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POR UNA AUTONOMÍA INDÍGENA EN GUATEMALA

KAJKOJ MÁXIMO BA TIUL

Sin revolución cultural, no habrá cambios en nuestros territorios. Para que los cambios sean profundos y de acuerdo al pensamiento de nosotros como pueblos, que pretendemos construir procesos de liberación, se debe hacer fuera de cualquier modelo de Estado, sobre todo de Estado y gobiernos coloniales. Los mismos pueblos debemos dar un giro a los valores y principios culturales aprendidos desde textos escritos por los colonizadores, y entender que muchas cosas que nos han enseñado sobre nosotros no son así y por lo tanto, hay que volver la vista en las comunidades. Por ejemplo, la idea de “autoridad indígena”, las “varas”, “ceremonias mayas”, “ajaw como dios”, “ceremonias” y también será la única forma de comprender el valor que le damos a la tierra y al territorio, así como a nuestros bienes.

Sin esa revolución cultural, lo que vamos reproduciendo son ideas nuevas, construidas sobre escritorios y en oficina de cuatro paredes, que lo único que hacen es crear pensamiento de “modernas burguesías”, en todos los campos, como ha sucedido hasta hoy, y que se vuelven criterios oficiales para describir líquidamente nuestras identidades. Creando además un pequeño grupo de “pequeños intelectuales o académicos indígenas, que a veces son coordinadores de ONG, líderes de asociaciones, lideres de algún movimiento, consultores, operadores políticos”, es decir, con diferentes marcas y colonizados, quienes discurren sobre una “supuesta realidad indígena” que no existe.

Sólo veamos a los mismos y las mismas que participan en foros nacionales e internacionales. Son los mismos referentes para los centros académicos u organismos y organizaciones nacionales e internacionales, en donde pesa más el puesto de “doctor”, “lic o licda”, “magister”, etcétera, que la identidad indígena o maya como tal. O lo que reproducen en cualquier parte del universo, quienes ahora se llaman “defensores de la tierra o del territorio, defensores del agua, defensores de cualquier cosa que se vayan inventando”, mientras los conocimientos indígenas y comunitarios pasan a segundo plano, o el desarrollo de elucubraciones académicas1 donde sus exponentes, se convierten en la voz oficial para hablar sobre nosotros. Voces “blancas, clase mediera, burguesa o pequeños burgueses”, a quienes se les escucha y mientras tanto, los pueblos2 a quienes ellos mismos, con sus marcos conceptuales, nos llaman “subalternos”, “dominados”, “colonizados”, seguimos siendo “objetos de estudio”, aunque digan que son “sujetos de estudios”.3

“Venimos para cambiar y superar la democracia”, gritaban y coreaban los “lideres del movimiento en contra de las pretensiones del pacto criminal” y repetido por sus seguidores, frente a la sede del Ministerio Público.2 Se pensó que estaba creciendo o naciendo una nueva consciencia revolucionaria. Un pueblo, que ya se había cansado de ser un “mero obediente”, volvía a sublevarse, como lo hicieron sus antepasados, para enfrentar la colonización española o en el caso de la región de Tezulutlán, el método dominico de la “evangelización pacífica”. Un pueblo, que quería dejar a un lado el modelo que se creó, desde la políticas integracionista y asimilacionista de la reforma liberal, el modelo “indigenista de los años de 1940”, el neoindigenismo conocido como multiculturalismo de los últimos años del siglo pasado y principios de este siglo, para darle paso a la construcción de lo que siempre se ha exigido, la “refundación del Estado”.

¿Qué pasó? ¿Qué se logró? ¿Cómo volvimos a quedar después de los 106 días? ¿En dónde quedó nuestro proyecto profundo? ¿Seguimos siendo objetos? ¿Y entonces nuestra lucha por la devolución de nuestras tierras y territorios en dónde quedó? ¿Y nuestra autonomía? ¿Cuál es nuestro estatus como pueblos después de los 106 días de movilización? ¿Será cierto que la sociedad guatemalteca ha aceptado que nosotros existimos? ¿Estamos realmente destruyendo el racismo? ¿Medio hablar un par de palabras en k’iche’ en Naciones Unidas es un avance? Y así podríamos hacernos muchas más preguntas, como hablar sobre la pobreza, la esclavitud moderna en fincas cafetaleras y palmeras, la migración indígena hacia las ciudades y Estados Unidos, la situación del latifundio y minifundio. Pero la pregunta más profunda, es: el Estado, los oligarcas y burgueses, ¿aceptarán abiertamente que nos devuelvan las tierras y territorios comunales de los pueblos indígenas? ¿Estamos caminando hacia la refundación profunda del Estado y de la sociedad? ¿Nuestras comunidades están satisfechas? ¿Cómo quedamos después de esos 106 días?

Hoy y después de 500 años de la llegada de Pedro de Alvarado, la corona española, la iglesia católica y la evangelización económica del capitalismo en nuestros territorios, tenemos que seguir pensando y aceptando que aunque volvimos a defender la democracia blanca, como pueblos, seguimos siendo pueblos, por un lado, ninguneados y colonizados, pero por el otro, somos pueblos rebeldes, que no descansaremos, no para tomar el Estado, sino para refundar y fortalecer nuestras comunidades y tomar el control sobre nuestra tierra y territorio, que son elementos fundamentales, para nuestra autonomía y libre determinación, y donde nace nuestro “grito de rebeldía”. Nosotros los pueblos originarios no estamos exigiendo que nos devuelvan “la tierra y el territorio”, sino que nos devuelvan “NUESTRA TIERRA Y NUESTRO TERRITORIO”.

Este escrito pertenece a un texto más extenso titulado Desaparecer al Sujeto, desaparecer el Proyecto (Mayas, indios, campesinos, indígenas, Mayas).

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REFERENCIAS 1. Vásquez Monterroso, Diego, (2023) Heterarquia y Amaq, organizaciones entre los K’iche’ occidentales (siglos XV-XXI), Editorial Cara Parens, Guatemala. 2. https://x.com/miquelosj/status/1840057601461039449?t=v nHrwT_jNJ32b1b-geSDlA&s=08, https://www.facebook.com/ Urlxela/videos/1211005026832340?locale=es_LA, https:// www.facebook.com/urlinvestigacion/?locale=es_LA, visto última vez el 28 de septiembre de 2024. 3. Salomón Tarquni, (2022), Claudia, Pueblos Indígenas en Abiayala, un abordaje comparativo de la investigación académica, SB Editorial, Buenos Aires, Argentina.

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