nuevo ordenamiento de la sociedad”.

Además, Marx comentaba que el régimen que opera bajo reducción al mínimo de la condición del trabajo humano admite diversas modalidades en el proceso que el trabajador lleva a cabo para la generación de la riqueza: “Lo propio del capital no es otra cosa que el acoplamiento de las masas de brazos e instrumentos que se encuentran preexistentes. Los aglomera bajo su Imperio. Ésa es su verdadera acumulación”.

Con los antecedentes señalados, el sistema de acumulación no está desvinculado de otros modos de producción, porque bien contribuyen a su crecimiento o son sectores de resistencia que el sistema procura silenciar, pero que hoy se están convirtiendo en la alternativa para la construcción de otro mundo posible.

Del lado de la resistencia se encuentra que en el movimiento zapatista, que posee una particularidad novedosa ya que no “aparece un actor central como en las antiguas estrategias antisistémicas, y sus líderes actúan más como voceros y como expresión de liderazgos colectivos, de estructuras que dejan de ser pirámides y jerárquicas para inventarse nuevas maneras de conducción y organización desde abajo y a la izquierda. Se pasa de lo parsimonioso, lo solemne a estructuras abiertas, gozosas y dialógicas”. Se vive un momento de “resistencia alternativa a la modernidad capitalista”. Estamos “en un nuevo ciclo de la protesta antisistémica planetaria y en ese ciclo son los zapatistas quienes le devolvieron la esperanza a los movimientos antisistémicos”. Sostienen que “se requiere hoy de la destrucción del sistema en su conjunto, no son posibles los parches y remedos”. Algo que en algún momento pensó Gilberto Galfisa.

Si el capitalismo no es eliminado, destruirá la naturaleza como lo viene haciendo, y su recomposición sólo pueden llevarla a cabo las y los cuidadores de siempre, los pueblos originarios y los campesinos, seres de buen corazón con verdadero humanismo. La lucha por la recuperación de la madre tierra es de las mujeres y hombres pobres porque han sido despojados y son las únicas y únicos que trabajan sin destruirla y para conservar la vida humana.

Otra característica de mucha relevancia entre los zapatistas es que en la formación de un mundo nuevo se requiere la libertad construida colectivamente. Una libertad que tenga como principio fundamental la ética, entre todos manifestando la digna rabia: primer viento: una digna juventud rabiosa; segundo viento: un digno y rabioso empeño; tercer viento: un digno y rabioso color de la tierra; cuarto viento: una digna rabia organizada; quinto viento: una digna y femenina rabia; sexto viento: otra digna rabia; séptimo viento: unos muertos dignos y rabiosos. Esto fue publicado en su momento por Enlace Zapatista en 2009, en conmemoración del 15 aniversario del levantamiento armado.

Las tareas prácticas constituyen el hacer permanente de los zapatistas. En sus comunicados de mayo de 2015 sobre el Seminario “El Pensamiento Crítico Frente a la Hidra Capitalista”, reiteran su lucha por la libertad basados en la organización que tiene entre sus fundamentos básicos el cuestionamiento del sujeto, del yo, del ¿y tú qué? En un comunicado de mayo de 2014 (hecho público el 2 de mayo de 2015) prevalece la organización social colectiva, el trabajo colectivo (5 de mayo de 2015), la lucha colectiva y sostenida por la rebeldía y la resistencia. Lo que al sistema “aterroriza” es la perseverancia de la rebeldía y la resistencia de abajo.

Lo referido hasta aquí indica un trabajo autonómico caracterizado por la participación de la comunidad zapatista en su conjunto. Para explicar el movimiento zapatista en las mujeres se debe partir desde el reconocimiento de su lucha y resistencia al patriarcado. Los logros que han tenido durante años en el trabajo político y su activa participación en espacios públicos y privados en los cuales se solía ver sólo a hombres. En los últimos años se ha visto reflejado en sus grandes llamados a nivel mundial, que reúnen a miles de mujeres en el estado de Chiapas. Como el llamado que ocurrió en 2019 con el encuentro feminista de mujeres zapatistas y simpatizantes, donde ningún hombre puede entrar y las mujeres de todas partes son bienvenidas.

Los principios de la autogestión feminista de las zapatistas dejan la enseñanza de oponerse al poder centralizado y no admitir que el poder federal se sobreponga al poder de la comunidad zapatista. Aquí hay que dejar claro que ellas no caen en el anarquismo, más bien ellas buscan la alternativa de un gobierno para todos, en una de las frases más utilizadas por este movimiento, “mandar obedeciendo”.

También ellas buscan el autoperfeccionamiento y el autodesarrollo de la autonomía para ellas y sus comunidades en aras de lo político-administrativo. La mujer zapatista, por sí sola, ya es autónoma pues asume su responsabilidad, militancia y convicción con la organización, la Madre Tierra y las mujeres. Ellas mencionan que su autonomía se rige con la lógica de la organización, la conciencia crítica, el no permitir ningún tipo violencia contra los cuerpos. Al decir esto buscan que los cuerpos de las mujeres no sean formas del capitalismo. La mujer zapatista busca que la mujer sea libre con su cuerpo y no sea objeto económico de la sociedad mercantil. Pues el cuerpo de la mujer no es mercancía, como mencionaron en su encuentro feminista de 2019.

Para la liberación de la mujer zapatista es necesario los fundamentos de la autogestión, los cuales han logrado formar durante años de lucha y resistencia, haciendo así espacios seguros para ellas, y esto gracias a su autoaprendizaje de separación ideológica del sistema capitalista occidental, pues parten del pensamiento de organización, colectividad y no del individualismo que pretende el no ayudar al otro. La mujer zapatista no busca ya sus derechos, pues por ella misma ya los reconoce y asume que existen, por lo tanto, busca la mujer zapatista de este siglo el reconocimiento de su existencia y su lucha por la vida.

Para contextualizar el fenómeno social de los fundamentos de la autogestión en la mujer zapatista es sugerente retomar aspectos teóricos del marxismo en campos del trabajo vivo y del feminismo decolonial. Permiten comprender la complejidad del mundo zapatista y la autonomía. El proyecto de autonomía que visualizan las mujeres intenta revivir en cada mujer del mundo el sentido de la colectividad; la inteligencia y conciencia de las mujeres campesinas indígenas ha contribuido a la construcción de un pensamiento integrador de los pueblos entorno al camino propio y comunitario, ya que la mujer zapatista sabe la verdad histórica de su condición.

El capitalismo y la globalización han tratado de soterrar las autonomías de los pueblos. Sin embargo, las mujeres zapatistas que están en constante resistencia consideran que la vía de la autonomía campesina indígena implica la modificación estructural de su situación actual, el reconocimiento de sus necesidades y de las necesidades de las demás mujeres del siglo XXI. Dejar atrás la subordinación del patriarcado, que fortalece la penetración del mercado y sus consecuencias. Liberarse de él fortalece la destrucción del sistema capitalista que, como se ha referido, es la consigna zapatista y también tendrá que ser el propósito de las mujeres del siglo XXI. La liberación de la supremacía patriarcal es la finalidad del feminismo que deberá concluir en la autonomía de las mujeres.

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Miriam Edith López González es socióloga.

Rubelia Alzate Montoya es profesora investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana.

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