¿Qué estás pensando?, con esta pregunta en apariencia inofensiva, Facebook te incita a postear lo primero que se te viene en mente. Uno de los resultados perniciosos de esta extendida práctica en las redes sociales es la pérdida de la autocontención que experimentamos en presencia de otras personas. El “piénsalo dos veces antes de decirlo” nos permitía medir las consecuencias de nuestras palabras. Frente al dispositivo móvil esa precaución desaparece y ya no reparamos en lo que decimos. Ahora lo que prevalece es decir lo que sentimos. Los filtros éticos o empáticos que nuestra conciencia activaba al comunicarnos con los demás se debilitaron, dando paso a la reacción instintiva. El resultado es que las redes sociales se han convertido en el eco de insultos, descalificaciones y difamaciones alimentadas por el odio y el prejuicio. Y lo peor es que ha resultado muy redituable. Influencers y políticos sin escrúpulos, como Trump, se han aprovechado lucrativa o políticamente de esta tendencia, magnificándola. Lo mismo sucede con personalidades del espectáculo, de los negocios y del deporte. Por fortuna, de las mismas redes sociales han salido las respuestas dirigidas a contrarrestar sus efectos perniciosos, con resultados alentadores en algunos casos. Por ello, si no quieres terminar disculpándote como el Chicharito Hernández, mejor piénsalo dos veces antes de postear lo que sientes.