“REBELIÓN DE LAS LETRAS INDÍGENAS” / 327 — ojarasca Ojarasca
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“REBELIÓN DE LAS LETRAS INDÍGENAS” / 327

NATALIO HERNÁNDEZ

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Namehuantzitzin sihuameh huan tlacameh, noicnihuan huan noyolicnihuan.

Señoras y señores, amigos y hermanos.

Melahuac niyolpaqui pampa tihpohuaseh toxochitlahtol tlen tiquicuilotoqueh ica tonel tlahtol.

Me siento muy contento porque leeremos nuestros poemas escritos en nuestra propia lengua.

Con estos breves saludos en lengua náhuatl, inicio mis comentarios acerca del libro Insurrección de las palabras, que contextualiza el recital “Voces insurrectas, poesía en lenguas originarias” que nos ha convocado en esta ocasión.

 

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En las primeras líneas del libro, Hermann Bellinghausen nos dice: Las palabras que construyen este libro son insurrectas, no resucitadas. En lenguas ancestrales, la poesía aquí reunida es nueva, una parte significativa de ella escrita en el siglo XXI, otra a finales del XX, y solo en pocos casos antes de 1980.

Enseguida suelta una crítica demoledora, pero con voz suave, como suele hacerlo siempre, para afirmar: “Algo tan emocionante como el surgimiento de una nueva literatura en México […] sigue pasando desapercibido para la cultura dominante, y cuando más, como curiosidad poco relevante”.

En su comentario introductorio continúa con el señalamiento de que las tres lenguas que cuentan con mayor tradición escrita con el alfabeto latino desde la Colonia hasta nuestros días son el náhuatl, maya y zapoteco.

No omite señalar que nuestras lenguas indígenas sirvieron como puente para la evangelización durante la Colonia y que durante el periodo cardenista se introdujo la alfabetización en lenguas indígenas, con fines de evangelización protestante, a través del Instituto Lingüístico de Verano (ILV).

Incluso, nos dice Hermann: “Durante la guerra de Vietnam, el ejército de Estados Unidos empleó lenguas indígenas mexicanas para codificar sus mensajes y burlar la intercepción radial por parte de la resistencia del Vietcong gracias a los servicios del ILV”.

En fin, Bellinghausen nos hace un interesante relato del proceso de escrituración de las lenguas indígenas que permanecían, casi cinco siglos después de la Conquista, en su estatus de lenguas de tradición oral. También nos relata el encuentro de Robert Gordon Wasson, antropólogo y botánico norteamericano, con la poetisa María Sabina y su discurso de sanación en mazateco a través de los hongos sagrados, nombrados Teonanacatl en náhuatl.

Termino el comentario acerca de las palabras que nos regala el compilador, referente al papel que desempeñaron las lenguas indígenas con el levantamiento zapatista de 1994. Con sus propias palabras nos dice: “El ‘modo zapatista’ de expresión fue asimilado por escritores y dirigentes indígenas, lo mismo que por escritores de la izquierda militante (…) Pronto fue un estímulo más para escritores activos en otros pueblos e idiomas, además de los mayas chiapanecos”.

Y aquí dedica un importante espacio a la reflexión académica del escritor mazateco Juan Gregorio Regino, heredero de la poesía de María Sabina, quien señala:

Para el escritor en lengua indígena, que a través del lenguaje escrito lucha por mantenerse vivo, las fuentes orales vigentes son su principal recurso expresivo, así como también lo son sus tradiciones, costumbres, cosmovisiones. De ahí surgen personajes, situaciones, formas verosímiles de interpretar la vida. Este conjunto de formas y contenidos es la base de la literatura indígena que se está dando a conocer en la actualidad.

Bellinghausen no omite mencionar la reflexión del lingüista norteamericano Noam Chomsky acerca de las lenguas indígenas de tradición oral en la preservación de la memoria de los pueblos del mundo, para enseguida citar la contribución de Carlos Montemayor, quien junto con mi maestro Miguel León-Portilla visibilizó la literatura contemporánea en lenguas indígenas de la mano con la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas creada en Texcoco, tierra del poeta Nezahualcóyotl, en 1993. Cierran la introducción estas palabras:

No existe, ni hace falta, un canon de literatura en lenguas indígenas. Ayudaría tal vez, un mapa. Actualmente, la identidad cultural de México se encuentra desgarrada entre las violencias, la migración forzosa, la desinformación, la acumulación insultante de riquezas por unos cuantos, la corrupción generalizada de políticos, policías y grandes empresas.

Qué tal que resultara que el mejor antídoto contra la desvergüenza y el autoritarismo es el cantar paciente, antiguo y bien moderno, diferente y nuestro, de las lenguas mexicanas.

