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DEL PUEBLO A LOS ÁNGELES, Y VECEVERSA / 338

ANDREA LORENZO
El corazón de los deseos / Laxdao yelazeralle,
Javier Castellanos,
Colección Parajes,

Secretaría de Cultura de Oaxaca, 2007

 

Así suceden las cosas de por acá, quién sabe si sólo a nosotros nos pasa por andar lejos del lugar donde hemos nacido, pero cuando nos encontramos varios, luego se asoma la plática, ¿a dónde más nos va a llevar sino al pueblo?”. Este fragmento me parece que es el hilo de la novela bilingüe El corazón de los deseos (Laxdao yelazeralle) del maestro Javier Castellanos, pues une a las personas que migran a Estados Unidos con las del pueblo. Al estar lejos parece que más viene a la memoria el lugar de dónde se viene.

El argumento parece sencillo, mas no simple. Un hombre que regresa del Norte a su pueblo propone recuperar una danza antigua: “la danza de la conquista”. Por ello se compromete a que al regresar a Estados Unidos apoyará con los recursos económicos para que se ejecute en la fiesta patronal. Sin embargo, esta iniciativa individual no recibe el apoyo que esperaba entre sus paisanos en el Norte, por lo que se ve obligado a hacerlo por cuenta propia, lo que deriva en una serie de conflictos que termina por arrastrar a los involucrados directos e indirectos.

El argumento es un pretexto para presentar no sólo las costumbres del pueblo zapoteco (bene xhon), sino también las creencias de antaño que regían la vida en la comunidad y cómo se mantienen o reconfiguran en el tiempo a través de la lengua, la religión, y por supuesto con la migración que es un tema muy presente en la obra, ya que en los pueblos indígenas de Oaxaca es un fenómeno creciente desde hace varias décadas.

El relato va y viene de un espacio determinado a otro, del pueblo a Los Ángeles, California, y viceversa, así como van y vienen los migrantes. El protagonista, Toribio, se ha comprometido con las autoridades del pueblo para traer de vuelta la “Danza de la Conquista” a través de recursos económicos. Diez mil dólares se necesitan para pagar al maestro de danza, el vestuario de los danzantes que requiere de telas y demás adornos complementarios, además de los gastos en comida y bebida que por costumbre se hace cuando hay un compromiso de estos. No hay forma de salir una vez que la palabra se empeña.

En la novela hay decisiones que no parecen racionales, sino absurdas si se ven desde afuera, pero se comprenden al entender el contexto en el que se mueven los personajes, “la fuerza de la costumbre” determina su actuación. Pocas veces se cuestionan estas ideas prestablecidas que en ocasiones sí refuerzan la cohesión en los pueblos, pero en otras se perjudica gravemente a una persona, al ser en su sentido individual, que se ven obligados a realizar sacrificios, ver sus sueños derruirse, perder la libertad o incluso la vida en beneficio de una colectividad un tanto anónima.

Un personaje que destaca es el maestro de danza, Yolando. Al principio, su gusto por el alcohol, la forma modesta en la que vive, la parsimonia con la que actúa, no despierta mucha simpatía, pero de a poco se muestra en su complejidad a este sujeto, la sabiduría que posee al entender no sólo el significado de la naturaleza que rodea a los pueblos, sino la naturaleza humana, sabe leer a las personas, anticipa algunos hechos. A través de la palabra conecta con el lector, con los otros personajes de la novela, porque explica lo que la gente apenas se detiene a ver, como, por ejemplo, él detecta que el sol se ve diferente.

Dice: “El sol viene como quemada, como si tuviera una nube negra pegada a él, el sol no llega así todos los días”. Y da la respuesta: “Anoche llovió mucho, no es raro porque es tiempo de lluvia, lo que nos puede hacer pensar por eso el sol salió de esta manera, pero no es así. Lo que pasa es que anoche terminó el dominio de Guzio Lana, que es tizne, carbón u oscuro, y esta mañana empieza a dominar el Guzio de wixilao o mono, debido a eso, esta mañana empieza el sol quemando los restos del anterior, y se ve así, porque, ¿de qué color es el tizne?, ¿negro verdad? Pues por eso lo vemos así”. Esta explicación se funda en una aguda observación y conocimiento de la filosofía zapoteca relacionada con los dioses.

En otro pasaje, acerca de la lengua, él saluda como todos, con: Padiuxh, sin embargo, también hace una acotación: “Los viejos padres decían: sakaxsil, quiere decir que el día empiece bonito para todos ustedes; cuando él solo haya llegado a la mitad del cielo, entonces decían gakxhi; cuando el día ya está perdiendo su cara entonces decían gakxin, esto que hora decimos padiuxhe es cosa nueva y también lo sé: padioxhe todos ustedes”. La lengua es cambiante, pero a través de algunas palabras del zapoteco en desuso en la actualidad —que aún conservan en la memoria los más viejos—, se puede entender la fuerza de la palabra y la expresividad del lenguaje de los pueblos indígenas.

Finalmente, en El corazón de los deseos no se hace apología de los pueblos zapotecos, no se exotiza, ni mucho menos se romantiza la vida indígena, se presenta en sus múltiples complejidades y toca ciertos temas tabúes, como el suicidio, la presión de la colectividad y la fuerza de la costumbre, que requieren profundizarse en la narrativa contemporánea en lenguas indígenas.

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Andrea Lorenzo, originaria de San Andrés Yaa, Oaxaca, es hablante y lectora de la lengua zapoteca variante bene xhon, en la cual está escrita la narración de Javier Castellanos.

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