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¿MAÍZ O HUITLACOCHE?

RAQUEL DIEGO DÍAZ (AYUUK)

¡La Tierra-Madre y el Mundo-Padre germinan vida, la vida habla en espiga y en jilote y la humanidad cosecha maíz o huitlacoche: un todo dentro, otorgan el sabor y el saber de la naturaleza viviente, invitan a atar y desatar los nudos para aprender y des-aprehender, multiplican las cosechas en alimentos y con ese lenguaje de vida ofrendan la palabra para caminar y trascender.

Agradecemos a TZAM-13 semillas por invitarnos a compartir nuestra palabra desde este espacio vivencial que llamamos Moojkkaaky, nombrar un propio andar, mirar los retos y desafíos nos reafirma la vigencia y vitalidad que tiene la sabiduría ancestral de las mujeres y los hombres de maíz, nuestro presente nos dice que en la voluntad de cada uno de nosotros rebosa la magia de la cosmogonía del maíz, memoria pasada y visión de futuro son hoy el alimento presente para el cuerpo y el alma.

Nuestras madres y padres nos decían que la vida implica abrir camino y transitarlos sería tan sagrado como la vida misma, nos dejaron la memoria en la palabra y el legado en el quehacer para que así las generaciones venideras no olvidemos la tríada vital tierra-trabajo-comunidad. Un alimento milenario nos acompaña en esta ruta, aquel mismo nos alimenta física y espiritualmente: el maíz. Con el maíz nos presentan ante la Naturaleza para ser gente y para hacer pueblo.

De las entrañas de la tierra germinan nuestros alimentos y, al consumirlos, nutrimos savia y sangre al cuerpo físico y espiritual, al mismo tiempo que aflora la palabra sagrada dedicada a la tierra y a la vida; así vivimos los ciclos en tiempo y espacio, consagrando nuestra fortaleza en memoria y trabajo, generando además cultura desde el ser humano y el ser pueblo.

Sembrar maíz y domesticar semillas comestibles dio paso al nacimiento de pueblos sedentarios sofisticando así cultura y trabajo, así nacieron los campos de cultivo, así se hormaron las herramientas de trabajo, barro y madera fueron moldeados como utensilios y domar el fuego posibilitó la cocción de los alimentos. El tejido comunitario se volvió urdimbre de aprendizaje permanente, no es casual entonces nombrarnos como mujeres y hombres de maíz.

En aquellos pueblos de maíz, la ecología humana era menor a la totalidad de la vida natural, su florecimiento era tan sagrado como lo era la palabra que evocaba lo sublime que es la vida, los saberes se gestaban desde los sitios todos en que los humanos forjaban trabajo y sustento, la geografía era sagrada, el parentesco no sólo era lo reducido al humano sino que se extendía a los demás seres vivos, no eran excedentes los trabajos como tampoco excedente puede ser la humanidad hacia la naturaleza; la diversidad sumaba, no restaba.

En la palabra sagrada también nos advirtieron que si optábamos por caminos contrarios a las leyes de la naturaleza, quebrantaríamos sigilosamente con nuestras propias vidas, así, los utensilios y herramientas volverían contra nosotros como almas feroces dispuestos a devorarnos y comenzaría entonces el autoexterminio; nosotros, en esa desobediencia, lanzaríamos los propios dardos a nuestros hijos y nuestra cobardía humana no tendría fin sino principio para mirar desde nuestros propios ojos y sentir desde nuestros propios corazones la poca consagración hacia la aplicación a la vida.

En tiempos actuales y a ritmos acelerados, un sistema opresor, voraz y dominante nos ha demostrado la capacidad letal que tiene para aniquilarnos; .cuál es el camino nuestro ahora? Los pueblos nativos hemos sido objetos de estudios y objetos estudiables, desde los primeros encuentros agrestes de mundos opuestos sobrevivimos algunos, la evangelización no pudo con aquellos “algunos” que sobrevivieron a la conquista, pero estos hechos fueron mermando la autenticidad y la valentía que los ancestros tuvieron; entonces diseñaron armas biológicas para comernos en vida. Sutilmente abrimos la boca y fuimos triturando poco a poco y dulcemente esos venenos, así debilitamos nuestros cuerpos y almas. Hoy no hay tiempo, ni siquiera para susurrar al oído a nuestros abuelos y abuelas y preguntarles su valentía para no dejarse envolver como cosas obsequiables

Hoy, el dinero no puede pagar el oxígeno que necesitamos respirar ni el agua que necesitamos beber, hoy morimos porque quisimos vivir contrarios a las leyes naturales que rigen la vida toda, hoy el miedo nos congela y nos enmudece, hoy cerramos nuestras bocas para no gritar !VIDA!, hoy nos cuesta aceptar que poco a poco fuimos legitimando nuestro propio veneno, pudimos no comer veneno dulce, rico y empaquetado y, sin embargo, desobedecimos.

Cuenta la leyenda que somos los jamás vencidos, .qué nos significa eso para estos tiempos? Desde siempre esta metáfora nos advirtió que como humanos no debíamos domar a la Naturaleza, toca ahora el tiempo de poda para regenerarnos, toca ahora vivir la abismal diferencia entre medicar un cuerpo y sanar una vida. Una sanación se puede forjar desde los alimentos porque alimentar es amar y amor es el lenguaje de la vida así como comer es la comunión que condensa lo que sentimos, lo que somos, lo que creamos y compartimos. !No hay cocina sin milpa ni milpa sin comunidad, ni comunidad que no fluya al ritmo natural que dicta el tiempo y el espacio!

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Del dossier de alimentación en las Trece semillas de la sección especial Tzam, en Desinformémonos de octubre. Para leer la versión de lengua ayuuk: https://tzamtrecesemillas.org/sitio/ maiz-o-huitlacoche/.

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