Muchas de las personas dedicadas a la escritura apuestan por la publicación de sus proyectos creativos y enfocan gran parte de sus esfuerzos a que éstos sean conocidos. Para lograrlo, suelen escribir textos más cortos en otros espacios a fin de poder obtener una remuneración, pero también, afinar su pluma y estilo y expresar sus ideas con respecto a la realidad que les circunda.

Este fue el caso de Rosario Castellanos, conocida por sus novelas sobre la realidad de las personas indígenas en Chiapas, que bien se podría extrapolar a otros lugares de México, los conflictos sociales, el racismo, la xenofobia, el pensamiento indígena y muchos otros elementos que no escaparon a su ojo escudriñador y a su afilada pluma.

Pero, esta no fue su única aportación a las letras mexicanas e hispanas, pues también fue una prolífica ensayista y, de forma desconocida, articulista, columnista y reseñista en diferentes publicaciones periódicas universitarias y de circulación nacional.

Estos últimos escritos no habían sido recopilados hasta que Andrea H. Reyes comenzó a conjuntarlos a principio de este siglo como parte de un proceso de investigación para su tesis doctoral, pero que rebasó dicho ejercicio académico y dio como resultado Mujer de palabras. Artículos rescatados (FCE, 2024), una antología de más de 500 colaboraciones periodísticas a lo largo de más de dos décadas.

Por medio de esta recopilación se puede conocer más del pensamiento de la autora desde su primera publicación, donde refiere a un viaje por los libros que más le habían impactado durante su juventud, hasta el análisis de realidades como las formas en las que el feminismo estaba siendo adoptado en México, el papel de la mujer dentro de la sociedad mexicana, las políticas indigenistas, el ámbito cultural mexicano, el papel de los nacientes medios de comunicación masiva, las publicaciones literarias más relevantes de diversas partes del mundo, la discriminación, la historia nacional, el arte, entre otras curiosidades intelectuales.

Hábil con las palabras, parte de estos artículos están situados entre agosto de 1968 y enero de 1969, elude la censura de la época para cuestionar el rol del Estado frente a las protestas universitarias, y posteriormente, condena los sucesos del 2 de octubre en la plaza de las Tres Culturas.