FIESTAS Y VIDA COMUNITARIA / 323
Los ciclos anuales de los pueblos originarios son agrícolas, son sagrados, son históricos, son políticos, son festivos. Carnavales, fiestas patronales, ferias de productos, torneos, carreras parejeras, rodeos, verbenas y hasta velorios marcan los tiempos en cada comunidad. En la medida que se conservan las tradiciones, la música propia y con mayor suerte las lenguas y sus dialectos, estos espíritus festivos dan luz y diversión a las familias. Sí, las fiestas son onerosas para las familias con frecuencia; los cargos y mayordomías, demandantes. Pero la fiesta es motivo de convivencia, relajo, baile y compartición de comida y bebida.
La imagen convencional de ellos, desde la sociedad dominante, es de pobreza, marginación y sufrimiento. Siendo un hecho incontestable la continuidad de la colonización y en ocasiones el despojo, sirve como argumento de los gobiernos para intervenir en los pueblos, estimular proyectos extractivos y anunciar su salvación del atraso gracias al desarrollo modernizador. Sin embargo, los pueblos profesan el Buen Vivir, proclamado con intensidad en décadas recientes por los diversos pueblos de la Isla Tortuga, Abya Yala, el Ombligo de la Luna y cualquier otra cartografía simbólica propia, no sólo ajena a la oficial, sino anterior a ella.
La algarabía infantil, el desmadre juvenil y la catarsis de los adultos no son sólo evasiones de las durezas de la existencia. Son parte de la resistencia permanente, el cuidado de las costumbres, las artes y las lenguas. Son un gusto que se dan las comunidades, la demostración de que poseen un savoir vivre que en nada envidia los placeres de los ricos en las ciudades y su presunto buen gusto.
En marzo, Ojarasca recoge en imágenes y escrituras algunos destellos de estas alegrías que alimentan las artes y la literatura de los pueblos originarios. No todo es desgracias, luchas, esfuerzos y pobrezas. La generosidad tiene su casa en los días de fiesta, con su antes organizativo y su después para la memoria. La risa y el canto tarde o temprano derrotan a las lágrimas.