LA REVOLUCIÓN EN LA MONTAÑA DE GUERRERO
La revolución iniciada en 1910 fue uno de los sucesos más importantes a principios del siglo XX. El general Porfirio Díaz se convirtió en un dictador. Treinta años gobernó el país con una política de mano dura, encarcelando y mandando a eliminar a sus opositores. Promovió inversiones de compañías mineras extranjeras y benefició a los terratenientes y hacendados. Durante su periodo de gobierno se dieron revueltas, rebeliones e insurrecciones de campesinos, indígenas y obreros en distintos lugares del país. La respuesta del gobierno porfirista fue la violencia y la represión militar.
La Revolución mexicana tuvo impactos en las regiones del país. En La Montaña las distintas fuerzas armadas veían a la región como zona estratégica y por ello se disputaban las plazas más importantes, así como las comunidades y pueblos. Tanto las fuerzas maderistas y zapatistas, como federales o gobiernistas, consideraban a las plazas como lugares de paso, centros militares estratégicos para emprender campanas o bien para resguardo, descanso y aprovisionamiento de víveres, armas, dinero y pertrechos militares.
Las plazas principales eran Tlapa, Huamuxtitlán, Olinalá y Xochihuehuetlán, los centros económicos y políticos más importantes del área. Allí se encontraban los ricos, los dueños de haciendas, los españoles, las autoridades militares y civiles. Eran centros de poder desde donde los prefectos políticos ejercían el poder con despotismo hacia los campesinos e indígenas de la región.
En el periodo de gobierno de Díaz fueron muy fructíferas las haciendas que aparecieron en distintas partes de La Montaña. Desde Xochihuehuetlán, Alpoyeca, Huamuxtitlán, a Tlapa y Chilapa, existían hacendados que en sus ingenios y sembradíos empleaban a la población local y a los indígenas. Todavía quedan restos de cascos de haciendas de aquella época y en algunos archivos municipales hay información sobre la explotación a la que eran sometidos los indígenas.
La región de La Montaña no estuvo exenta de conflictos sociales durante el siglo XIX y previo a la Revolución hubo distintos brotes de insurrección y levantamientos en contra de los prefectos políticos, como el de Huamuxtitlán y Tlapa, por el alto pago de impuestos y abusos que cometían en contra de los ciudadanos. Pascual Claudio, jefe del Ejército del Pueblo, proclamó un plan socialista desde la comunidad nahua de Temalacatzingo el 12 de mayo de 1884. El manifiesto, en su lengua, el náhuatl. El documento mostraba su inconformidad con el gobierno de Porfirio Díaz y exigía “Tierra, Industria y Armas”. Los pueblos que lo acompañaron en su revuelta fueron Tepetlapa, Comitlipa y otras comunidades de la región. Exigía por medio de un “Plan socialista” que se le dieran tierra y aperos de labranza a los campesinos pobres.
El 1 de enero de 1887 el “Ejército Regenerador”, encabezado por Juan P. Reyes y L. León, se levantó en armas contra las autoridades regionales y en las poblaciones de Atlamajalcingo del Monte, Malinaltepec, Metlatónoc, San Vicente, Zoyatlán y Alcozauca, por acuerdo con Juan Álvarez, se negarían a pagar contribuciones a la autoridad de la entidad.
Al inicio de la Revolución muchas comunidades y pobladores de La Montaña se sumaron a Francisco I. Madero debido a las injusticias que padecían y el descontento social. Los primeros brotes surgen con las tropas que comandaba Luis Acevedo (Huehuetecancingo), Juan Andrew Almazán y Pedro Vivar (Olinalá), Crispín Galeana (Malinaltepec), Cruz Dircio (Acatepec), Agustín Moyao (Cualac), Baraquiel Ríos y José Salgado (El Cuaulote) y otros dirigentes que estaban acompañados de campesinos e indígenas de la zona.
Al tomar la plaza de Xochihuehuetlán, los integrantes de las filas revolucionarias expresaron su repudio contra los hacendados de la zona y ejercieron acciones de despojo de manera violenta en contra de hacendados espanoles como Antonio Martínez. Las plazas de Huamuxtitlán y Olinalá fueron fuertemente disputadas entre los rebeldes y las tropas oficiales. Tlapa fue tomada el 6 de mayo de 1911. Sucesivamente hubo diversos enfrentamientos que convulsionaron a la región durante varios años.
Después de que Madero asumió el poder rompió con los zapatistas, debido a que éstos exigían la restitución de tierras. Madero no cumplió con los acuerdos, de tal manera que iniciaron la lucha en su contra, surgiendo así el zapatismo como una fuerza social rebelde. Se proclamaron Ejército Libertador del Sur, comandados por Emiliano Zapata, rompieron con Madero e iniciaron una lucha que se extendió a Guerrero, Puebla, Morelos, Tlaxcala, Estado de México y el Distrito Federal.
La Montaña, por su geografía, era un refugio natural para las tropas zapatistas que se movilizaban. Además, tenían respaldo de poblaciones y campesinos e indígenas de varios lugares. Aunque también es necesario señalar que varios pueblos veían con mucho temor el desplazamiento de las tropas federales y zapatistas, porque en ocasiones saqueaban a las comunidades, o bien los pueblos se aliaban a alguna fuerza militar para resolver sus problemas por tierras.
En todos los casos, la resistencia al despojo fue el motor principal de las rebeliones y movilizaciones, fue el resultado de la desesperación y organización con que los pueblos intentaron enfrentarse al avance de un sistema en el que el colectivismo de la comunidad no tenía cabida ni lugar. En una sociedad como la porfirista, en la cual se impulsaba el capitalismo industrial, el campesino tradicional era buscado para ser desplazado y despojado. Además, los pueblos indígenas estaban fuera del proyecto nacional y eran desplazados de sus tierras con todo y sus manifestaciones culturales. La resistencia adquirió un tipo de defensa ante un tipo de desarrollo que excluía cualquier posibilidad de supervivencia para las clases sociales mayoritarias del campo mexicano, basada en su organización ancestral. Por eso en La Montaña muchos se unieron a la Revolución de 1910.