Dolor punzante
Ildelisa llevaba semanas realizando actividad física a través de tutoriales disponibles en Internet. A pesar de que hacía una rutina de calentamiento, comenzó a sentir molestia en la zona lumbar, que, con el paso del tiempo, evolucionó a dolor que le generó dificultad para caminar o agacharse. Ante las molestias, acudió a consulta y la médica que la examinó le diagnosticó ciática, que de no tratarse puede convertirse en una afección crónica y discapacitante.
La inflamación del nervio ciático, popularmente conocida como ciática, es una afección que se caracteriza por dolor, debilidad, entumecimiento y hormigueo en la pierna y en zona lumbar. Su detonante son las lesiones o la presión en el nervio, esto trae como consecuencia dificultad para realizar actividades cotidianas.
Los nervios más anchos y largos del organismo son los ciáticos. Corren desde la parte inferior de la columna vertebral, por detrás de la articulación de la cadera, bajan por el glúteo y llegan a la parte posterior de la rodilla. A partir de la rodilla, el nervio ciático se divide en varias ramas y continúa hasta el pie. Cuando este nervio está pinzado o inflamado o lesionado, el dolor irradia a lo largo del nervio hasta el pie. Esto debido a que controla los músculos desde la parte posterior de la rodilla, pasando la región inferior de la pierna, llegando hasta la planta de los pies, además de proporcionar sensibilidad en la parte posterior del muslo.
Síntomas
El dolor ciático puede variar desde un dolor leve hasta una sensación de ardor. De igual manera, puede afectar solo un lado del cuerpo y producir una sensación de pinchazos como agujas, un dolor persistente o un dolor súbito, así como sensación de entumecimiento en la pierna o el pie. La molestia puede empeorar al caminar, al correr o al subir escaleras, y llega a ser tan incómoda que el estirar la pierna, toser o hacer un esfuerzo mínimo puede detonar su presencia.
El lado afectado puede sentirse débil, lo que causa que en ocasiones haya una sensación de que el pie queda atrapado en el suelo al caminar. Sus manifestaciones son múltiples. También puede sentirse como un hormigueo leve, dolor sordo o una sensación de ardor. En algunos casos, el dolor es tan intenso que imposibilita el movimiento de la persona, y de no tratarse, puede propiciar desarrollo de entumecimiento o debilitamiento permanente en la pierna.
Diagnóstico y tratamiento
Si bien en algunas personas no se ha identificado la causa de este dolor, se ha detectado que las hernias discales, las torsiones y la irregularidad en los huesos causadas por enfermedades como artrosis, o afecciones en la columna vertebral pueden producirlo. Esta afección también puede ser causada por neuropatía diabética, tumores, acumulación de sangre (hematoma) o acumulación de pus (absceso).
Otras enfermedades, como el desplazamiento del disco vertebral, el estrechamiento de la columna vertebral o la lesión o la fractura de la pelvis, también le pueden propiciar. Para su diagnóstico se requiere un examen físico que identifique debilidad al flexionar la rodilla, dificultad al doblar el pie de adentro hacia afuera, complicación para caminar sobre los dedos de los pies o para agacharse. También se requieren evaluar los reflejos, si hay pérdida de sensibilidad o entumecimiento. En algunas ocasiones se requieren radiografías o resonancias magnéticas que permitan conocer el estado general de la columna.
Algunas personas que la desarrollan pueden notar mejoría con suficiente reposo, que incluye dormir en un colchón firme, tomar analgésicos y antinflamatorios no esteroides, así como aplicar terapia de frío o calor en la zona en que se encuentra el nervio ciático. Se puede recurrir a la fisioterapia con el fin de mejorar las posiciones y la correcta movilidad para evitar lesiones.
Si la molestia no desaparece, se requiere de medicamentos intramusculares que reduzcan la inflamación alrededor del nervio ciático; sin embargo, algunas enfermedades como la neuralgia pueden ser de difícil control, por lo que se requerirá de tratamientos más especializados, incluso que consideren cirugía para aliviar la compresión de los nervios espinales.
Una vez que ha disminuido el dolor se puede retomar el ejercicio gradualmente durante las primeras seis semanas de recuperación. Es importante realizar ejercicios para fortalecer la espalda y el abdomen.
Después de un par de meses de fisioterapia, Ildelisa eliminó la ciática y optó por ejercicios de bajo impacto. Cada semana su cuerpo se adapta a ejercicios que requieren mayor resistencia, sin embargo, cuida la precisión de sus movimientos para evitar un desequilibrio que pueda generarle una lesión.