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TAJIMAL K’OP. DESDE LOS RELATOS TSELTALES / 327

ARMANDO SÁNCHEZ GÓMEZ

El levantamiento zapatista de 1994 en Chiapas provocó, entre otras manifestaciones, la necesidad de expresión de muchas voces de los pueblos originarios. Para muchos, la literatura fue la puerta de entrada a este mundo global para exponer los sentimientos que brotaron desde la profundidad de los pueblos mayas y zoques de Chiapas. San Cristóbal de las Casas fue también un lugar importante para la expansión digital del movimiento zapatista, que a la par abrió las puertas a la nueva expresión literaria en lenguas originarias.

Los escritores tseltales de Chiapas, al igual que otros escritores en lenguas indígenas, atravesaron muchas barreras para definir la escritura de la oralidad, por eso optaron por escribir primero en la lengua del “kaxlan”, es decir, documentaban primero las narraciones en lengua tseltal, grabándolas, y después las transcribían al español. Así empezó el registro del conocimiento literario de los pueblos, algunos de ellos se empastaron para ser publicados en folletos, revistas y compendios. No cabe duda de que fue la mejor herramienta para documentar los conocimientos y saberes de cada pueblo indígena. Seguramente habrán oído o leído textos de los escritores indigenistas, como el trabajo de Carlo Antonio Castro y Alfonso Villa Rojas, así como del trabajo del Instituto Lingüístico de Verano, que formaron parte de ese movimiento desde las letras.

En mi caso, hace más de treinta y cinco años que me acerqué a la literatura, al principio como traductor para la Subsecretaría de Pueblos Indígenas (Subsai), donde traduje folletos sobre relatos orales y fiestas de los pueblos originarios, todos escritos en español, recopilados por algunos investigadores tsotsiles y tseltales de ese momento. Años después, asistí al taller que impartió Carlos Montemayor, ahí fue cuando las letras tomaron más fuerzas en mi lápiz y en la hoja de papel para luego escribir relatos, crónicas y unos rezos de los que ahora llaman “etnopoesía”, además de algunos cuentos en tseltal. La idea desde entonces es la de escribir todo en lengua tseltal.

Tuve la oportunidad de escuchar varios relatos y rezos desde muy niño, tal vez cuando tenía unos diez o doce años, aquella vez cuando bebí por primera vez el pox (aguardiente) junto con mi abuelo, quien me llevó a una actividad ritual. Yo, aturdido por el pox, sentí que poco a poco los cantos y los rezos penetraron en mi alma, en mi mente y en mi corazón. También recuerdo la voz de los abuelos que narraban sus historias durante la tumba, quema y roza de los matorrales, para hacer la milpa. Alguna vez proyecté mi futuro como ellos, en otra fogata, en otros cantos, otros cielos.

Claramente recuerdo a uno de los abuelos que se postró sobre la tierra para cantar estas letras:

 

Madre tierra, vine hacia ti,
traje estas trece candelillas,
trece ocotes, trece flores,
con el incensario en la mano y en el corazón.

 

Madre tierra, cortaré tus hijos,
lastimaré tus niños;
perdona pues,
es la necesidad de sembrar y de comer,
no sólo para mí, sino también para los otros.

 

Cuídanos, vigílanos
para que no nos lastimemos,
para que no nos aplaste una piedra,
para que no nos cuelgue tu bejuco,

para que así sea pues, madre mía.

 

LA MADRE TIERRA Y SUS DUEÑOS

La Madre Tierra desde la visión maya tseltal es considerada como la madre que da origen a la vida y es en ella donde se genera toda la cotidianidad de nuestra existencia. Además, tiene seres que consideramos como sus guardianes. Los guardianes son seres que viven en los lugares sagrados, en el tseltal a estos seres se les denomina Ajaw, lo que equivaldría al Ojov en tsotsil; “estos seres poderosos hablan y predicen”, sus palabras son muy importantes, por lo que las personas mayas tseltales y tsotsiles les deben obediencia, porque sus palabras pueden ser orientaciones o premoniciones. Por ejemplo, entre los tseltales tenemos a los ch’uy k’aales, que son personas que pueden divisar la información que emiten los Ajaw.

La práctica ritual en los lugares sagrados constantemente se va olvidando entre los jóvenes que dejan o se alejan de su comunidad. Los jóvenes, en consecuencia, serían los más propensos a desobedecer a los seres de la naturaleza. Por ejemplo, se dice que un joven adulto tseltal abusó de la cacería del tepezcuintle, pues los cazaba y los vendía. Según comentan sus vecinos en su sueño le llegó un aviso, pero no hizo caso, por lo que la naturaleza se llevó el alma de sus dos niños cuando estos estaban persiguiendo un tepezcuintle al interior de una cueva sagrada. Los niños se metieron y no volvieron a salir nunca. Esto significa que no se debe jugar con los seres poderosos de la montaña y de las cuevas, por eso es importante ofrendar a los lugares sagrados para permanecer en armonía con la vida.

Al escuchar estas historias y participando en los rituales donde había cantos, rezos y relatos, se fue llenando mi corazón y mi mente para escribir algunas de las narraciones que recuerdo de mi abuelo, quien nos contaba historias a modo de Tajimal K’op. Fue en esos momentos cuando escuché los relatos de “El bankilal y el abuelo”, “El cazador”, la historia de “El Cómanse abuelos”, la narración de “La diosa caracol”, “El pene de cera, “La benevolencia de la Madre Tierra”, “La mujer de corcho” y “Las palabras de fuego”, entre otras historias que ya no recuerdo bien.

Así, muchos de estos relatos permanecen vivos por el alto contenido literario y performático que al ser narrados agarran ese sabor natural de la dulce voz de las abuelas y abuelos. También considero como un regalo muy valioso que estas palabras puedan compartirse a las nuevas generaciones, para tener constancia de que en los pueblos tseltales existe la literatura oral.

Con todo lo anterior, después de muchos años que he trabajado en recordar los relatos y después de haberlos intervenido un poco desde mi perspectiva, les presento estos textos que he logrado escribir. Con el afán de preservar y honrar la voz y la palabra de mis abuelos, don Xun K’ib y de doña Rosa, su esposa, que vivieron en las comunidades tseltales de Oxchuc, Chiapas.

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Presentación del libro bilingüe Tajimal K’op, producto del proyecto Ts’ib (Escribir), que es parte de los talleres de reflexión sobre la literatura en lenguas originarias en Chiapas.


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