EL SONIDO DEL AGUA
Conscientes de esa situación, los autores de este libro nos propusimos el objetivo de mostrar uno de los elementos de esa integralidad, llamado “saberes del agua”, y el papel que juega en la relación con ella, que aún persiste en muchos pueblos indígenas y comunidades rurales de este país. Por esta razón, este texto tratará sobre el gran universo del agua y su relación con los pueblos indígenas de México, en particular, con los yaquis de Sonora, los nahuas de la Sierra Noroccidental de Puebla, los ralámuli de Chihuahua, los mixtecos de Guerrero y los otomíes o yùhu de la Sierra Oriental de Hidalgo, casos que se escogieron con la idea de abarcar varias regiones del país y la diversidad de culturas y prácticas culturales de las que son portadoras los pueblos indígenas de quienes nos ocupamos.
Al equipo de investigadores nos tomó varios meses discutir el concepto de saberes indígenas sobre el agua y su vinculación con términos como conocimiento, pensamiento, memoria, ancestralidad y oralidad, lo que hicimos a través de talleres en los que íbamos exponiendo nuestros hallazgos y los contrastábamos con los que iban encontrando otros. En esta obra se exponen parte de esas reflexiones a través de dos preguntas que nos sirvieron como ejes de análisis y después empleamos para abordar la manera en que se trata el tema del agua en los pueblos indígenas aquí mencionados. Nos interesa discutir y averiguar cómo entender el concepto de saberes y qué relación mantiene éste con los diferentes términos utilizados en lenguas de cada región y en sus contextos.
Para ello, hicimos una revisión de la bibliografía existente sobre los lugares donde se trabajó, para recabar información sobre los saberes indígenas y el agua. Uno de los autores que de alguna manera nos ayudó a aclarar puntos relacionados con ello es Alarcón-Chaires, quien analizó la relación existente entre pensamiento tradicional y pensamiento complejo, a partir de las reflexiones de Edgar Morin, quien define el pensamiento tradicional como complejo porque se trata de “un entramado de conocimiento, un tejido en conjunto”. De los once principios metodológicos que enlista Morin para la guía del “pensar complejo”, retomamos dos que nos parecen importantes para este trabajo. El primero es el de la “necesidad de relacionar el conocimiento de las partes con el todo, y del todo al conocimiento de las partes”; y el octavo, donde explica que el pensamiento complejo debe ser ecologizado. Alarcón-Chaires refiere que:
Como producto de una interacción continua y constante con la naturaleza, los pueblos originarios poseen un sistema de conocimientos y saberes sobre su entorno natural de carácter dinámico, estructurado, relacionados entre sí, con un fuerte carácter utilitario, que a través del tiempo han sido transmitidos de generación a generación […] Las culturas milenarias realmente son custodias, portadoras, revitalizadoras y practicantes de conocimientos, saberes, cosmovisiones, prácticas, formas de organización social, sistemas de producción, instituciones, territorialidades, etc., aunque frecuentemente son vituperadas y minimizadas por el paradigma occidental (Alarcón-Chaires, 2019).
Entonces, dado que el pensamiento complejo es un entramado que demanda la necesidad de relacionar el conocimiento con el todo y el todo con las partes, nosotros consideramos que los saberes forman parte de este entramado de pensamiento tradicional y que dentro de estos saberes se encuentran los que tratan sobre el agua. Es decir, los saberes del agua no se pueden explicar de forma aislada, sino en relación con la totalidad del pensamiento. En este caso, el agua forma parte de un entramado cultural, social, económico, político, ontológico, cosmogónico, etcétera. Ahora bien, ¿este pensamiento complejo puede referirse como sabiduría? Desde nuestra perspectiva, es completamente posible, aunque en el conocimiento académico se le ha dado un espacio marginal.
Por lo que vemos, en todos los ensayos se repite la misma noción de que los saberes del agua deben ser vistos como un sistema imbricado de múltiples significados estrechamente ligados a la memoria, la comunidad, las ontologías, la identidad, el territorio, el pensamiento, la resiliencia. El agua significa origen de la vida y la vida vida misma. Estrecha lazos a través de su gestión desde el nivel ritual y el de la organización social. Puede ser vista como un tejido, como la sangre de la tierra que corre a través de sus venas, como menstruación, como elemento de purificación, un legado dado por los antepasados; todo ello quizá pueda resumirse en el agua como elixir vital de la existencia humana. Finalmente, es necesario asumir que los pueblos indígenas en México tienen mucho que aportar en la protección, conservación y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, en el conocimiento y los saberes del agua. Crear diálogos entre los diversos conocimientos y darlos a conocer es uno de los objetivos de este libro.
El sonido del agua incluye los siguientes trabajos: “Los saberes de agua entre los ralámuli”, de Ana Paula Pintado Cortina, Bernardo Manzano Lepe, Horacio Almanza Alcalde, Juan Jaime Loera González y Marco Vinicio Morales-Muñoz; “Ñuu savi, takui xi’in ñu’u. El pueblo de la lluvia, agua y territorio”, de Jaime García Leyva; “Mundos acuáticos de los yùhu (otomíes) de la sierra Otomí-Tepehua, Hidalgo”, por Patricia Gallardo Arias; “El agua como recurso simbólico e identitario de los yaquis”, de José Luis Moctezuma Zamarrón, y “El agua y la trama de la vida. Una aproximación al ciclo hidrosocial en la sierra noroccidental de Puebla”, de Eliana Acosta Márquez.
FRAGMENTOS DE LA INTRODUCCIÓN DE LOS COORDINADORES