LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA EN ÑUU SAVI
La dominación colonial creó una resistencia abierta y tenaz que permitió a los indígenas mantener vigente su cultura ante el poder de los españoles. Durante la época hubo rebeliones por los despojos de sus tierras, los abusos y la explotación laboral a que eran sujetos. Las formas de opresión social eran muy severas. El trato hacia la población era de segregación, imposición de leyes y explotación económica.
En lo que actualmente se conoce como La Montaña de Guerrero y anteriormente la Sierra de Tlapa, los colonizadores impusieron un orden administrativo, político, militar y religioso para sojuzgar a los pueblos indígenas. Fueron creados los pueblos cabecera, las encomiendas, las haciendas, las cofradías y las mayordomías. Los indígenas ná savi de Potoichán, Cochoapa, Metlatónoc y diversas poblaciones tenían que alimentar a los caciques españoles, a la “gente de razón”, a las autoridades, a los gobernadores, a los alcaldes y a los curas. Eran aguadores, topiles, aportaban leña y madera para los alcaldes, hacían trabajos agrícolas y cuidaban los animales de los españoles. Por toda la carga de trabajo y explotación, los pueblos originarios de La Montaña se incorporaron a la lucha insurgente por la independencia en 1810 respaldando al cura José María Morelos y a Vicente Guerrero, quienes utilizaron la región como zona de operaciones y de resguardo. Vicente Guerrero instaló su cuartel general en Atlamajalcingo del Monte y en Alcozauca, donde recibió ayuda militar, comida y pertrechos por parte de la población.
El sur fue escenario de batallas militares durante varios años hasta 1821, cuando se establece una tregua entre Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide para pacificar el país y lograr la independencia. Durante las luchas regionales, Tlapa, la población más importante en el plano económico y político, fue ocupada por los insurgentes pues siempre fungió como bastión conservador realista y aliado del poder virreinal.
En La Montaña de Guerrero existen vestigios, lugares, testimonios orales, memoria que se mantiene vigente y alude a la lucha insurgente. Los pueblos originarios fueron un bastión importante para mantener viva la llama de la libertad suministrando carne seca, sal, agua, pinole, totopos, quelites, tortillas y alimentos para las tropas insurgentes. También aportaban información, recursos económicos, pertrechos, armas, leña, caballos y otros recursos para sostener la lucha revolucionaria. En las cañadas, montañas, ríos, cuevas, valles, casas y diversos lugares sirvieron para el resguardo, descanso, aprovisionamiento de los rebeldes.
Algunos lugares donde Vicente Guerrero estableció campamentos, fuertes y lugares de resguardo fueron: el Cerro de la Cebolla (Yuku Tikumi, Xonacatlán), Yuku Canto, Yoso Nuni (Cerro del Cantón, Llano del Maíz, Tototepec), Yuku Ka´nu, La Purísima, Yityi Yita (El Cerro Grande, La Purísima, Atlamalcingo del Monte), Yita Kuaán, (Río Amarillo, Alcozauca), en Copanatoyac y otras poblaciones.
La abrupta serranía, la vegetación, los acantilados, los cerros y barrancas fueron defensas naturales que permitieron la resistencia. Pero, sobre todo, los pueblos que se unieron a la lucha y aportaron a hombres y mujeres para ser libres del yugo de los españoles. Esta guerra de liberación sólo pudo sostenerse con la participación decidida del pueblo. Koatyi Ka´nu (pelea, conflicto, guerra grande) es el concepto que aglutinó la inconformidad social y por ello respaldaron al ejército insurgente.
La independencia se consumó el 27 de septiembre de 1821. El país entró en una fase de imposición de nuevas reglas administrativas y en una etapa de independencia de la Corona española. Del poder virreinal se pasó al poder de los caciques regionales, hacendados y prefectos políticos. Los pueblos originarios de La Montaña no modificaron mucho su situación social en la nueva etapa. Aún mucho por hacer y escribir sobre la historia.