El cuidado de la salud se define como la capacidad de las personas, familias y comunidades para prevenir enfermedades y mantener la salud frente a una condición médica o alguna discapacidad. Este cuidado puede darse con o sin el apoyo de proveedores de atención médica, por ello, se requiere de una propia conciencia del autocuidado.

La alimentación saludable, la movilidad física regular, tener un descanso y sueño adecuados, y la higiene personal son algunas de las actividades que propician que el cuerpo mantenga su funcionalidad.

De acuerdo con la especialista en prevención y protección a la salud Vanessa Lizette Vizcarra Munguía, la prevención de enfermedades no solo requiere de hábitos saludables, sino también de un manejo adecuado de las emociones que se logra con relaciones humanas que propicien un correcto desarrollo de la persona en cada etapa de la vida.

Cuidado en cada etapa

En edad pediátrica, el enfoque de desarrollo saludable depende de las estrategias de salud pública que permitan que las y los tutores de menores puedan dotar de vacunas correspondientes a la primera infancia, ya que es la mejor forma de prevenir enfermedades o condiciones de salud discapacitantes. En esta etapa también se requiere enseñar a las y los menores la importancia de la higiene personal como eje fundamental del autocuidado, además de fomentar el juego, ya que éste permite el neurodesarrollo, pues la convivencia fomenta adaptabilidad y resiliencia en edad adulta.

Durante la adolescencia es necesario fortalecer los hábitos de la infancia y fomentar la independencia progresiva con el acompañamiento de información sobre salud sexual y reproductiva. Se debe propiciar estabilidad emocional, ya que es el momento en que comienzan a entender su papel en la sociedad para el paso a la vida adulta, por ello, el cuidado del ambiente familiar y social es indispensable para el desarrollo sano.

Cuidados de las personas adultas mayores

La especialista puntualizó que el envejecimiento es una condición natural, por lo que es importante entender que es normal un deterioro corporal en la persona adulta mayor. En este sentido, es recomendable adaptar los espacios que se habitan con la finalidad de reducir los riesgos de caídas. Además, en esta etapa es fundamental hacer ejercicio para mantener una masa muscular adecuada.

A pesar que las personas adultas mayores pueden tener limitaciones físicas, la interacción social permite mantener un buen estado de ánimo y disminuir el deterioro cognitivo.

Calidad de vida

Lizette Vizcarra explicó que la calidad de vida está altamente relacionada con la capacidad funcional y esto solo se consigue con la actividad física, ya que un cuerpo que hace ejercicio continuamente se está regenerando y con ello se evitan enfermedades crónico degenerativas, a diferencia de una persona que constantemente se encuentra en sedentarismo, ya que puede desarrollar limitaciones físicas por lesiones en columna, falta de masa muscular y fragilidad de los huesos.

Puntualizó que a pesar de que hay epidemias globales como el sobrepeso y la obesidad, que pueden propiciar enfermedades, tener consciencia del autocuidado permite revertir los factores de riesgo.

Las condiciones socioambientales, como acceso a servicios básicos y un contexto libre de violencia, propician salud física y emocional, pues se mejora el funcionamiento del organismo, de ahí la importancia de crear políticas públicas, familiares y laborales que garanticen una vida digna.

Retos del autocuidado

De acuerdo con la especialista, la ansiedad y la depresión son comunes en las condiciones de vida actuales debido a que se invierte la mayor parte del tiempo en ser personas productivas laboralmente y se descuida la creación de nuevos vínculos de amistad. Esto propicia aislamiento, que puede afectar en mayor medida a las personas adultas mayores, por lo que es importante crear consciencia sobre la interacción cotidiana intergeneracional.

Vizcarra puntualizó que el autocuidado no solo es individual sino también colectivo y por ello se deben pensar en estrategias grupales para crear redes de apoyo, no solo para realizar actividades como ejercicio o cuidados nutricionales, sino también para equilibrar los estados emocionales.

Algo fundamental para fomentar el cuidado de la salud es implementar políticas públicas que fortalezcan programas de prevención de enfermedades como VIH, hepatitis, influenza o dengue; para diagnósticos oportunos de otras condiciones médicas como enfermedades inmunológicas o cáncer, así como de medidas de promoción de la salud, como lactancia materna, que mejoran la calidad de vida.