“Hoy no pude parar de abofetearme”, “mi cuerpo no se detiene ni por un segundo”, “al estresarme aparecen todos los tics de golpe y no puedo controlarlos”, son algunas expresiones de personas que sufren el síndrome de Gilles de la Tourette (o síndrome de Tourette). En México, se presenta en 5 a 30 niños por cada 10 mil, según un estudio realizado por la Facultad de Medicina de la UNAM en 2008, el cual señaló que México no cuenta con estadísticas exactas sobre el padecimiento.

El síndrome de Tourette (ST) es un trastorno del neurodesarrollo que se caracteriza por la presencia de múltiples tics incontrolables que surge entre los 5 y 15 años de edad (aunque podría extenderse a los 18). Los hombres tienen una prevalencia mayor que las mujeres, aumentando su riesgo en casos hereditarios. Pese a que se desconoce la causa exacta del ST, la raíz del trastorno podría encontrarse en los ganglios basales, éstos almacenan secuencias motoras y nos permiten generar movimientos de manera automática, como caminar. Al fallar, podría escapar algún movimiento sin previo aviso (conocido como tic).

Los tics son el principal síntoma del ST. Se dividen en dos tipos: motriz (como pestañeo exagerado, muecas, sacudidas de cabeza, encogimiento de hombros) o vocal (aspirar por la nariz, aclararse la garganta, gruñir, chiflar, repetición de palabras [ecolalia]). En algunos casos, coprolalia (el uso de palabras obscenas) y copropraxia (gestos obscenos), problemas de sueño o de atención.

El diagnóstico suele ser tardío, por ello, al percibir uno o varios tics (antes de los 18 años y si éstos persisten por más de un año), es importante acudir con el médico y aunque el ST no tiene cura, existen diversos tratamientos farmacológicos que pueden ayudar a controlar los tics, además de la terapia e incluso los hobbies.