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UNA NOVELA TSOTSIL IMPRESCINDIBLE DE RUPERTA BAUTISTA

ALEJANDRO ALDANA SELLSCHOPP

La literatura escrita desde la mirada de los pueblos originarios de Chiapas está viviendo un momento de esplendor. La historia de esta literatura se configura desde diversas problemáticas: los escritores, denominados por los mestizos como indios o indígenas, tuvieron que pasar por un proceso con implicaciones históricas y sociales específicas. La segregación social y el férreo racismo jugaron un papel fundamental en el devenir de los cuentos, poemas y novelas escritos por estos escritores.

Durante los años ochenta del pasado siglo los textos comenzaron a significarse por contenidos etnográficos, se configuraron las características sociales, culturales, religiosas de diferentes pueblos. La intención no era crear literatura, en su más amplio significado, sino más bien realizar registros, que iban desde relatos basados en la oralidad, rezos, cartillas y monografías. El planteamiento estético no constituía lo primordial. Pensar la forma sería una tarea que vendría algunos años después. En este momento histórico se comienza con una necesidad de recopilar lo existente, sin importar géneros ni autores, registrar tradiciones, mitos o relatos se convierte en una reelaboración de la memoria; pero al mismo tiempo se estaba fundando una nueva memoria.

Lo oral se convirtió en palabra escrita. Del tseltal, tsotsil, tojolabal, zoque, etcétera, se acompañó su expresión en otra lengua: el castellano. Esta lengua funge como registro franco, una forma de integrar e incluir a los lectores mestizos. Fabiola Poblete llama a estos escritores “escritores-escribanos” y me parece atinada la definición, ya que muchos de ellos realmente se constituyeron como intermediarios entre la tradición, que venía desde la oralidad y su registro escrito. Así surgió otra necesidad: saber escribir en la lengua originaria como en castellano, cosa que no siempre se presentaba en los escribanos, lo que los obligó a perfeccionarse en ambas lenguas.

Los transcriptores iniciaron una larga y ardua tarea de profesionalización, que al paso de los años los llevaría a una constante discusión sobre la importancia y necesidad de escribir en sus lenguas, la pertinencia de presentar los libros de forma bilingüe, contemplarse como entes culturales diferentes a otras culturas; pero establecer siempre un puente de comunicación.

En un segundo momento histórico observamos a los transcriptores o escribanos en escritores. El proceso es complejo e implicó una importante comunicación en diferentes vías con una verdadera comunidad de actores. Los escritores se hicieron acompañar por hermanos mestizos como Carlos Montemayor, José Antonio Reyes Matamoros, Pancho Álvarez, sólo por mencionar algunos. De gran importancia fue la brecha que abrió el maestro Jacinto Arias.

lgunas instituciones se convertirán en aglutinadoras del proceso: CELALI, UNEMAZ, la Escuela de Escritores Jaime Sabines, entre otras. El año 1999 será seminal, ya que en dicha fecha se publica un libro de gran importancia: Palabra Conjurada, donde cinco autores que se expresan en poemas y cuentos establecen un nuevo derrotero para la literatura en lenguas originarias. El libro fue coordinado por el maestro José Antonio Reyes Matamoros. En el proceso de escritura se discutió ampliamente: las condiciones en las que se encontraba la literatura en lenguas originarias en ese momento, la importancia de escribir en las lenguas originarias, desde dónde se escribía y para quién se hacía.

Pensar la escritura era también pensar a los pueblos indígenas, sus carencias, su riqueza cultural y el empeño del Estado mexicano por ningunearlos como folclor. Se establecieron charlas donde se planteaba la urgencia de una literatura que se vigorizara con el empuje del EZLN, aun cuando los autores no necesariamente simpatizaran con ese movimiento.

