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TRABAJO Y VIDAS INVISIBILIZADAS

SELENE GALINDO

Gu Juan tu juan” es una frase que leí muchas veces en los pocos libros en o’dam que llegaron a mis manos cuando era niña. Gu Juan tu juan es un juego de palabras, una rima. Gu Juan tu juan es Juan trabaja. Gu Juan tu Juan. Gu Juan trabaja. Gu Juan. Tu Juan. Mi Juan.

Mi papá se llamaba Juan y fue asesinado. El papá de mi papá se llamaba Juan y fue asesinado. Un tío se llamaba Juan y fue desaparecido, luego asesinado. Un Juan trabaja. Un Juan fue asesinado. Mi papá trabajaba. Eso me hace preguntarme si ¿todos los Juan trabajan? ¿Todos los Juan, invariablemente, serán asesinados? ¿Sólo son los Juan de mi familia, que trabajaban, los que han sido asesinados? ¿Todxs somxs asesinadxs? ¿Si no trabajamos no somos asesinadxs? En las preguntas anteriores, ¿el problema es el sujeto o la acción?

El trabajo es inherente a la especie humana. El trabajo forma parte de las vidas y muertes o’dam. Lxs o’dam nacemos, trabajamos y morimos. Trabajar es vivir y convivir con lxs tuyxs. Trabajar es relacionarse con lxs demás, con lxs ancestrxs, consigo mismx. Los que viven trabajan. Bueno, uno que otro no. Es cierto que a mucha gente en el mundo no le gusta trabajar o les han arrebatado las ganas de vivir, o sea, de trabajar.

Vivir es trabajar. Como seres humanos, necesitamos trabajar para comer, pero como o’dam necesitamos trabajar para poder ser, para cumplir con el xidhutu’n.1 Trabajar implica hacer el xidhutu’n, la base de la existencia o’dam. Cuando me enfermaba, mi mamá me decía que tenía que levantarme y ponerme a hacer cosas, eso me ayudaría a sentirme mejor. A los 3 años, mi abuela paterna nos llevó a un primo y a mí a una iglesia en la sierra, fue un viaje de casi una semana a caballo. Ella cumplía con su responsabilidad, con sus deudas y nosotrxs nos iniciamos en una máxima de la vida: dar y recibir. Para recibir hay que dar, para dar hay que trabajar. Y vaya que a lxs ancestrxs hay que darles muchx.

Hace casi 50 años, mi abuelo paterno fue asesinado mientras cuidaba su ganado. En el 2019, mi mamá murió en un accidente, mientras se dirigía a una reunión de trabajo en la sierra. Dicen que mi abuelo paterno murió por “trabajar mucho”. Su principal trabajo fue el biñ, el mezcal. Por eso, desde que tengo memoria, el saab2 ya era de mis comidas favoritas, le seguía el atole blanco con pencas de maguey recién cocidas. Cuando comíamos, eso quería decir que mi abuelo estaba trabajando. Sí, mi abuelo, mis tíos y primos ya hacían mezcal desde antes de que se pusiera de moda, antes de que tuviera los apellidos “orgánico” y/o “artesanal” y se convirtiera en el negocio de emprendimiento de los juniors, políticxs, hipsters e influencers. Ojo a quién le compran mezcal, mínimo pregúntese quién lo hace, de qué tipo de magueyes, dónde se hace, cuánto del dinero que pagas llega a los productores y sobre todo, ¿cómo se llama la persona que hizo ese mezcal?

Así como el trabajo ha formado parte de nuestras vidas, también lo ha sido su invisibilización. Un ejemplo, además del mezcal, están las condiciones laborales de lxs mamtuxi’ñdhan.3 Yo, siendo hija de dos mamtuxi’ñdham, sobrina de otrxs, prima de unos cuántos más, puedo decir que NO ALCANZA. Mis papás, como la mayoría de lxs maestrxs que conozco, han tenido que complementar sus gastos y los de sus familias con trabajos extras, con negocios familiares, ventas por catálogo, etcétera.

Lxs o’dam hemos trabajado desde tiempos inmemoriales. Hablemos de los ochenta, por ejemplo, cuando la industria forestal estaba en auge. Un mamtuxi’ñdham me platicó que él, en ese tiempo trabajó para uno de los aserraderos que pertenecían al pueblo o’dam y ganaba 3 mil 500 pesos a la quincena, eso le daba una vida bastante cómoda. Posteriormente, cuando inició su labor como maestro, su primer pago fue de mil 200 pesos por las quincenas de agosto a diciembre, incluyendo el aguinaldo. Como haría cualquiera que no tiene la necesidad de aguantar un trabajo mal pagado porque tiene opciones, intentó renunciar y regresar al aserradero. En ese tiempo, la sobreexplotación del bosque se vislumbraba como un problema, así lo convencieron de que el trabajo de maestro sería más estable.

Sin embargo, lo que realmente le dio la posibilidad de seguir siendo maestrx fue la agricultura. Me platicó que, en la segunda escuela en donde le tocó trabajar, los padres de familia le vendían sus cosechas de marihuana, misma que él revendía a los middleman ya establecidos. El trabajo agrícola permitió que él y muchxs otrxs pudieran seguir enseñando. La agricultura nos ha permitido a muchxs seguir estudiando, seguir comiendo, seguir existiendo. Si la vida de mi pueblo, de mi familia y la mía han estado tan ligadas al trabajo desde tiempos inmemoriales, ¿por qué siguen perpetuando estereotipos que nos denigran, que sostienen que a los “indígenas”4 “no nos gusta trabajar”, que “somos flojxs”, que estamos acostumbrados a que el “gobierno nos dé”? ¿Por qué no cuestionan lo que el gobierno nos quita?.

Este texto forma parte del portal Tzam. Las Trece Semillas Zapatistas. Conversaciones desde los pueblos originarios. Es el primero de una serie de colaboraciones en las que indígenas de diferentes pueblos, naciones, tribus y barrios dialogan con las trece demandas dadas a conocer por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el inicio de la guerra declarada al Estado mexicano el primero de enero de 1994: trabajo, tierra, techo, alimentación, independencia, salud, educación, libertad, democracia, justicia, derechos de la mujer, paz y derecho a la información.

Tzam significa “platicar” en ayapaneco, lengua en peligro de desaparición, pues actualmente cuenta con menos de diez hablantes. Su naturaleza es el corazón de este proyecto coordinado por la lingüista mixe Yásnaya Aguilar y la periodista Gloria Muñoz para el sitio Desinformémonos, de mayo del 2021 a junio del 2022, una semilla por mes con 10 colaboraciones, 130 en total.

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Selene Galindo, la autora de este texto, es o’dam korian kam originaria de Mezquital, Durango. Escribe, traduce, toma fotografías y administra una página de memes. Es maestrante en Cine Documental en la UNAM y antropóloga social por la ENAH. Su trabajo actual gira en torno de la historia de los pueblos o’dam del sur de Durango, su representación y auto representación en los medios audiovisuales.

1. Costumbres y prácticas sociales de los pueblos o’dam y audam.

2. Quiote.

3. Maestrxs.

4. Algunxs duranguenses siguen pensando que indígena, tepehuanos y o’dam son sinónimos.

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