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RETRATO DE UNA MADRE

HERMANN BELLINGHAUSEN

Toda vida es excepcional o terrible. Las historias están ahí, enfrente, y con frecuencia dentro de uno. Eso le ocurre al joven documentalista Xun Sero, originario de Mitontic en el corazón de los Altos de Chiapas, y formado en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas. Participa en una nueva hornada de documentalistas en las regiones indígenas del país, y que en Chiapas ya produjeron obras relevantes como Tote (Abuelo) de María Sojob y Vaychiletik de Juan Javier Pérez. En su cercanía e intimidad, estas obras se antojan la revancha de los pueblos a décadas de curiosidad etnográfica con fines científicos.

Los pueblos se salieron del tubo de ensayo de la antropología y se preguntan, en primera persona, ¿quién soy?, ¿quiénes somos? Se apropian de su historia. Claramente ello es producto de la emancipación generalizada de los pueblos originarios, cuyo foco más contudente está precisamente en Chiapas desde el levantamiento zapatista de 1994, que soltó muchísimas ataduras en la consciencia de los pueblos.

Severo y conmovedor es el asedio de Xun Sero a su madre, Hilda, en la cocina del pueblo, en la carretera, a ella manejando un vocho; es poco común todavía ver mujeres tsotsiles manejando en los caminos de los Altos y la ciudad de San Cristóbal. Cocinando, siendo, arreglándose. Sin darse tanta importancia, pero con una total falta de timidez. Ella no tiene ya nada que callar.

Junto con el cineasta descubrimos de qué está hecha su madre, y el encuentro marca un camino de reconciliación después de su larga vida urbana que a él lo llevó a rechazarse de lengua y origen, y a juzgar con dureza a la madre demasiado ausente en la vida del niño y joven. Su madre trabajadora, sirviendo a los patrones coletos. Descubre que ella ha llevado, desde pequeña, una vida cabrona que la enseñó a ser fuerte y entrarle a lo necesario para salir adelante ella y sus dos hijos.

Madre soltera, más bien niña violada en su comunidad y embarazada del cineasta que hoy la observa, retrata e interroga. Tampoco él muestra pudor. La cámara sobre mamá. Sola en el comal, o en la labor, o junto con sus vecinos en la casa que renta en un barrio marginal de San Cristóbal, ellos originarios de Chenalhó. Con pocos trazos, Xun Sero retrata los hilos de la solidaridad, de la cultura colectiva.

Anatemizada toda su vida, sola, mamá cuenta, ya sin demasiados rencor ni dolor, esa existencia sometedora,humillante en ocasiones, y ese temperamento sólido y admirable. El hijo se descubre un tanto ingrato, al articular el testimonio

de su madre y valorarlo bajo nueva luz. Toda una pieza de heroísmo cotidiano entre dos mundos: el campoprofundo y la ciudad furiosa.

Ella acepta relatarse ante la cámara de su hijo, y a veces de alguien más, con sinceridad y orgullo. Es una mujer digna, no avergonzada. Es una mujer realista, la madre posible para el hijo en un mundo violento. La violencia que anida en todos contra la mujer, contra el indígena, contra la infancia. Vemos a contraluz el universo patriarcal en su más cruda expresión, y del cual el propio hijo es parte.

Cobra conciencia con meticulosidad visual ante la madre espejo, ante la mujer cabal. No es una entrevista. Sigue las preguntas de toda la vida de Xun Sero. Y las desinhibidas y sinceras respuestas de su mamá. Un auténtico ejercicio de liberación.

MAMÁ (México, 2022). Guión y dirección: Xun Sero. Produc-ción: Daniela Contreras, Nicolas Défossé. Producción ejecutiva: Daniela Contreras. Fotografía: José Alfredo Jiménez Pérez, Xun Sero. Edición: Nicolas Défossé. Sonido directo: Jaime Álvarez. Diseño sonoro: Martin de Torcy. Mezcla: Pablo Fernández Murguía. Colorista: Néstor Abel Jiménez Díaz. Diseñador gráfico: Adolfo López Magaña.

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