Palabra Conjurada se abría al mundo, realizaba una nueva lectura de occidente desde las culturas originarias. El o la escritora cho ́l, tseltal o tsotsil entendió que era parte de una gran tradición escritural (me refiero a su expresión en castellano), y que sus textos bien podrían inscribirse en ese universo. La profesionalización de la escritura tomó nuevos rumbos, poco a poco se fueron abandonando las recopilaciones de lo oral, y se inició una búsqueda de renovación temática y de formas. Ahora sí, lo formal se convirtió en un problema a resolver, se ensayaron sonetos, décimas, pareados, narraciones fragmentadas, etcétera, etcétera. Como lo menciona Carlos Gutiérrez Alfonso: “Se daba paso a un proceso de profesionalización en el que, por un lado, los narradores se arriesgaban en la construcción de universos no tan ceñidos a la tradición oral y, por el otro, las voces poéticas ensayaban dicciones cuya formulación se alimentaba de sus propios universos y de lo que habían aprendido al abrevar en las formas canónicas occidentales”.

Es precisamente en este segundo momento donde podemos ubicar a Ruperta Bautista, quien siendo muy joven participó en el libro Palabra Conjurada y posteriormente desarrolló una intensa e interesante carrera literaria como poeta.

En el año 2023 aparece su primera novela Ixbalam­ek’. La importancia de este texto es incuestionable; por un lado, se constituye como la primera novela en la literatura en lenguas originarias escrita por una mujer, y por otro lado, tenemos una exploración del mundo maya desde sus épocas de esplendor.

En este ensayo sería insuficiente decir que éste es el mejor libro que Ruperta ha escrito hasta ahora. Algunos lectores podrán realizarse las preguntas: ¿cómo es posible que una poeta de pronto nos presenta una novela tan bien escrita? ¿Qué la motivó a ensayar otro registro? ¿Cómo llegó a esta soltura y precisión en el trazado dramático y el uso del idioma tanto en tsotsil como en castellano?

La prosa que logra la autora está construida desde el uso de diferentes compases musicales. La frase corta predomina con el rigor que exige, el ritmo es contenido, las ideas se expresan en pocas palabras, cierra círculos de sentido en muy poco espacio narrativo. De igual manera utiliza frases subordinadas que se apoyan en lo que se cuenta; pero también en la musicalidad del texto.

Es importante señalar que el trazado dramático está elaborado con rigurosidad de relojero. La autora plantea dos cronotopos que se articulan en su paralelismo temporal. La estructura dramática es otro de los aciertos. La historia se desenvuelve con naturalidad, nos conduce por la vida de personajes que logran volumen desde sus primeros trazos. Existe una evolución psicológica en los personajes, los cambios de carácter están muy bien sustentados en las motivaciones del entorno, así como la vida interna. Sin duda la mirada de la poeta juega un papel importante en su escritura narrativa.

Ruperta reflexionó largo tiempo para elaborar la novela. Lo sé de cierto, por experiencia propia, que nuestra autora dedicó algunos años para realizar el mapa de la novela. Una vez terminado comenzó la ardua labor de la escritura.

La estructura rompe las formas tradicionales de la narrativa occidental, sobre todo la del siglo XIX. No se conformó con una historia lineal, repleta de diálogos insustanciales; que hay que decirlo, se ha convertido no en una forma, sino en un formato de la presente narrativa en lenguas originarias. No, Ruperta recurre a la historia fragmentada, y asume con maestría las dificultades que esto conlleva. Mediante capítulos compactos viajamos del presenta al pasado, y del pasado al presente. Esta novela representa un desafío para los lectores. La autora logra estructurar pequeñas cajas chinas de narración corta, para que en una mirada panorámica podamos ver el gran fresco que nos ha regalado.

La fragmentación se convierte en otro acierto, coadyuva a que el lector se mantenga siempre en vilo. Bien podemos describir al discurso ficcional como novela histórica; pero la ficción es como en toda buena novela un plus que le permite avanzar con elegancia narrativa.

Estamos ante una novela muy importante, por sus características estéticas como por su aportación a la narrativa en lenguas indígenas.

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Ruperta Bautista, Ixbalam­ek’ / Estrella jaguar, Oralibrura y Ediciones del Lirio, México, 2023.

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