PELIGROS QUE NO CESAN / 296
Se han acrecentado y acelerado los peligros para los pueblos originarios. Están en alto riesgo sus territorios físicos y culturales, sus semillas y campos del cultivo (que son los que alimentan al país), los ríos que los atraviesan y los manantiales que los vivifican. Pasaron de ser objeto del estudio académico a ser tema de denuncia y sobre todo sujetos de su propia historia, a un elevado costo.
Que siempre han resistido, al menos al grado de sobrevivencia, es un hecho. Pero hoy enfrentan grandes desafíos incesantes e inclementes, desatados por la pobreza, la explotación, la discriminación, la negación a que suelen estar sometidos cuando migran. Vienen del deterioro ambiental capitalista, de la violencia criminal que asuela comunidades por todo México, del extractivismo rampante y cada día más extendido, y no pocas veces de acciones gubernamentales que les imponen “desarrollo” en clave ajena.
Son de admirar sus luchas, sus formas de organización a la altura del presente con sabias relecturas de su tradición. También el florecimiento de sus expresiones poéticas, plásticas y cinematográficas. Son vanguardia moral en la participación activa de las mujeres en todos estos procesos.
A grandes peligros, mayores esfuerzos creativos, de autonomía y resistencia vital.