LOS MESTIZOS COMO ELLOS / 338 — ojarasca Ojarasca
Usted está aquí: Inicio / Página Final / LOS MESTIZOS COMO ELLOS / 338

LOS MESTIZOS COMO ELLOS / 338

EDISON DANIEL MUÑOZ ORTIZ

Los mestizos del pueblo, dueños de las tiendas de abarrotes, de los cultivos de café y de los espacios públicos, también reclaman legítima propiedad en los cuerpos de las niñas y niños que van y sacan de las comunidades para que les hagan mandados, les limpien sus casas, les cuiden el ganado, les hagan de comer, les laven la ropa, les atiendan a sus criaturas, les masajeen los pies y la espalda, y, en general, para que les sirvan día y noche sin chistar.

Los mestizos, que por supuesto viven en el centro, administran el poder a su conveniencia y desvían los recursos públicos para hacerse ricos; su cuota de caridad se refleja en los escasos y míseros puestos de trabajo que ofertan para los indígenas y campesinos, que de hecho son doscientas veces más en número que los propios mestizos, pero que al sol de hoy ni ellos mismos se han dado cuenta.

Por casa, cada mestizo ocupa la mano de obra de por lo menos dos niñas, y si las labores demandan fuerza y un poco más de rudeza, optan por integrar a un varón. La diferencia en el pago no varía en lo absoluto, porque el pago nunca llega, la recompensa a la labor son migajas de pesos y humillaciones por montón. Por más que la jornada inicie muy de madrugada, y que el cansancio amenace con descolgar los párpados de estos infantes, son los mestizos los que en realidad controlan las manecillas del reloj.

En la mesa de los mestizos no hay lugar para las niñas y niños que van y sacan de las comunidades, comen en algún rincón de la casa, con el plato sobre sus piernas, después de que todos los demás hayan terminado, y con mucha menos comida. A pesar de que son las niñas las que conocen los ingredientes y la cantidad exacta de las recetas que los mestizos engullen hasta hartarse, no tienen la oportunidad de servirse un poco de todo lo que ellas mismas preparan.

La lengua, que en su momento significó la ruta de escape y el canal de signos que usaban las niñas y niños para comunicarse entre ellos, también ha sido intervenido por los mestizos, quienes luego de enseñarse, han logrado descifrar los sentires, angustias y reclamos de esos cuerpos que añoran libertad, y de esas infancias que piden a gritos retornar a la raíz.

Los mestizos, que es como les gusta ser nombrados, están en contra de que sus hijos compartan con niños y niñas de las comunidades, y como todavía no se les ha hecho el poder construir sus propias instalaciones, ejercen presión en las escuelas para que las maestras prioricen la enseñanza y participación de sus hijos. Tan influyentes son los mestizos que, después de mucho patalear y tocar aquí y allá, terminaron por hacer que se redujeran las clases de totonaco y náhuatl por unas cuantas más de inglés.

Los mestizos como ellos, porque pude verlo con mis propios ojos, miran con desprecio todo tono de piel que no sea tan parecido al suyo, y buscan las formas de reforzar la hegemonía de clases, de color de piel, de estatus económico, y con ello intentan parecer bondadosos. La lógica de los mestizos como ellos es la que sigue justificando la esclavitud de las niñas y niños en zonas en donde la justicia no ha puesto un pie, y en donde todavía se sigue considerando riesgoso el actuar, el ser, el mostrarse diferente.

 

__________

Edison Daniel Muñoz Ortiz es maestro en Ambientes Interculturales de Aprendizaje.

comentarios de blog provistos por Disqus