En febrero de 1997, las altas esferas de la Iglesia Católica se sacudieron ante la publicación de casos de abuso sexual de menores al interior de una de las órdenes más cercanas al entonces papa, Juan Pablo II, los Legionarios de Cristo.

La información, dada a conocer por el periodista estadounidense, Jason Berry, señalaba directamente al fundador de los Legionarios, Marcial Maciel, acusado por varios ex seminaristas de abuso sexual mientras estaban a su cargo en los internados de la orden, y que, ante las posibles represalias por su denuncia, callaron los hechos por varias décadas, hasta que dejaron de ser infantes y adolescentes, y consideraron posible iniciar una travesía para visibilizar las irregularidades en el seno de la congregación.

Dividida en cuatro capítulos, Maciel. El lobo de dios (HBO) es una docuserie en la que se rememora la vida de irregularidades de este polémico sacerdote, considerado por especialistas en salud mental como un manipulador, quien a través de mentira y cinismo, logró construir un imperio de 15 universidades y 177 colegios, a los que asistían alrededor de 15 mil alumnos, recabando donativos de hasta 600 millones de dólares anuales a las arcas vaticanas.

A lo largo del documental, se comparten un sinfín de maniobras de las que se valía Maciel para convencer a hombres y mujeres a ceder a sus deseos, no sólo sexuales, sino también materiales, para obtener donaciones cuantiosas, terrenos y artículos de lujo, o el ingreso a círculos de poder con el objetivo de obtener más víctimas.

Si bien el caso ha sido abordado en otros libros y películas, esta propuesta aborda el rompimiento del sacerdote con sus propias creencias, al convertirse en un ambicioso empresario, bajo la sombra de su fuero clerical, y llevar una doble vida, de romper su voto de castidad, no sólo con sus víctimas, sino, incluso, de conformar una familia, y después resquebrajarla, al abusar de sus propios hijos.

Se plantea que probablemente, aún se conozca muy poco sobre las atrocidades de Maciel, pues las indagaciones continúan mostrando que el abuso de confianza y el sexual sólo fueron una parte de sus crímenes, ya que recurrió a paraísos fiscales para acrecentar la fortuna de su orden y su patrimonio personal, recurrió a la suplantación de identidades y nunca dudó en utilizar amenazas, incluso de muerte, para lograr sus objetivos.