1973-2023: CHILE EN EL CORAZÓN, ASÍ PASEN 50 AÑOS / 317
Poco se ha escrito y poco se recuerda, aún hoy, la relación entre el pueblo mapuche y el gobierno de Salvador Allende, el único presidente chileno que le ha dado importancia y atención con afán de justicia. Durante la dictadura de Augusto Pinochet los pueblos originarios fueron negados tanto o más que en el fatídico siglo XIX, y se impuso una legislación que contemplaba la desintegración definitiva de las comunidades. Los gobiernos “amigables” de Bachelet y Boric en relación al pueblo mapuche han hecho un indignante ridículo. A la fecha se les persigue como “terroristas”.
El programa de la Unidad Popular hacia 1970 proponía: “Defensa de la integridad y ampliación y asegurar la dirección democrática de las comunidades indígenas, amenazadas por la usurpación, y que al pueblo mapuche y demás indígenas se les aseguren tierras suficientes y asistencia técnica y crediticia apropiadas”. Ya desde 1964, en el histórico Pacto de Cautín, Allende priorizaba a los mapuche, algo inusitado para la sociedad mayoritaria, siempre negacionista y racista, “considerando que el pueblo araucano desea mantener y desarrollar todos aquellos aspectos positivos de su cultura tradicional y que enriquecen el acervo de la cultura nacional chilena como su lenguaje, sus leyendas, sus ideas religiosas, y sus artesanías”.
Y tan seria fue la atención de Allende a los mapuche y su organización propia, en favor de sus derechos territoriales que, como documenta Carlos Ruiz Rodríguez (elciudadano.com), el golpe militar se adelantó en territorio mapuche: “El Tercer Grupo de Helicópteros, con asiento en Maquehue, y el Regimiento Tucapel, de Temuco, iniciaron operaciones de allanamiento y ocupación de predios beneficiados por la reforma agraria. El 29 de agosto de 1973 allanaron el Centro de Producción Nehuentué, de Carahue, apresaron y torturaron al presidente del Centro de Producción Lobería, Juan Segundo Quían Antimán, quien falleció el 8 de septiembre a consecuencia de estos crímenes. Desde el 11 de septiembre habría muchos más como él”.
Cincuenta años después, Chile sigue en deuda histórica a una escala escandalosa con su mayor pueblo originario. Ya va siendo hora.