RECUERDA TOCAR LAS RAMAS DE LOS ÁRBOLES / 304 — ojarasca Ojarasca
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RECUERDA TOCAR LAS RAMAS DE LOS ÁRBOLES / 304

ANAHÍ MAYA GARVIZU
Ven y acompáñanos esta mañana
que pasa del frío a la llovizna.
Cuando despierte, ella ya no estará a mi lado.
Acércate y miremos el árbol de manzana,
el color rojo parece navegar entre la niebla
aunque las ramas están estáticas
como todo lo demás en la aldea.
Escucha el paso de nuestro asno
sobre el empedrado que va en busca de hierba.
Tengo la sensación de caer y caer
en partes minúsculas de agua
sobre el techo de paja de las casas
y filtrarme hundiendo el tumbado de lona
como si fuese un lienzo en el que dibujo
los bordes de la humedad que oculta la penumbra.
Cuando descendimos la colina ella tropezó,
la leche se perdió en el paisaje rocoso.
Tan pálida y rendida estaba
como las ramificaciones
que se extienden para ser leña.
Veo en su imagen la frescura de la flor de naranjo,
te lo dije, palpaba con sus pequeñas manos
tratando de encontrar restos de leche
como si reconociera el entumecimiento de las rocas,
quizá.
Se ha ido, ¿con quién miraré
la telaraña extendida entre los matorrales?
Ahora que puedo sentarme en la litera de la cama,
¿con quién imitaré a los mirlos
cuando quiera distraer el hambre?

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ANAHÍ MAYA GARVIZU, poeta boliviana (Chuquisaca, 1992).

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