Y yo, Natalio Hernández, poeta náhuatl, secundo la afirmación de Hermann con esta frase: Ma yu mochihua / Que así sea, como lo decían nuestros ancestros y seguimos repitiendo aquí y ahora: amanintzin.

 

I I


El contenido del libro Insurrección de las palabras, que también podría llamarse “Rebelión de las letras indígenas”, es, para mí, como un xochipetlatl, es decir, una estera de flores, un tapete florido, o mejor todavía, un bordado de muchos colores. Contiene poemas de diversos temas, estilos y ritmos. Carlos Montemayor, mi amigo y colega, se hubiera deleitado como buen sibarita de la palabra, escuchando la música que nos comunican los poemas en las lenguas nacidas en nuestra propia tierra.

Pocas voces me había atrapado una antología multilingüe en donde 130 poetas, hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, nos comparten sus alegrías y sus dolencias, sus sueños y sus frustraciones, sus angustias y sanaciones; pero también cantos que reflejan la lucha de sus pueblos, las voces de las abuelas y los abuelos que siguen con vida en nuestra memoria y en nuestros sueños.

No quiero abundar en mis comentarios. En todo caso, leeré algunos de los poemas sólo como una pequeña muestra de este manantial multilingüe que ahora nos ofrece el libro Insurrección de las palabras. En esta primera ronda compartiré el poema “Amo nihnequis nimiquis / No quiero morir” que escribí hace 40 años y que refleja mis angustias existenciales y que, gracias a la poesía, como recurso de sanación, logré superar esos momentos críticos y díficiles de mi vida.

 

Amo nihnequi nimiquis

Amo nihnequi nimiquis

nihnequi niquitas yancuic tonati

ihuan yancuic tlanextli.

 

Amo nihnequi nimiquis

nihnequi nihcactehuas yancuic xochicuicatl

yancuic masehual cuicatl.

 

Amo nihnequi nimiquis

nihnequi niquinpohuas

yancuic masehual amoxmeh

nihnequi niquitztehuas

yancuic tlahlamiquilistli.

 

Amo nihnequi nimiquis

nihnequi nimoyolchicahuas

ocsepa cuali nimonelhuayotis

amo queman nitlacahtehuas.

 

No quiero morir

No quiero morir

quiero ser partícipe del nuevo día

y del nuevo amanecer.

 

No quiero morir

quiero disfrutar los nuevos cantos floridos,

los nuevos cantos del pueblo.

 

No quiero morir

anhelo leer los nuevos libros

y disfrutar el surgimiento

de la nueva sabiduría.

 

No quiero morir

quiero que sea vigorosa mi propia vida

ansío recuperar mis raíces

no deseo abandonar esta tierra.

 

I I I


La tercera parte del libro es “Fuentes y afluentes”. El título del apartado hace honor a su contenido: rico en información. Ahí se dice que los poemas del libro provienen de la revista Ojarasca, de ya larga historia. En su haber la labor de Bellinghausen transcurre, por breve tiempo, en la edición del cuadernillo Letras indígenas, también en su paso por la revista México Indígena, del entonces Instituto Nacional Indigenista, y finalmente se establece en Ojarasca, revista que se constituye en el principal reservorio de este libro florido Insurrección de las palabras.

Este proceso, que menciono en pocas líneas, ha sido un trabajo de muchos años, como dije al principio. En este largo caminar Hermann y yo, lo digo de manera reiterada, transitamos por caminos paralelos: cuando surgió Letras Indígenas, yo coordinaba el suplemento multilingüe Nuestra palabra, de la Dirección General de Culturas Populares, y cuando sus andanzas lo encaminaron a la revista Mexico Indígena, yo me encontraba impulsando la creación de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas. Posteriormente, cuando nació Ojarasca, yo estaba colaborando en la serie Voces de antiguas raíces, de la mencionada Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas. Por eso celebro este feliz y afortunado reecuentro con mi amigo, colega y hermano Hermann Bellinghausen.

Termino mi comentario trayendo a cuenta las palabras finales del capítulo “Fuentes y afluentes”, firmado por el equipo editor de Ojarasca:

Insurrección de las palabras aspira a demostrar que nos encontramos ante un fenómeno literario nuevo y digno de atención. Estos poetas, como pocos a la redonda en la cultura dominante actual, hablan y cantan de las cosas que verdaderamente importan en un país necesitado de fortalecer sus voces para alzarlas en todas las lenguas. En todas.

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Texto leído en el evento “Voces insurrectas: poesía en lenguas originarias”, realizado el viernes 7 de junio de 2024 en la Casa de las Humanidades de la UNAM.

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