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UNIDAS TEJEMOS LA VIDA

BEATRIZ CANABAL CRISTIANI
Magdalena Valtierra García y Nadia Alvarado Salas,
Unidas tejemos la vida. Testimonios
de mujeres indígenas y afromexicanas
radicadas en Acapulco,
Editorial ITACA, Universidad Autónoma de Guerrero,
México, 2018.

 

El libro Unidas tejemos la vida de Magdalena Valtierra y Nadia Alvarado tiene como objetivo visibilizar la historia de las mujeres que participan en AMIARA (Asociación de Mujeres Indígenas y Afromexicanas Radicadas en Acapulco) y sus esfuerzos para asentarse en un lugar tan distinto a sus comunidades de origen y conformar una organización.

Las mujeres radicadas en Acapulco empezaron hace más de una década a reunirse en pequeños grupos hasta formalizarse en la asociación civil con mujeres de distintos orígenes y distintas lenguas de Guerrero, incluyendo a mujeres afromexicanas que compartían con los indígenas espacios de vivienda y de trabajo.

El libro está integrado por las voces de sus mismas mujeres y muestra todas las penurias y retos que día con día puede tener una organización social como AMIARA en un entorno de discriminación en el que las políticas públicas no son lo efectivas que se quisiera al tratarse de mujeres pobres, indígenas o afromexicanas y que habitan en colonias populares y comunidades de la zona rural.

El libro narra desde sus mismas voces la experiencia como mujeres en la organización, su historia, así como sus sueños y sus más profundos anhelos.

AMIARA es una organización ya no de migrantes sino de mujeres radicadas que ya no retornarán a sus pueblos de origen, que ya son de Acapulco, que tienen que seguir su lucha ganando más y mejores espacios de trabajo, mejorando sus condiciones de vida y propiciando un mayor reconocimiento a su cultura y a sus saberes.

AMIARA, señala el libro, tiene presencia en 42 colonias y dos comunidades rurales de Acapulco y ha generado proyectos para hacer frente a la discriminación, a la desigualdad y a la injusticia, tanto en el ámbito privado como público.

Ahora ya en la ciudad, las mujeres se han visto en la necesidad de construir nuevas propuestas y reconstruir su identidad como mujeres de distintos orígenes, pero con las mismas necesidades como habitantes de un municipio que requieren mejores condiciones de trabajo y de vida.

Esta nueva identidad se va reconstruyendo en las colonias donde la lucha es por el acceso a mejores servicios y vivienda, en el área turística donde se lucha por generar más y mejores espacios de trabajo, en las escuelas bilingües donde los niños se forman en su misma lengua y conviven con niños de diversos orígenes, pero donde faltan mayores recursos y más apoyos.

Éstos son los espacios donde se mueven y luchan las mujeres de AMIARA sin olvidar los lazos que todavía tienen con sus comunidades de origen. Son mujeres que siguen en contacto con sus comunidades donde todavía se encuentran los padres y los abuelos y a donde asisten a las fiestas para no perder esa parte fundamental de su identidad.

Su origen y estos lazos les han permitido reconocer, valorar y heredar los saberes que traen de su tierra y que les han servido en su nuevo espacio de vida; sin duda hay cambios; se han ido creando nuevos oficios, se han reelaborado otros en la cocina, en los huertos, en la artesanía o en la medicina familiar.

El libro señala que la tarea de organizarse tiene muchos retos por delante, desde los familiares y de la pareja en particular, hasta la discriminación en el ámbito público o, como la llaman en el libro, el racismo institucional.

AMIARA impulsa a las mujeres que la integran a trabajar con solidaridad; les da ánimo y fortaleza, las induce a que se valoren a sí mismas como mujeres y que valoren su cultura y sus orígenes; genera alternativas como los huertos familiares y las capacita en otros oficios para paliar la crisis.

Estas mujeres saben del campo, de las plantas, de la salud, de partería; saben diseñar artículos artesanales maravillosos como los productos de barro pintado y los textiles. Son mujeres marcadas por la historia colonial que luchan contra viento y marea mostrando la riqueza de su cultura a México, un país multicultural.

Nuestra sociedad sigue dando señales muy poderosas de racismo; los testimonios de las mujeres que se exponen en el libro muestran mujeres que tuvieron que salir adelante desde abajo, desde su pobreza, desde sus limitaciones para tener acceso a la educación, a un trabajo remunerado o que han salido de espacios de violencia intrafamiliar.

Estas mujeres salieron de sus comunidades hacia otra sociedad, en este caso hacia Acapulco, que les ofrecía oportunidades de trabajo y acceso a servicios, pero donde son diferentes, y las organizaciones que han creado las han visibilizado y valorado con sus familias desde lo que son, desde su cultura diversa.

Su participación en esta y otras organizaciones ha permitido no olvidar su origen, sus saberes, su lengua y sus fiestas para mostrarse como habitantes del puerto con una gran presencia social y hoy se ha logrado que estas muestras de su cultura las identifiquen y hagan que puedan mostrarse orgullosas como mujeres indígenas y afromexicanas.

Su vida en la ciudad les ha mostrado diferentes formas de vida y a algunas les ha mostrado cómo pueden tener una mejor participación como mujeres en el trabajo, en la educación y en la obtención de servicios para sus colonias.

La ciudad les ha permitido tener contacto con distintas organizaciones sociales, en especial con organizaciones indígenas, afromexicanas y de mujeres en el estado de Guerrero y han aprendido así a reconocer y valorar su cultura y a reforzar su papel como mujeres.

En las colonias, en los centros de trabajo o en las escuelas, ellas han aprendido que tienen derechos, que hay programas a los que pueden acceder; han aprendido que tienen que salir adelante sin renunciar a su origen, rearmando su identidad en el puerto del que ya forman parte.

AMIARA les ha mostrado la importancia de participar con unidad y con solidaridad. Se sabe que todas estas prácticas traen aprendizajes, que hay que mejorarlas y que, aunque puede haber problemas internos o bien tardanza en las gestiones y que no todo lo que se espera puede llegar rápidamente, la organización sí enseña, de acuerdo con los testimonios que presentan, que unidas se logra más con una mejor y mayor participación. Los aprendizajes que se han obtenido en la organización se quedan; se pasarán de madres a hijas y como se revela en el libro, estas mujeres ya son muy distintas a sus madres y sus abuelas: quieren participar, seguirse capacitando y quieren que a sus hijas les vaya mejor. Éste es el mejor legado que la organización y sus actividades les puede dejar.

Así, teniendo en contra tantas limitaciones en el manejo de la lengua castellana, la educación formal, la discriminación o la falta de apoyos, estas mujeres han logrado hacerse oír desde su cultura, sus tradiciones y su lengua en una ciudad que se quiere globalizada y moderna.

Sin embargo, a la par de que el neoliberalismo avanzaba, los movimientos sociales por el reconocimiento y respeto a la diversidad y a los derechos humanos de las mujeres y de los pueblos indígenas y afromexicanos se desarrollaban y ahora se muestran con orgullo, como es el caso de AMIARA. Se trata de mujeres que en sus testimonios transcritos en el libro muestran cómo tenían que cambiarse la ropa para no ser identificadas como indígenas, o hablar castellano, escondiendo su lengua, y que ahora se muestran con orgullo mostrando su origen y la riqueza de sus conocimientos.

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