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FOTÓGRAFOS PARA LA CONSERVACIÓN ¿DE QUÉ? / 289

TEXTO Y FOTOGRAFÍA: ELÍ GARCÍA PADILLA

En tiempos relativamente recientes existe en México una tendencia en el arte de la fotografía de la naturaleza: la autodenominada “Fotografía para la conservación”. Se fomenta y proyecta la idea de que las imágenes fotográficas son por sí mismas herramientas visuales útiles para educar, crear consciencia, inspirar y motivar a la sociedad civil en torno a la cultura de la conservación de la biodiversidad. Uno de los referentes en la materia a nivel global es la Liga Internacional de Fotógrafos para la Conservación (ILCP), que es una organización sin fines de lucro con sede en Estados Unidos cuya misión es apoyar la conservación ambiental y cultural a través de la fotografía y el cine éticos.

En México, como buenos borregos e imitadores del país del norte, se ha hecho lo propio, en su versión a la mexicana. En tiempos recientes se ha dado a conocer a la Alianza Mexicana de Fotógrafos por la Conservación (AMFC), una organización que busca posicionarse como referente en la materia y cuyos esfuerzos pioneros, por algunos de sus miembros honorarios, se remiten (de una manera u otra) a una noche de tragos en 2009 en Cancún, Quintana Roo, durante la firma del convenio en materia de biodiversidad entre México y Alemania (COP13), en donde, sirviendo como intermediaria la Conabio, quedarían subrogados los principales núcleos de biodiversidad, con Montes Azules a la cabeza, en manos de los intereses alemanes (Contralínea, 2016). En ese espacio y contexto, algunos fotógrafos vinculados con la Conabio y otros independientes conspirarían para crear una organización sin fines de lucro que fomentara su trabajo gremial en materia de fotografía de la naturaleza (entonces no existía en México todavía esta pose y moda de “fotografía para la conservación”). De este episodio surgió en 2010 la Comunidad Mexicana de Fotógrafos de Naturaleza (CMFN), una plataforma en Facebook con actualmente unos 44 mil usuarios o miembros.

La lucha de egos de estos artistas de la lente llegó a tal nivel que hubo una ruptura coyuntural. Llega ahora con bombo y platillo la AMFC clamando a los cuatro vientos un liderazgo (por default) en un área que dista aún mucho de ser lo que proyecta ser: un verdadero aliado de la conservación de la biodiversidad. Algunos de los miembros fundadores de la AMFC son personajes con una trayectoria y reputación nublada por temas que van desde el tráfico y saqueo ilegal de especies hasta el lavado de imagen (“Green washing”) a empresas mineras ecocidas. Uno de sus miembros fundadores, académico de la UNAM, está estrechamente vinculado con una red de saqueadores disfrazados de académicos que han sido encarcelados y han estado a punto de ser linchados por comunidades originarias y mestizas en Oaxaca (que en su legítimo intento de hacer valer un mínimo de respeto, exigen que estos “artistas” y “científicos” neocolonialistas y extractivistas respeten sus usos y costumbres, sus estatutos comunitarios, la tenencia social del territorio y los bienes naturales comunes). Es así que estos “académicos” en contra-respuesta argumentan y reclaman que estos pueblos “indios” son el lastre y el estorbo más grande para sus fines “científicos” y “artísticos”.

En Oaxaca, donde el 80 por ciento del territorio es de orden social, se gestan y viven desde tiempos ancestrales procesos comunitarios que son verdaderos casos e historias de éxito en materia de la conservación consciente, voluntaria y comunitaria que llevan a cabo los dueños legítimos de estos territorios y sus bienes naturales comunes. En estos contextos multiculturales y megadiversos biológicamente, los verdaderos héroes socio-ambientales son esos denostados pueblos, y lo que menos se necesita es a este tipo de actores, con sus estrategias y visiones propias de un gremio con una filosofía y misión completamente distorsionadas, limitadas y sobre todo desapegadas a lo que es y representa en esencia y praxis el “México profundo”.

Las imágenes por sí solas no son más que espejitos. Para lograr incidir de manera real, efectiva y contundente en materia de conservación de la biodiversidad es necesario considerar, fortalecer, reivindicar e incluir a lo social-comunitario y que sean entonces los propios actores de las comunidades originarias y mestizas (y afromexicanas) quienes se apropien de estos medios de producción artísticos y científicos. Que sean ellos los verdaderos y más eficaces portavoces del patrimonio biológico y cultural que vienen defendiendo y protegiendo desde hace siglos en contra del peor enemigo de la vida: “el capitalismo suicida del fin del mundo” (Armando Bartra, 2017).

En resumen, considero, creo y digo que esos autodenominados “fotógrafos por la conservación” lo único que buscan conservar en realidad es su ego, estatus y pose.

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