La identidad de género de las infancias sigue siendo el tabú más resguardado por el prejuicio. Por mucho tiempo se dio por sentado que el sexo biológico determinaba desde el nacimiento el género autopercibido de niñas y niños. Sin embargo, la creciente visibilidad de infantes que no se identifican con el género asignado socialmente está empujando cambios legislativos que, a su vez, han sido motivo de disputas y de polémicas.

El conservadurismo argumenta falsamente que las y los infantes no son capaces de autoidentificarse o de asumir una identidad de género en discordia con su sexo de nacimiento. Cuando, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género 2021 del INEGI, dos de cada tres personas trans mayores de 15 años reconocieron su identidad de género antes de los 11 años.

Por fortuna, la SCJN, haciendo a un lado los prejuicios, está invalidando los Códigos Civiles de aquellas entidades donde se pretende restringir el derecho a corregir documentos oficiales, como el acta de nacimiento, hasta que las personas hayan cumplido la mayoría de edad. Una restricción claramente discriminatoria por edad, que deja en el desamparo a las y los menores de 18 años.

El máximo tribunal del país ha dejado claro que el reconocimiento legal de la identidad de género es un derecho fundamental en el ejercicio del libre desarrollo de la personalidad de las infancias trans.

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