Por una iglesia respetuosa de la diversidad sexual
El 2016 fue un año difícil para toda la humanidad en términos sociales, económicos, políticos, ambientales y de sostenibilidad. Los escenarios de violencias, la corrupción del Estado, la persecución y el asesinato a defensores/as de derechos humanos, los desastres naturales y el enriquecimiento distribuido de forma injusta fueron algunos de los elementos que se recrudecieron y afectaron con mayor énfasis a las personas de escasos recursos, los pueblos originarios (indígenas), las mujeres, la juventud y la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero e Intersexual (LGBTTI).
Por otra parte, el resultado de las elecciones en Estados Unidos, el “no” al acuerdo de paz en Colombia, y el resurgimiento en todo el planeta de grupos perfectamente articulados con mensajes que promueven la discriminación, el odio a la diversidad y los fundamentalismos religiosos, parecen acercarnos a un abismo de oscurantismo, de dudas y de dolor.
En México, la ultra derecha está representada principalmente por el Frente Nacional por la Familia, una plataforma que reúne a las organizaciones civiles y grupúsculos conservadores más poderosos, entre los que se incluyen élites políticas del Estado, grupos empresariales y la jerarquía de la Iglesia católica.
Durante el 2016 el Frente intensificó sus acciones en contra de los matrimonios igualitarios al convocar a múltiples marchas y promover iniciativas de ley. Por su parte, la jerarquía conservadora de la Iglesia católica desplegó increíbles muestras de su dominio, autoridad y jurisdicción incluso sobre el Estado, pasando por encima de la laicidad y de protocolos y documentos internacionales que defienden y promueven los derechos de grupos LGBTTI.
Las declaraciones emitidas durante el 2016 por parte de sus más férreos representantes como Norberto Rivera, Juan Sandoval Íñiguez, Francisco Javier Chavolla Ramos y del vocero de la Arquidiócesis Primada de México, Hugo Valdemar, tuvieron un tono de agresividad e incitación al odio hacia la diversidad sexual y fueron subiendo de nivel conforme avanzaba el año. Parece irrisoria la forma en que desdeñan y minimizan escándalos al interior de la Iglesia católica como la pederastia, la corrupción, sus vínculos con el crimen organizado, y se ocupan desesperadamente por perseguir y cazar a homosexuales, lesbianas, transgéneros.
Desde Católicas por el Derecho a Decidir expresamos nuestra preocupación y reprobamos el actuar de la jerarquía católica mexicana y los grupos conservadores. Sus declaraciones ofensivas y sus llamados a movilizarse en contra de los derechos humanos de las personas de la comunidad LGBTTI instigan al odio y a la discriminación. El Papa Francisco ha afirmado que se “debe acoger a las personas homosexuales con respeto y sin discriminación”. Aspiramos a que este 2017 nuestra jerarquía deje de obstaculizar las leyes que reconocen los derechos humanos de esta población y siga el espíritu de apertura al que ha convocado el Obispo de Roma.
Finalmente, llamamos al pueblo de Dios a la reflexión y al diálogo, a escuchar sus corazones, a no dejarse motivar por discursos de odio y segregación social. Creemos firmemente que la discriminación, el rencor y las fobias no representan los valores católicos. Hoy más que nunca, debemos clamar por voces que hablen de respeto, de unión, de comunión como hermanos y hermanas.