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ANA CASTILLO: LAS ERAS IMAGINARIAS

ARTURO DÁVILA SÁNCHEZ

NUESTRA LENGUA ERA EL NAUATL

Nació en Chicago, en 1953. Ana Castillo, apasionada y tenaz, es una prominente autora del movimiento chicano. Por décadas, su obra ha denunciado al feminismo hegemónico de mujeres anglosajonas, europeizadas y blancas, donde la identidad chicana no cabe, a pesar de una supuesta sisterhood democrática y transnacional. Su propia memoria —y su cuerpo— le recuerdan la diferencia colonial.

Como millones de latinas que deambulan a diario por las calles del imperio —documentadas o indocumentadas—, la poeta pertenece al grupo de mujeres con “rasgos sospechosos”, víctimas de una “identidad equivocada”. Las personas de color —the “brown people”— no pertenecen al catálogo hegemónico, donde ser morena, en cualquiera de sus matices —árabe, india, latina, mulata, negra, caribeña, mexicana; es decir, no blanca europea— se vuelve un estigma, una afrenta. Aunque la mujer chicana reside en el Imperio, sigue formando parte del Tercer Mundo. Si muchas veces utiliza la lengua inglesa como medio de comunicación oral y escrito, su imaginario colectivo —de acuerdo con las nociones de Lacan1— oscila en fronteras contradictorias, en territorios ambiguos que le otorgan una identidad fluctuante. Ana Castillo se instala en los bordes de la disidencia lingűística, racial y de género. El cuerpo radica en el norte, pero el imaginario está en otro lado. La lengua vacila y se mueve, diacrónicamente, en múltiples direcciones.

“Our Tongue Was Nahuatl”, el poema escrito en 1974 que ofrecemos en espanol y nauatl contemporáneo, encarna ese nepantlismo cultural —León Portilla dixit—: una identidad que se encuentra “en medio”, no de dos mundos y cosmovisiones, sino de tres: la prehispánica, la hispánca y la estadunidense. Tres imperios y un río profundo, azteca, caudaloso y telúrico, que quiere volver a surgir.

 

Hey, tú.

Nunca nos hemos conocido

sin embargo,

nos conocemos

bien

reconozco

tus pómulos

salientes

tu nariz

un poco redondeada

el café oscuro de tu cara

dura, los labios

suaves, esponjados.

Tú, de los ojos de iguana,

un poco rasgados

sígueme—

y manda recuerdos ancestrales

a tu mente que dicen es

—primitiva.

Y yo sé

que recuerdas . . .

Era el tiempo

de las turquesas azules, verdes,

montañas que rozaban el cielo.

Dioses del sol, lluvias barridas por el

viento,

deidades del océano,

niños desnudos correteando

en el aire húmedo.

Yo muelo maíz

en un metate de piedra volcánica

que trocaste

en el mercado

por pieles curtidas

y otras cosas

que eran nuestras.

Veo a nuestros hijos pequeños

esconderse tras tus piernas desnudas

cuando llegabas a casa en esos días.

Nos sentábamos, comíamos,

dábamos gracias a la Tierra Dorada.

Nuestra lengua era el Nauatl.

Estábamos contentos

con la generosidad de nuestros dioses

y diosas,

de nuestros reyes y reinas,

sin saber nada del mundo

al otro lado de las aguas amargas—

hasta que llegaron . . .

Extraños extranjeros blancos

montados sobre altos

centauros

de cuatro patas.

Hicieron que nos agacháramos ante

ellos.

En nuestra ignorancia de lo

desconocido

nos hicieron agachar.

Nos hicieron agachar—

hasta que nuestra piel

tomó el color caramelo

y nunca nada más

fue nuestro.

Violados de nosotros mismos,

de nuestra civilización,

incluso nuestros dioses huyeron

avergonzados.

Sin embargo, nos agachamos,

como ahora lo seguimos haciendo—

En autobuses

yendo a fábricas y maquiladoras

donde anuncios con “No Help Wanted”

se ríen en nuestra cara,

mirando nuestros ojos hambrientos.

Si nos agachamos . . .

!NOS AGACHAMOS!

Era un tiempo

muy diferente

al de ahora.

 

NAUATL ELIAYA TOTLAJTOL

Ey, ta.

Axkemaj timoixmajtokej

uan mejkatsaj,

timoixmatij

kuali

nimitsneyoloixmati

kijkistok

mokanomiyo

moyakatsol

se kentsij ololtitok

tlatlauak moixayak

chikaktik,

yamanik motenxipaluaj, chajchamaktik.

Ta, osouijtli iixtiyol,

uauasaktik se kentsij

xinechtokili—

uejkaya ilnamikilistli xijtitlanili

motsontekontsij tlen kiijtouaj

—uejkapatl.

Nijmati

tikijlamiki…

Kauipan eliaya

texojtikej teoxiuitl,

xojxoktikej tepemej kiasiayaj ilkuikaktli.

Tonatijteotl, kiejekaochpanki

atl,

ueyailuikatl toteekouaj,

motlalojtinemij pepestikej pipilmej

ipan aejekatl.

Nisinpayana

ipan se tlitepetl metlatl

tlen tiankispan tijpatlak

ika yamaniltik kuetlaxtli

uan sekinok tlamantli

tlen toaxka eliayaj.

Topiltonuan nikinita

pepestik mometstsalaj motlaatiaj

kemaj tiasiaya ipan inon tonatij tochaj.

Timosiajkauayayaj, timotlakualtiayaj,

teokuitlatlali tijtlaskamatiliayaj.

Nauatl eliaya totlajtol.

San tiyolpaktoyaj

totlakajtoteotsiuaj uan tosiuajtoteotsiuaj

yektsin ininyolo eliaya,

totlakajteekouaj uan tosiuajteekouaj,

ika semanauak amo tlen kimatiayaj

achichikapan kalnalko—

ma asikoj…

Istaktlakamej analieuanij

tlejkotokej ipan uejkapantikej

ininmaston

naui ikxijketl.

Kichijkej ma timotsontekopachokaj

ininauakpan.

Pampa amo tikixmatiayaj

tlen amo tijmatiayaj

techyolpachojkej.

Techyolpachojkej—

tokuetlax

tsopelik motlapaltik

uan axkemaj

toaxka onelito.

Techixpetlakej,

ika toaltepetlakayomatilis,

pinajkej uan cholojkej

toteotsiuan.

Ma, timotsontekopachouaj,

uan sankej tijchijtikatej—

Mimilteposkalpan

tionmatekipanouaj

kampa “No Help Wanted” kiteneuaj

toixtlaj uejuetskaj,

apismiktok toixtiyoluaj kitlachiliaj.

Tlaj timotsontekojpachouaj…

!TIMOTSONTEKOJPACHOUAJ!

Seyok kauitl

eliaya

kej tlen namaj.

__________

1. Se define el “imaginario” como un estado del ser, dominado por la no diferenciación entre el sujeto y el mundo, un estado intermedio de imágenes inconscientes y conscientes situadas entre lo real y lo imaginario. Nos movemos del “imaginario” al “simbólico” a través de un estado de espejeo —a mirror stage.

Nota y traducción del inglés: Arturo Dávila Sánchez

Versión en nauatl contemporáneo: Gilberto Díaz Hernández

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