LOS ELEMENTOS DE UNA POETA
Este material impreso es un libro en el que participan dos estimados y admirados personajes oaxaqueños, una de Juchitán, de origen zapoteca, y otro de Santa Rosa de Lima, de origen mixteco, y aunque en las narrativas pasadas conocimos de una rivalidad entre ambas culturas, acá no la hay; al contrario, se da una agradable complicidad, que permite a quien pregunta y a quien responde presentarnos en un ameno diálogo elementos de la naturaleza, paisajes, personajes, vivos y muertos, libros, motivaciones, anhelos, deseos y finalmente la lengua zá y la poesía como resistencia. Todo lo anterior, en una mezcla de sentimientos y emociones, que por momentos calan hondo en la piel y en otros más se pueden compartir las jocosas charlas.
Bajo el sello de Pluralia Ediciones y con el cuidado de Elisa Ramírez Castañeda, hoy se presenta en este emblemático espacio Irma Pineda o la poesía como resistencia, para lo cual me he permitido dedicar algunas líneas en alusión a los apartados del libro.
EL AGUA
Los primeros años de Irma fueron cerca del mar, aprendió una lengua que no es ninguna de las que actualmente habla. Aprendió a escribir, porque le costaba trabajo hablar. También aprendió a enjugar sus lágrimas con el mar de letras de los libros y así aprendió a leer. Las letras y el mar la han acompañado en infinidad de viajes. Cuando ella estaba estudiando lejos y volvía los días de vacaciones, nos acostábamos en una hamaca y con el vaivén, cual si fueran olas, acompasábamos algunas canciones, desde rock urbano pa’ la banda con el Haragán y compañía, hasta letras de “Guitarra armada” de los Mejía Godoy; aunque ya desde ese entonces sabíamos que lo nuestro no era el canto, siempre resultó divertido.
En mis cumpleaños me enviaba, por correo postal, poemas de regalo y una vez me obsequió un discman. Por ella conocí a Lorca, Girondo y otros tantos poetas de los que con emoción me hablaba. Desde que la conozco, Irma ha navegado en un mar de letras, desde los juegos de niños hasta su edad adulta, donde ha procurado estar siempre cerca del mar, como agua que busca su cauce.
EL FUEGO
Desde la Grecia antigua, se empleaba el fuego para dar mayor fuerza y resistencia a los utensilios de guerra. El fuego ponía a prueba los metales, como la vida lo hizo con la poeta; desde llegar a una nueva ciudad donde no se podía comunicar en la lengua que hablaba, el secuestro y desaparición de nuestro padre en 1978 a manos del ejército mexicano, hasta la nostalgia y las enfermedades que le producía que él ya no la llevara a su escuela ni le leyera poesía, le llevaron a silenciar su propia voz.
Vinieron los prolongados silencios y la mirada fuerte capaz de cortar el atole de elote, el batido para marquesote y que no esponjara el chicharrón dentro del cazo.
El acompañamiento espiritual con la teología de la liberación, liberar su voz tras los micrófonos de XEAP Radio Ayuntamiento Popular y liberar su espíritu infantil y aventurero en el Escuadrón Mosquito, avivó otro tipo de fuego, de ese que se mantiene ardiendo en el corazón.
A la par, venía otra ignición: la discriminación por ser de la séptima sección de Juchitán y hablar zapoteco, por migrar a otra ciudad en la que prevalecía el español, al conocer de cerca otras realidades del país donde para exigir derechos y libertades había que prender fuego a la selva. Si estuviéramos en Rusia retomaría a Nikolái Ostrovski para decir que “así se templó el acero”, pero estamos en Juchitán, Oaxaca, y como recupera López Barcenas, de esta manera fue “la forja de una poeta”.
EL AIRE
Otros vientos distintos a los del Istmo susurraron en su oído nuevas historias y formas de vida, la ciudad no dejaba resquicios para que las historias de los abuelos y las tías se mantuvieran en la memoria, llega la nostalgia y había que evitar de momento que el aire se llevara lejos los recuerdos y la palabra nube y éstos ya no volvieran.
Por lo que la poeta comienza el proceso de escribir y tomar talleres literarios; con influencia de otros poetas istmeños, se decide a que su poesía vea la luz en medios impresos. Ahora el viento es un aliado y hace que sus palabras vuelen como hojas de utopía hacia otros horizontes, rebasen las fronteras de Juchitán, Ciudad de México y Toluca y cuente con amigos que permiten que el primer libro emerja del vientre de la noche. Y que ella vuele a otros países donde la lengua nube se hace escuchar.
LA TIERRA
Frantz Fanon en su obra Los condenados de la tierra dice que “cada generación, dentro de una relativa opacidad, tiene que descubrir su misión o traicionarla”. La poeta la descubre, y además de comunicar en la lengua zá no sólo la función de la poesía como arte, también lo hace como denuncia, se convierte conscientemente en promotora y defensora de los derechos humanos, derechos lingüísticos y lenguas indígenas, se convierte en maestra de educación superior e incursiona, desde ahí, en la lucha contra la Reforma Educativa, tanto en las calles como en los foros académicos, en los debates y propuestas legislativas.
Y así llegamos a su tapa domi’ de estancia en esta tierra. En breve la Poeta, Irma —mi hermana—, cumplirá años; la felicito, la celebro y lo celebro. Acompaño con mi felicitación dos deseos: que nos siga deleitando con su poesía y que sea feliz haciendo lo que le gusta hacer. Gracias Irma, Francisco y Elisa por adentrarnos en este viaje y hacernos partícipes de este encuentro dialógico.
H. Ciudad de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, a 26 de julio de 2024