IXBALAM-EK’ / ESTRELLA JAGUAR. LA HISTORIA DE UNA MUJER GOBERNANTE / 325 — ojarasca Ojarasca
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IXBALAM-EK’ / ESTRELLA JAGUAR. LA HISTORIA DE UNA MUJER GOBERNANTE / 325

RUPERTA BAUTISTA

A continuación Ojarasca presenta el inicio de la novela histórica Estrella Jaguar, escrita en tsotsil y español por Ruperta Bautista, con recurrente uso de palabras tseltales y del maya clásico. Ubicada en los tiempos antiguos, es descrita así por la autora: “Este texto se fundamenta en una investigación excelsa y exhaustiva que la autora realizó a través de la revisión bibliográfica de la cultura ancestral que permitió ir construyendo la historia de vida de cada uno de los personajes”. En el cielo azul tucanes y quetzales vuelan por los cuatro puntos cardinales, formando una sinfonía de color y movimiento. El sol radiante baña la ciudad. Arriba en la entrada principal del Palacio, hacia el oriente, donde cada amanecer los Ajmen ofrendan pom, se alcanzan a ver las montañas entrelazadas rodeando el lugar. Algunos niños juegan por las escalinatas, otros caminan tomados de la mano de sus madres, acompañándolas al Ch’ivit na, a pedir autorización para acomodar productos en el tianguis; suben y bajan los j-ab-teletik jnitvanejetike de Balamtun, ocupándose de las actividades del día.

Cerca del área de los juegos sagrados, arriban personas de poblaciones vecinas y otras de tierras de Najalostomeka. Algunos canjeantes acomodan mantas de algodón y tablas en el piso de tierra para trocar: yuca, pitahaya, aguacate, guayaba, carne de venado, comadreja, pez y otros animales. Un niño llora a gritos, enojado reclama a su padre por no intercambiarle una tortuga por los manojos de ocote que llevan al tianguis. El hombre, apenado ante la gente que pasa, intenta tranquilizarlo. Tres músicos sentados cerca de un Yaxte’ tocan en tono festivo una trompeta de carrizo, un tambor y sonajas llamando la atención de las personas recién llegadas; a su vez otros individuos colocan alrededor de troncos de árboles: trompas, caracoles y ocarinas.

Los rayos del sol penetran las entradas del Palacio iluminando los pasillos. El que conduce a la habitación de Ixbalamek’, la luz baja su intensidad y cambia a un tono tornasolado de azul y ámbar formando la figura de los cuatro ángulos del universo y los ciclos del tiempo.

Komkom, el enano anciano, sabio y consejero de la reina, sentado a un lado de la cama de la Ixbalam-ek’, se frota los ojos irritados, cansado por el desvelo de la noche. En su morada, Ixbalam-ek’ espera su deceso. Ajk’in, Dios del Tiempo, y Yumkimil, Dios de la Muerte, han llegado por la reina para comenzar el viaje hacia Xibalba. Incrédula se ve a sí misma: junto a los dioses caminando por el camino de fuego, cruzan el río de agua caliente donde un perro espera en la orilla para guiarlos hacia donde crece el Árbol Fructificador de los Tres Universos.

Ixbalam-ek’ en su agonía se percibe como la mujer recién llegada al trono. La reina que con sólo mover la cabeza y hacer un guiño es obedecida por las mujeres jóvenes, adultas y ancianas, incluso por los hombres más sabios. La soberana de cabello largo, trenzado con el color de la noche, ojos pauch y la esencia de Serpiente Jaguar. Así entre estertores permanece observando la memoria de su corazón.

Fluyen en su recuerdo las imágenes de hace veintidós vueltas del tun: la muerte del rey llega a los oídos de Ixbalamek’, su rostro palidece, se levanta de su alfombra, las Ix-ajauov se apartan, la reina apresura sus pasos, corre hacia La Casa de Guerra, entra hasta posarse frente al altar, extiende sus manos al cielo, baja la cabeza, cierra los ojos, implora: “Gran Yumkimil y Junlajel, dioses poderosos, hacedores de la muerte; concédanme sabiduría”. De sus palmas comienza a manar sangre: “Otórguenme astucia, transporten su fuerza a mis manos. Traigan su energía a mis pies, envíen su visión a mis ojos. Ofrézcanme el sabor del triunfo; a cambio, pongo ante ustedes mi ofrenda: mi existencia. Seré su esclava, su sierva en la extensión del tiempo, allá en su morada. Señor Yumkimil, Señor Junlajel, acepten mi humilde ofrecimiento”.

