El debate por la aceptación de las diferentes orientaciones sexuales e identidades de género continúa vigente en muchos lugares del mundo a pesar de que se tiene la idea de que ha sido superado. Existe un imaginario colectivo en el que esos temas son parte del pasado y las sociedades son más incluyentes y diversas que nunca antes, abiertas a los cambios y asimiladoras de la disidencia.

Se dice con entusiasmo que la agenda de los derechos LGBT ha tenido un avance espectacular, aunque con algunos pendientes a nivel sociocultural para erradicar la LGBTfobia aún persistente en algunos sectores. Pero ¿de verdad se han alcanzado esos niveles mínimos de aversión hacia las personas disidentes del heteropatriarcado?

En el Dakar contemporáneo, capital de Senegal, circula un video en el que una turba desentierra un cadáver de un panteón local. El acto está acompañado sonoramente por una serie de improperios alusivos a la sexualidad de la persona sepultada. Mientras emana su cuerpo del subsuelo, florece a la par una ira, cuyo punto máximo se alcanza al golpearlo y lanzarlo a las afueras del cementerio, con el afán de erradicarlo de la faz mundana.

Las imágenes impactan a Ndene, un profesor de literatura francesa absorbido por el sistema local, resignado a dar clases en las que se le pone poca atención, con poca posibilidad de mantener un debate intelectual con sus colegas, intrigado por la identidad de la persona desenterrada y taciturno ante la ferocidad de su entorno con respecto a los sucesos.

Esa intriga detona su viaje por las profundidades de la sociedad senegalesa, desde su propia familia y sus creencias, pasando por su novia, sus colegas universitarios, sus alumnos, los padres y madres de sus alumnos, hombres que mantienen una identidad secreta, los líderes religiosos del barrio, entre muchos actores sociales, quienes como un coro clásico del drama griego, repiten su postura ante los riesgos de la presencia de la diversidad sexual y el resquebrajamiento del ideal de ser hombre.

De Mohamed Mbougar Sarr, Hombres puros (Anagrama, 2024) es un retrato de la realidad de las personas LGBT asentadas en países donde factores culturales, políticos, religiosos y sociales representan una gran barrera para la inclusión y la igualdad y un caldo de cultivo para el odio.