CHICOYOGÜITO VUELVE SU MIRADA A LA MONTAÑA WOLOK
28 DE JULIO DE 1968 - 28 DE JULIO DE 2024
El 28 de julio de 1968, la comunidad de Chicoyogüito fue desalojada y despojada de sus tierras para instalar la Zona Militar No. 21 del ejército guatemalteco, hoy conocida como CREOMPAZ, en Cobán, Alta Verapaz, Guatemala. Durante el conflicto armado interno, la Zona Militar No. 21 fue el centro de coordinación e inteligencia militar de esta región y centro clandestino de detenciones ilegales, tortura, ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada, y violaciones sexuales cometidas por el ejército y el Estado de 1978 a 1996.
Los sobrevivientes de Chicoyogüito hasta hoy viven en condiciones de pobreza extrema, causada por el despojo de sus tierras. Además de ocupar por la fuerza su territorio, el ejército sometió a muchas personas de Chicoyogüito a trabajos forzados en las instalaciones militares: “Teníamos que limpiar y chapear alrededor de la zona militar, sin goce de salario”.
Después de muchos años, ancianos y ancianas, como don Jesús y doña Felipa y sus descendientes (hijos e hijas, nietos y nietas) iniciaron el reencuentro con sus familiares, amigos, amigas, vecinos y con quienes en algún momento habían compartido formas de vida, en su antiguo “Chicoyou”, contemplando al majestuoso “Wolok”.
Estos hombres y mujeres, con el sentimiento heredado de los antepasados, como “volver al origen”, en su primera declaración pública en 2014 dijeron: “Nosotros y nosotras venimos hoy a recordar una vez más la forma violenta de cómo fuimos desalojados y desplazados aquel 27 de julio de 1968 por el gobierno y el Estado de Guatemala para construir las instalaciones de una de las zonas militares más represivas del país” (y de América Latina).
En esa ocasión decían con mucha emotividad:
Hoy nos volvimos a reunir. No nos importó dejar nuestros animalitos y nuestras casas para caminar muchos kilómetros de distancia y volvernos a encontrar, como cuando nos reuníamos para trabajar en las fincas regaladas a los alemanes y dejar la fuerza de nuestro cuerpo y nuestra mente. Nos volvimos a reunir, para recordar los años que teníamos de vivir en paz, hasta que fuimos desalojados y desplazados por el Ejército de Guatemala, hasta convertirnos en hombres y mujeres sin tierra, porque desde ese momento andamos de arriba para abajo buscando lugares donde poder vivir con toda nuestra familia, nuestro junqab’al.
Hoy volvemos a encontrarnos como hombres y mujeres que luchan por vivir bien. Hoy también reunimos a nuestros hijos e hijas, nietos y nietas, para que conozcan y comprendan lo que nos pasó hace muchos años y que, por eso, no les hemos podido dar mejores condiciones de vida. Volvimos a encontrarnos con nuestra gran montaña Wolok, que nos abrazaba y nos miraba y nosotros la contemplábamos y le pedíamos que nos protegiera cuando vivíamos aquí.
Estamos volviendo a organizarnos desde el Junqab’al, para volver a construir nuestro nuevo Kaleb’al. No lo podremos construir si la tierra no es nuestra, si nuestro territorio no es nuestro, si no nos devuelven lo que nos quitaron. Para el Ral Ch’och’, su espíritu está en la tierra y el territorio. Nuestro ombligo fue enterrado aquí y por eso aquí queremos estar y donde tenemos que estar, porque esta tierra es nuestra y sólo nos la quitaron para reprimirnos y reprimir a todos los demás pueblos.
Después de 56 años, siguen exigiendo ver a Wolok, uno de sus lugares sagrados, que tienen como pueblos originarios. Como todos los pueblos originarios de América Latina, los Chicoyogüito sienten, sueñan, sufren con sus lugares sagrados, sobre todo, porque ahí están enterrados sus antepasados, quienes vivían cuando llegaron los dominicos a evangelizar/colonizar/invadir el territorio de Tezulutlán.
Los Chicoyogüito, como muchos pueblos del norte de Guatemala, sufrieron la reducción de pueblos, impulsada por Bartolomé de Las Casas, el despojo masivo de sus tierras por parte de las municipalidades y ayuntamientos creados pocos años después de la colonización y fortalecidos con la independencia y la reforma liberal. Vivieron el segundo repartimiento con la llegada de los colonizadores y explotadores alemanes, quienes convirtieron a los indígenas en esclavos/colonos, para trabajar en sus fincas y durante el conflicto armado de 1962-1996 los convirtieron en el enemigo interno. También han sufrido la represión, la discriminación y el racismo en toda su expresión, lo que los ha llevado a enfrentar la cárcel y tratos crueles.
Como todos los pueblos indígenas, los Chicoyogüito pasaron estas etapas hasta convertirse en desplazados en su propio territorio, convirtiéndolos en los primeros desplazados y desarraigados del recién terminado conflicto armado. Obligados a trabajar para el ejército, sin goce de salario y expulsados, hasta que, después de 1996, comenzaron a encontrarse y darse cuenta que son parte de los pueblos que sufrieron los efectos del genocidio guatemalteco y tomaron conciencia que “la tierra y el territorio se recuperan y se defienden”.