Una densa niebla surge del altar, cubre el espacio de la oscuridad, emerge un cuerpo esquelético, fuma tabaco, se acerca a Ixbalam-ek’, le coloca un collar de cascabel con piedras verdes, rojas y negras en el cuello. Camina hacia atrás, desapareciendo junto con la bruma.

En la entrada principal del Palacio, donde inician los escalones, humea el aroma del copal, sobre grandes incensarios con figuras talladas de Bolom. Mientras el incienso perfuma el espacio, extendiéndose hacia La Casa de Guerra, Ixbalam-ek’ permanece agónica.

Komkom abandona la habitación dejando sola a la reina; triste y pensativo avanza hasta la entrada principal del Palacio, se encuentra con Ajpuch, guía de los guerreros de Balamtun y hablan sobre la inminente muerte de la reina. Mientras pala la Serpiente Jaguar tallada en la piedra central de su collar, conversa. “Ajpuch, mi corazón se ha sumergido en la tristeza. Siento cómo el temor poco a poco penetra en cada latido, el miedo me sacude al pensar que pronto me presentaré a las personas para informarles la muerte de la soberana, se derrumbarán abatidas por la noticia”. El Consejero por momentos se queda en silencio, se lleva la mano izquierda a la frente, nervioso juguetea su tocado, en su corazón se arremolinan las palabras, mientras su mirada se pierde en la lejanía, su pensamiento se esfuma en la confusión, no sabe qué hacer: “Ajpuch, hermano mayor, un tumulto de desorden hay en mi alma. Tú que saber y conocer el camino y las sendas de la victoria, los secretos de la muerte violenta, quisiera ponerme en las palmas de tus manos para que me envíes allá donde oscurecen los rayos del sol”.

Frente a Komkom, Ajpuch, con la quijada tensa, la mirada triste, como un guerrero que ha perdido la batalla; de pronto se enfurece, golpea su lanza contra el piso. Ruidosas se agitan y chocan unas a otras las piedras de jade de sus brazaletes: “Komkom, hermano, descendiente de los padres-madres, tú eres el sabio y consejero del reino de los Bolomcho, no dejes que la tristeza y el miedo fluyan en tus venas. Tienes que tranquilizarte. El momento de la culminación del acuerdo que hizo la reina con los señores del Xibalba debe cumplirse. Nos corresponde esperar el instante preciso en que Ixbalam-ek’ deje este mundo. Cuando llegue ese momento, tu corazón debe estar sereno. Informarás la muerte de la reina y al mismo tiempo comunicarás que desde hace veintidós recorridos del tun, el rey se despidió de la luz del crepúsculo”.

Ixbalam-ek’, agitada, intenta respirar con calma, los pulmones no le responden, sus manos se vuelven rígidas, quiere levantarse, no puede. Su respiración se torna acelerada, en el delirio observa en uno de los pasillos interiores del palacio, que camina junto a Jsakbalam, el rey, bajan, se miran uno al otro, conversan sobre la ceremonia próxima: “Jsakbalam, se acerca el día en que estaremos ofrendando la salvia roja, brotada de nuestro cuerpo con la fuerza del to para elevarnos y caminar en el Be taiv al encuentro del señor Jun ajpu”. Jsakbalam acaricia la cara de la reina: “Mi hermosa mujer, antes de que el rostro del sol se oculte, me reuniré con los Ajmen, los j-abteletick y los guerreros principales. Acordaremos los preparativos para los trajes, los incensarios, el yakil o’. Y pediré que afilen las puntas del to para usarlo en la ceremonia”.

Mientras conversan, los guerreros los saludan con una breve danza, golpeando el piso con los pies. El sonido se mezcla con el ruido de las piedras de jade de las rodilleras, los brazaletes y los pectorales creando un tono musical pausado en una escala de cuartos.

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RUPERTA BAUTISTA, Ixbalam-ek’ / Estrella Jaguar. Ilustraciones de Roberto Alonso Gordillo Pérez (Cohete con Dientes). Oralibrura Cooperación Editorial, Ciudad Nezahualcóyotl, México, 2023. (En la sección Veredas de este número ofrecemos una reseña de la obra).

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